sábado, 9 de octubre de 2021

Una Sociedad sin Voluntad

En tiempos de las monarquías absolutas la Voluntad del Rey era Ley (solo sujeta al juicio de Dios, Iglesia humana, profundamente humana, mediante). Hoy en día, en plena era de los Estados Sociales y Democráticos de Derecho, cuando la soberanía de un país reside ya no en un Rey sino en el conjunto de la ciudadanía, lo cierto es que las cosas no han cambiado demasiado en un sistema de organización social basado en la economía de mercado. Pues ahora la Voluntad del Mercado, a imagen y semejanza de las antiguas monarquías absolutas, no solo es Ley (Ver: El Mercado, el nuevo modelo de Dictadura mundial), sino que aún más deviene Voluntad General en términos de El Contrato Social de Rousseau. Es decir, la Voluntad del Mercado se ha convertido -por simple proceso de simbiosis entre las partes implicadas en un controlado hábitat de interrelación digital- en Voluntad General de los ciudadanos, quienes no son sino consumidores tan dependientes como adictivos del mismo Mercado. Expuesto lo cual, podemos afirmar que vivimos en una sociedad sin Voluntad propia.

Tanto es así que, hasta los grupúsculos antisistema -organizados con mayor o menor tino en movimientos divergentes al orden social establecido bajo una presumible Voluntad alternativa por diferente a la colectiva consensuada-, viven, se desarrollan, y reafirman su identidad rebelde dentro del propio sistema al amparo de la Voluntad General, en un juego iluso por incoherente semejante al de un inmaduro adolescente díscolo que no quiere desprenderse de la comodidad gratuita que goza sin esfuerzo alguno en casa de sus padres. Tal es el caso ejemplarizador de movimientos antisistema convertidos en partidos políticos, y cuyos líderes antisistema de boquilla megáfono en mano y de ocioso molotov dominical (cuyos destrozos de la vía pública resultantes de dicha libertad de expresión y manifestación pagamos religiosamente todos los demás en un amén y sin rechistar), viven holgada y honorablemente de las arcas públicas como regidores y diputados en las diversas cámaras legislativas. ¡Toda una muestra de congruencia de filosofía de vida! O todo un ejemplo de ciego raciocinio. Dígase como plazca.  

Volviendo al hilo de la cuestión, recuerdo vagamente que hacia los veinte años publiqué un artículo en un periódico (del que no guardo copia) en forma de carta abierta a Schopenhauer criticando su visión sobre la Voluntad. No obstante, treinta años después debo darle cierta parte de razón en alineación con la presente reflexión, ya que el viejo filósofo alemán (uno de los primeros en manifestarse abiertamente como ateo) consideraba que todas las personas obedecemos a una Voluntad natural y no a nuestro propio intelecto (lo que Kant denominaba Noúmeno o Platón identificó como Ideas Apriorísticas, que no es más que una intuición intelectual o suprasensible). No obstante, cabe puntualizar que en una era donde el mundo natural ha sido substituido por un mundo no-natural por artificial y virtual creado por la mano pseudointangible del Mercado digital, es una obviedad empírica que las personas, en calidad de ciudadanos-consumidores, vivimos sujetos a la Voluntad General del Mercado y no a nuestro propio intelecto puro stricto sensu, el cual está subyugado a modo encefalograma plano sin mayores signos vitales que aquellos generados por los procesos fisiológico-hedonistas derivados del consumismo de ocio. Un proceso éste instintivo reptiliano que busca adictivamente el placer sensorial como bien principal de la existencia individual, y al cual la sociedad contemporánea en su conjunto está predeterminadamente imbuida como medida radical de control de masas. O dicho en otras palabras, aunque una persona se vea abocada a vivir en penuria por debajo del umbral de la dignidad humana en una sociedad altamente desequilibrada como la actual, su inoperativa voluntad individual preprogramada está incapacitada para intentar atentar contra la Voluntad General del Mercado, no teniendo más salida in extremis que el suicidio (Solo en España cada día se suicidan 10 personas, una cada 2 horas y media, siendo la primera causa externa de mortalidad y con tendencia al alza, aunque cabe señalar que la media de suicidios española se sitúa muy por debajo de otros países europeos). La alternativa de la revolución como medio de transgresión social hace tiempo que ha sido anulado de la estructura neuronal del ciudadano del siglo XXI, y por ende eliminada del ánimo del espíritu colectivo del individuo como masa.

