miércoles, 8 de junio de 2022

El Parado o Desempleado: un valor barato para el Mercado

Hacer mención al valor de las cosas es, en definitiva, entrar en materia de Filosofía de la Economía. Puesto que fijar cualquier valor monetario, mal le pese a los ultraliberales, deviene uno de los principios morales fundamentales de la ciencia económica, ya que dependiendo de la naturaleza de dichos principios se proyectará uno u otro tipo de ética social. Así pues, dime qué valor le otorgas a las cosas y te diré qué sociedad estás construyendo.

No obstante, para focalizar la presente reflexión sobre el valor de las cosas debemos aterrizar, a modo introductorio, en las arenas tan pragmáticas como especulativas de la Economía y, más específicamente, en la Teoría del Valor (paradójicamente formulada por Karl Marx) que sostiene que el valor de algo es directamente proporcional al trabajo socialmente necesario para producirlo. Es decir, que el valor de las cosas se calcula en base al tiempo-costo promedio de los sectores productivos de la sociedad implicados (ya sea una planta fabril privada o un sistema público educativo) para crear o producir dicha determinada cosa. Una teoría, plenamente vigente siglo y medio largo después, elevada a categoría de ley en el actual mercado capitalista con un plus subjetivo fundamentado por el deseo de adquisición del ciudadano-consumidor, e indulgencia mediante del grado cuantitativo de los limitados recursos disponibles. [Ver: La Inflación: la gallina de los huevos de oro creada por la avaricia humana]

Pero, si hablamos de un Parado, como persona en calidad de fuerza de trabajo activa desempleada stricto sensu, ¿qué valor tiene socialmente en términos económicos?. Desde el punto de vista de la Economía, tanto en su dimensión como valor de uso (que es aquel intrínseco que posee para satisfacer una necesidad), como en su dimensión de valor de cambio (que es aquella valoración monetaria que el Mercado le otorga como entidad susceptible de transacción comercial), queda claro que el Parado no tiene valor económico alguno. Lo cual no significa, contrariamente, que una persona desempleada no tenga valor social, amén a sus derechos civiles, políticos y sociales inherentes. Así pues, en términos estrictamente sociológicos, ¿qué valor tiene un Parado?.

Para dar respuesta a la pregunta planteada, me permito acogerme al espíritu universal, por acorde a Moral (humanista), de la Ley del Valor y del Precio estipulada por el grupo de intelectuales del siglo XVI que formaron la llamada Escuela de Salamanca (cuna de la ciencia económica occidental), los cuales estipularon que el valor de las cosas no depende de su necesidad entendida en sentido subjetivo o utilitarista, sino objetivo. O, lo que es lo mismo y extrapolado al caso que nos ocupa, un Parado no tiene valor de uso y de cambio monetario por lo que hace o aporta a una sociedad productiva, sino en tanto que ES una persona en calidad de ser social amparada de manera inalienable por los derechos naturales fundamentales. Y que, por tanto, su valor económico social viene determinado, por defecto, por el precio justo del costo en la cobertura de sus necesidades básicas para el desarrollo de una vida digna, cuyo valor debe fijarse contextualmente mediante derecho positivo por parte de un Estado garantista.

No obstante, a nadie se le escapa que vivimos en un sistema de organización social basado en la economía de mercado en un mundo globalizado, donde los Estados como comunidades sociales soberanas e independientes ciertamente están supeditados a una entidad supraestatal que denominamos Mercado (Ver: El Mercado, el nuevo modelo de Dictadura mundial). Y que es justamente el Mercado, con sus opacos y antidemocráticos por no electos consejos de gobierno, quien determina el valor económico social de las cosas, Parados incluidos (grupo social que puede extenderse a la familia de los trabajadores precarios). Pues éstos, más allá de sus derechos civiles, políticos y sociales en calidad de supuestos ciudadanos libres, viven y se desarrollan bajo la lógica productivista del Mercado. He aquí la coexistencia de dos conceptos de valores antagónicos: dígase el relacionado con la cualidad que tiene el Parado al ser considerado como un bien social a la luz de la Moral (de la que bebe los principios rectores de todo Estado Social y Democrático de Derecho), dígase el relacionado con la cualidad que tiene el Parado al ser considerado como un bien utilitario en un sentido de bien económico transaccionable dentro de un contexto capitalista. Un pulso entre dos conceptos de valor del Parado en igual sentido y opuesta dirección del que extraemos, evidencia empírica sociológica mediante, que en la actualidad el valor productivista se impone holgadamente a cualquier consideración posible referente al valor moral del Parado, quedando éste desprotegido socialmente en la cobertura de sus derechos más fundamentales. Es decir, el Parado resulta ser de facto un valor barato por insignificante en referencia a la escala del omnipotente engranaje del Mercado. O, dicho en otras palabras, el Mercado contemporáneo percibe en sus cuentas de explotación como irrelevante los altos porcentajes sociales de personas desempleadas existentes (ignorando por tanto la correspondiente suma de historias de desgracias personales), por lo que no considera a priori la necesidad de autorregularse en este sentido.

Otro cantar pudiera ser, a corto y medio plazo, y derivado por el aumento imparable de la brecha de desigualdad social existente, por el progresivo incremento del costo de la vida, y por el previsible desabastecimiento global de productos básicos, que el orbe occidental se vea inmerso nuevamente en una crisis de subsistencia semejante a las acaecidas en la Europa del siglo XV hasta prácticamente la Segunda Guerra Mundial con los denominados motines del pan, donde la multitud pretendía asegurarse el abastecimiento suficiente de alimentos básicos (fundamentalmente pan) a un precio asequible, generando los consiguientes estallidos y conflictos sociales que tuvieron lugar en la época. Sería presumiblemente entonces que el Mercado tal y como lo conocemos, en su afán de supervivencia, virase hacia una Economía Moral para hacer frente a un comportamiento generalizado de la población distinto a lo que presupone las reglas de una economía liberal, ayuda mediante de la intervención de los Estados en materia de políticas sociales paliativas (Ver: El Capitalismo neoliberal ha muerto ¡Viva el Capitalismo Humanista!). Y, en este contexto, sin lugar a dudas el Parado o Desempleado cotizaría en un valor caro para el Mercado por penalización social.

Futuribles posibles aparte a las puertas de una crisis alimentaria y energética que nadie desea, mientras la tensión actualmente existente entre la oferta y la demanda aguante, y el ciudadano-consumidor medio persista en su infinita paciencia de adaptarse -tal si padeciera del síndrome de la rana hervida- al progresivo aumento del estado de injusticia social al que se ve sometido impúdicamente, el Parado o Desempleado continuarán siendo un valor barato para el Mercado.