sábado, 15 de mayo de 2021

El hombre juega a los dados creando materia del Vacío

Hace unos días atrás leí la noticia de que la comunidad científica de China está a un paso de crear materia del Vacío, gracias a la creación de un potente laser con una potencia 10.000 veces superior a la de todas las redes eléctricas del mundo combinadas y con una intensidad 10 billones de veces superior a la de la luz solar. El supuesto teórico es sencillo de explicar: se considera que el Vacío, o la Nada como mejor la describimos, en realidad no está vacío sino compuesto de partículas de materia y antimateria que se aniquilan entre sí tan pronto se forman, pero que intervención mediante de un láser (luz amplificada por emisión estimulada de radiación) puede intervenir en dicha aniquilación separando la materia y la antimateria antes de que colisionen entre sí (lo que en física se conoce como “romper el vacío”), permitiendo que generen nuevas partículas y energía (más electrones y positrones) que pueden detectarse como materia visible llegado a un punto crítico de volumen. Un proceso idéntico, supuestamente, al que dio paso al origen del Universo.

No cabe decir que dicha noticia me suscitó, a la par, tanto un profundo sentimiento de curiosidad y de admiración, como me incitó a plantearme preguntas de carácter filosófico en materia tanto metafísica, como ontológica y epistemológica, así como propios de la moral misma, cuya deducción expondré de manera sintetizada a la luz de la lógica de los axiomas (con múltiples proposiciones conclusivas). Veamos a modo de entretenimiento:

1.-El Vacío es el alfa y la omega de la Vida

1.1.-Si la materia surge del Vacío, el Vacío es la cuna del Universo. O, en términos teológicos, el Vacío es Dios.

(Proposición que ya desarrollé con anterioridad en la reflexión bajo título: “¿Y si es la oscuridad, y no la luz, el origen de la vida? Entonces, ¿Dios es oscuridad?”)

1.2.-Si el Vacío contiene en equilibrio neutro las energías primogénitas creadoras y destructoras del Universo, en tanto y cuanto contiene y anula las fuerzas de la materia y la antimateria, el Vacío es el origen de las fuerzas positivas y negativas del cosmos, conceptualizadas por el hombre como el Bien y el Mal.

1.3.-Si el Vacío es el origen de la materia, y la materia se rige por las leyes de la física y las matemáticas, la esencia última o arjé del Vacío es física y matemática. Lo que equivale a que Dios es de naturaleza física y matemática.

2.-La Vida es Luz

2.1.-Si la Luz puede arrancar partículas de materia del Vacío, la Luz es la chispa generadora de la materia. Pero aún más, si la Vida está compuesta de materia (energía), la Luz obviamente es Vida.

2.2.-Si la materia surge de un Vacío cuya esencia última es física y matemática, y la Luz genera la materia, la Luz permite y transporta información física y matemática.

2.3.-Si el hombre es materia, la cual es generada por la Luz que conduce información física y matemática de la energía, el hombre es una unidad de transporte de la energía primogénita.

(Proposición que ya desarrollé con anterioridad en la reflexión bajo título: “¿Y si el ser humano solo fuera una unidad de transporte de información de la Energía?”)

3.-El origen de las Ideas Apriorísticas del hombre es el Vacío

3.1.-Si el Vacío es el origen del Todo, que incluye la realidad existente y con ella al propio hombre, el Todo creado y existente contiene como estructura apriorística de conocimiento la naturaleza física y matemática del Vacío a la que llamamos ciencia.

3.2-Si el Vacío es el origen de las fuerzas creadoras positivas y destructoras negativas del cosmos, y el Todo contiene por naturaleza consustancial la estructura apriorística del Vacío, los valores morales conceptuales del Bien y del Mal del hombre son Ideas Apriorísticas que tiene como origen la esencia del Vacío.

3.3.-Si el hombre como ser pensante y sintiente tiene Ideas Apriorísticas sobre los valores de la Vida (moral) y los componentes fundamentales del Universo (ciencia), y el hombre como materia viviente procede de la cuna del Vacío, las Ideas Apriorísticas morales y científicas del hombre tienen su origen en la estructura apriorística del Vacío.

Expuesto lo cual, y retomando el hilo conductor inicial del avance científico chino sobre la posible creación de materia desde el Vacío, la pregunta pertinente de carácter más terrenal no puede ser otra que aquella que se formula como sigue: ¿qué representa el hecho que el hombre pueda crear materia de la nada?

Lo que está claro es que dicho descubrimiento nos sitúa a las puertas de un nuevo mundo de la física por descubrir de dimensiones aun inimaginables, por altamente potenciales en su suma de futuros posibles múltiples, que tiene como protagonista una nueva ciencia de la luz denominada fotónica nuclear. Tema al que ya me referí con anterioridad en la reflexión bajo título: “La Luz, la nueva tecnología del futuro de la humanidad”.

No obstante, lo que está claro es que si bien el hombre comenzó a culturalizar la naturaleza para uso agrario o estético como es el caso de la jardinería, para dar paso a la culturalización de la vida misma a través de la epigenética o manipulación genética de las especies (aun en vías de desarrollo), ahora nos encaminamos a una tercera fase de culturalización del propio Universo mediante la posibilidad de crear materia y antimateria de la nada a voluntad propia, que se dice pronto. Quien sabe, quizás el hombre acabe por crear mini universos en un futuro lejano como medio de explotación productiva, si es que antes no hemos provocado nuestra propia extinción quizás por simple error humano en una fatídica evaluación de riesgos.

De momento, y desde mi caverna del filósofo efímero (pues el despacho en el que escribo es un poco oscuro por el infortunio de dos lámparas inoportunamente fundidas), pipa humeante en boca y regusto de café en paladar, solo puedo, en un sábado ocioso como el de hoy, celebrar el último hito acontecido de los chinos hace tan solo unas horas tras conseguir posar un vehículo explorador en Marte en su primera misión, a la vez que no puedo dejar de preocuparme por las consecuencias que sufre la estratosfera terrestre (que nos protege de la radiación ultravioleta del sol) al disminuir en más de diez metros de grosor al año a causa del cambio climático, lo cual nos puede abocar a un colapso medioambiental inminente e irreversible en la actual era del Antropoceno. Quien sabe, quizás este pudiera ser un nuevo tema de futura reflexión para un humilde filósofo que únicamente puede desde su impotencia más que filosofar, mientras otros hombres juegan a ser dios con los dados. Carpe diem!