Por otra parte, si bien es una evidencia que vivimos en una sociedad sin Voluntad, la pregunta obligada no puede ser otra que aquella que responda a cuál es la naturaleza de la Voluntad individual exenta de la Voluntad General del Mercado. Si bien cada filósofo en sus diferentes épocas la ha conceptualizado de manera diferente, permítaseme por licencia de autor de la presente reflexión definir la Voluntad individual como la acción de una consciencia crítica, y asimismo como la potencialidad manifiesta de toda persona en tanto aquello que puede ser en términos aristotélicos. Una Voluntad individual en la que participan tres elementos fundamentales indivisibles: consciencia, capacidad de gestión, y libertad de decisión. Ya que la consciencia nos permite reconocernos tanto a nosotros mismos como en relación al entorno en el que nos desarrollamos, atendiendo a que no existe consciencia individual sin pensamiento crítico, ni éste sin conocimiento previo, ya que en caso contrario nos enmarcamos dentro de la consciencia de la Voluntad General (El Yo Soy versus el Yo de los Otros, o en este caso el Yo del Mercado). Dicha consciencia del conocimiento crítico permite, a su vez, poder gestionar una capacidad de acción, ya que no se puede gestionar aquello que se desconoce sin caer en un reductio ad absurdum. Y dicha capacidad de gestión sobre una acción voluntaria debe manifestarse, a la par, desde la libertad de decisión, pues contrariamente no podemos hablar de Voluntad individual. En este punto sobre la capacidad individual de la libertad de decisión recomiendo, para no explayarme, la siguiente lectura reflexiva: Y tú, ¿tienes libre albedrío.

Si bien es cierto que la Voluntad individual germina a partir de una consciencia crítica, que es lo mismo que desarrollar intelectualmente el pensamiento crítico, no es menos cierto que la sociedad de Mercado está consolidando de facto la eliminación de toda posibilidad institucional a dicho desarrollo del pensamiento crítico. Como muestra un botón: no solo ya hace tiempo que ya no existe la Facultad de Filosofía donde estudié, sino que el ejecutivo español acaba de decretar hace un par de días una reforma del sistema educativo obligatorio en el que elimina definitivamente la Filosofía (única materia que facilita las herramientas para un desarrollo sistemático del pensamiento crítico), en beneficio de nuevas asignaturas como digitalización, economía, emprendimiento, educación visual y audiovisual, o formación y orientación personal y profesional, entre otras ciencias técnicas principalmente. Es decir, nos hallamos frente a la consagración institucional hacia una sociedad sin Voluntad individual, para regocijo del Mercado (el verdadero Estado dentro del Estado). El individuo encapsulado dentro de su caja herméticamente cerrada, donde solo tiene cabida un único pensamiento: el pensamiento único de la Voluntad del Mercado. Las consecuencias de la eliminación sistemática del pensamiento crítico son múltiples para cualquier organismo social que se precie, cuyos individuos se asemejan cada día más a hormigas productoras exentas de antenas, y más si cabe aún en un mundo omniscientemente digital (Ver: La Ética mundial no puede estar en manos de los ingenieros informáticos). Y si además somos conscientes que nos abocamos a un omniverso, a partir de la actual cuarta era de la revolución industrial, como realidad transversal a la vida diaria de toda persona occidental, donde los humanos vamos a vivir interconectados a un mundo paralelo virtual como si fuera real, y donde la consciencia de la inteligencia artificial romperá inevitablemente las líneas divisorias con nuestra propia consciencia humana, el horizonte futuro de la sociedad toma a todos visos tintes altamente preocupantes para la supervivencia de la Voluntad individual. [Ver: Las tres Leyes (a establecer) del Omniverso y La consciencia artificial cuestiona la consciencia humana].

 Dime qué consciencia crítica individual estás implantando y te diré qué sociedad estás construyendo. A todas luces, tristemente, como especie humana caminamos irremediablemente hacia el afianzamiento de una sociedad sin Voluntad, por enajenada cesión de la responsabilidad humana personal. Y dictada esta reflexión pipa en boca, solo espero acabar mis días en este viaje que es la vida con la Voluntad individual intacta, pues no entiendo peor pesadilla que vivir sin pensamiento crítico por libre propio, que es lo mismo que morir en vida. El mundo de los zombificados para las películas, por favor.