sábado, 13 de junio de 2020

Sacrificio, la séptima parada del Ulises moderno en su viaje personal


No hay que ser un Ulises clásico para haber tenido que hacer algún tipo de Sacrificio en la vida. Si bien justamente el Sacrificio es el tema principal que se deriva de la séptima parada del viaje que Ulises, en su intento por regresar a su país Ítaca tras finalizar la guerra de Troya, realizó en su descenso al Hades, el mundo de los muertos. Según narra Homero en la Odisea, tras saber Ulises por medio de la hechicera Circe que para conocer el camino de regreso a su país necesitaba el consejo del famoso adivino ciego de la ciudad de Tebas conocido por Tiresias, el cual hacía tiempo que había fallecido, Ulises tuvo que bajar hasta el inframundo de Hades, lo cual solo podía hacerlo como mortal mediante el sacrificio previo de varias ovejas con cuya sangre debía dar de beber a los espectros. El Sacrificio, por tanto, se me tercia como el octavo concepto a analizar, desde un enfoque tanto de la Filosofía Contemporánea como de la Filosofía Efímera, en éstas Reflexiones filosóficas del viaje de Ulises, un viaje sea dicho de paso que la Odisea describe durante diez largos y tormentosos años.

Naturaleza del Sacrificio

Cuando nos referimos al Sacrificio, éste siempre es en primera persona, pues no hay Sacrificio para el ser humano que no sea de carácter personal, dejando de lado a observadores externos de un Sacrificio que no es propio. Un comportamiento conductual humano en el que concurren necesariamente tres elementos indisociables: la renuncia consciente a algo que estimamos (pues si no hay consciencia de ello no existe renuncia alguna), la voluntad de alcanzar un objetivo mediante la práctica sacrificada (pues nadie sacrifica nada de manera consciente para no conseguir algo concreto), y el gran esfuerzo que implica dicho acto de Sacrificio (pues no existe Sacrificio sin algún tipo de dolor de pérdida personal). Sobre ésta premisa, cabe señalar que el Sacrificio, además, se presenta en la cosmología humana en una triple manifestación como Valor, como Motivación y como Tipo de Redención que cabe desarrollar.

Así pues, respecto al Valor del Sacrificio éste puede ser tanto positivo como negativo, dependiendo de las connotaciones sociales que tenga el objeto a alcanzar mediante el acto sacrificado, pues no es lo mismo moralmente sacrificar una vida humana –conducta que en ciertos contextos puede calificarse de crueldad-, que sacrificar un tiempo de nuestra vida para lograr, por ejemplo, un proyecto profesional. Asimismo, la Motivación del Sacrificio puede ser tanto interesada o altruista, como voluntaria o a contra voluntad –conducta ésta específica de la abnegación por implicar la renuncia de la propia voluntad-, dependiendo del estado de ánimo personal que promueva el acto del Sacrificio. Mientras que en lo que se refiere al Tipo de Redención del Sacrificio, entendiendo aquí redención como proceso requerido del coste a pagar mediante la práctica sacrificada para alcanzar el objetivo deseado, puede ser tanto religioso –el cual, en tal caso, hablaríamos propiamente de oblación por su categoría de ofrenda dirigida a conseguir la gracia de una divinidad-, como profundamente mundano.

Ciertamente, con independencia de su triple manifestación, el Sacrificio aún perdura en el imaginario colectivo –por condicionamiento histórico- como una práctica necesaria vinculada al ámbito de las religiones, cuyo valor y motivación viene marcado por los preceptos de éstas, y donde el esfuerzo extraordinario que una persona tiene que realizar para alcanzar un beneficio mayor se confunde, a partes iguales, por un lado entre la actitud personal por lograr un estado de consciencia más elevado que posibilite al individuo reconocer la verdad última de las cosas y, por otro lado, entre la instrumentalización del Sacrificio como medio de control de masas ejercido por las religiones sobre las personas a título individual (ver: Sacerdotes: relatores de mitos que juegan con la esperanza de los hombres).

Sacrificio por Libertad

No obstante, dejando de lado la naturaleza religiosa del Sacrificio, más propio de personas abnegadas por cesión de su propia voluntad bajo control de terceras personas, el Sacrificio busca siempre y en todos los casos alcanzar un bien mayor que trascienda al propio individuo y, que asimismo, le permita percibir un cierto sentido de adquisición de Libertad, ya sea con uno mismo o respecto a otros dependiendo de cuál sea el objeto a alcanzar. Por lo que podemos afirmar que el fin último de todo Sacrificio es la Libertad. Dos conceptos que parecen antagónicos, pero que no lo son bajo la lógica casuística, donde el Sacrificio se erige como causa y la Libertad como efecto.

Y, justamente, el concepto de Libertad a alcanzar mediante la práctica personal sacrificada  es lo que difiere en la dimensión mundanal del Sacrificio a lo largo de la historia de la humanidad. Pues mucho ha llovido desde los tiempos clásicos en que el bien mayor a liberar mediante el Sacrificio eran las ideas, siendo el caso más célebre el sacrificio de Sócrates quien estuvo dispuesto a morir en defensa de su propia filosofía. Lo cual, permítaseme la anotación, es interesante destacar que cada vez que nos entablamos en un debate de rechazo o de defensa de la Filosofía no estamos más que repitiendo el juicio contra Sócrates. Pero alegatos pedagógicos aparte a favor de la Filosofía para indulgencia del Filósofo Efímero que escribe, lo cierto es que muy pocos son aquellos que hoy en día sienten la necesidad de sacrificarse por su ideas, sobre la máxima contemporánea de que vale más tener paz que tener razón, siendo el bien superior a libertar en la actualidad un cierto estatus de bienestar personal dentro de un sistema de referencia de Mercado (Ver: Nadie está exonerado del precio que tiene que pagar por su propia libertad personal).

La doble incongruencia del Sacrificio en la sociedad de Mercado

Pero, ¿qué sucede si el Sacrificio realizado no conduce a la Libertad esperada? He aquí el quid de la cuestión en la gran incongruencia del Sacrificio que realiza gran parte de la sociedad moderna, ya que no hay Libertad posible a alcanzar dentro de un sistema existencial de referencia de Mercado [Ver: Hemos caído en la trampa existencial de la esclavitud de la Productividad (en quiebra)]. Puesto que siendo el Mercado un continuo social en constante cambio y transformación, donde los paradigmas de ayer no tienen cabida en el hoy y éstos a su vez son perecederos frente a un mañana incierto, la Libertad personal se antoja como una entidad ilusoria por carecer de estabilidad singular en un Mercado caracterizado por su alto grado de impermanencia. Es decir, en tanto la Libertad no cuenta con unas coordenadas espacio-temporales concretas en un sistema de Mercado móvil por volátil, alcanzar su posición resulta tan improbable estadísticamente para cualquier mortal como para el Principio de Indeterminación de Heisenberg determinar la masa y posición de una partícula a escala cuántica. De lo que se deduce que en la sociedad contemporánea la Libertad es una ilusión y, por tanto, el Sacrificio personal derivado resulta vano en parámetros absolutos.

Una incongruencia propia de la cultura capitalista, el cual promueve el sacrificio individual en términos de productividad para alcanzar un estado de bienestar social mediante una ilusoria Libertad económica y por extensión personal, que asimismo resulta doblemente incongruente por contradecir frontalmente la cultura hedonista imperante, propia del comportamiento consumista como eje vertebrador del Mercado, que tiende a expulsar de la lógica existencial de las personas todo posible sufrimiento personal que impida una experiencia continuada de placer inmediato (ver: La sociedad de no-dolor no permite el sufrimiento como crecimiento personal y Solo fuera de la pereza hay vida).

Expuesto lo cual, podemos deducir que el Sacrificio como causa para alcanzar el efecto esperado de una Libertad anhelada, en el contexto de las reglas de juego impuestas en la sociedad moderna, es una ecuación cuyo resultado existencial es propio del absurdismo filosófico de Albert Camús. Tanto es así, que en un sistema de referencias donde en verdad el Sacrificio busca un resultado ilusorio, no puede hablarse de Sacrificio sino más bien de suicidio personal y colectivo motivado por una estafa sociabilizada [ver: La estafa de ser pobre (modelo Ponzi)].

Llegados a éste punto, es exigencia para el Ulises moderno evaluar la escala de efectividad en una tentativa de Sacrificio personal antes de llevarla a cabo, pues al fin y al cabo el valor que se pone como deuda es la propia vida. Que el Sacrificio, si así se presta, sea mayormente de agrado a título personal que a los ojos de los dioses (ya sean paganos, como el Mercado, o religiosos), pues nadie, ni los dioses mismos, pueden vivir la vida por ningún mortal.     




Nota: Para artículos de reflexión sobre filosofía contemporánea del autor se puede acceder online a la recopilación del glosario de términos del Vademécum del ser humano

viernes, 12 de junio de 2020

Entrega, la sexta parada del Ulises moderno en su viaje personal


No hay que ser un Ulises clásico para haber sentido el impulso o la necesidad de la Entrega a una circunstancia, situación, hecho o persona en nuestra vida. Si bien justamente la Entrega es el tema principal que se deriva de la sexta parada del viaje que Ulises, en su intento por regresar a su país Ítaca tras finalizar la guerra de Troya, realizó en la Isla de Ea, tierra de la hechicera Circe. Según narra Homero en la Odisea, tras liberar Ulises a su tripulación transformada en animales por la magia de Circe, gracias a la ayuda que el mensajero de los dioses Hermes le brinda para protegerse contra cualquier hechizo, Ulises se Entrega a un año de placeres con la maga Circe en su palacio antes de volver a partir, no sin antes tener dos hijos con ella (Telégono y Casífone), para regresar a su país natal Ítaca donde le espera su esposa. La Entrega, por tanto, se me tercia como el séptimo concepto a analizar, desde un enfoque tanto de la Filosofía Contemporánea como de la Filosofía Efímera, en éstas Reflexiones filosóficas del viaje de Ulises, un viaje sea dicho de paso que la Odisea describe durante diez largos y tormentosos años.

Para entrar en materia, podemos apuntar que la Entrega hacia algo o alguien más que una acción es un estado anímico que puede ser tanto negativo como positivo, dependiendo de si en dicha Entrega concurre la rendición o en su contra la superación personal. Respecto a su dimensión negativa de dejarse dominar por un objeto o sujeto, y con independencia de si resulta efecto de una decisión a voluntad o contra voluntad propia, me limitaré a remitirme tanto a los estadios de (auto)Engaño y Docilidad ya desarrollados con anterioridad y de manera generosa en el undécimo y duodécimo de los trabajos herculianos modernos, recogidos en la Revisión Filosófica de los 12 trabajos de Hércules. Por lo que en ésta reflexión me centraré, de manera específica, en la Entrega en su dimensión positiva como dedicación esfuerzo y atención mediante respecto a un quehacer, que permite al ser humano superarse a sí mismo o, si más no, poner a examen las propias capacidades personales en relación a alcanzar un objetivo determinado.

En esta línea argumental, podemos observar seis tipos de Entrega de superación personal propias según el Ámbito de afección, el Medio instrumental, y el Objetivo focalizado. Veámoslo:

I.-El Ámbito de la Entrega:

La Entrega tanto puede ser interna como externa, es decir respecto a uno mismo a nivel personal como respecto a otros a nivel social. En este sentido podríamos hablar de una Entrega intrapersonal e interpersonal. No cabe decir que en el primer caso nos hallamos en el ámbito del crecimiento y desarrollo personal, mientras que el segundo caso es más propio del ámbito del crecimiento y desarrollo social. Si bien en ambos la Entrega parte del elemento nuclear que es el individuo entregado, podemos observar, con independencia de la naturaleza de las motivaciones interferientes, al menos una diferencia notable digna de ser destacada: el nivel de control de la Entrega. Ya que en la Entrega personal con uno mismo el control está sujeto al propio individuo entregado, mientras que en la Entrega respecto a otros el control está interferido por terceras personas. La relevancia del grado de control de la Entrega reside, justamente, en la posible desviación o traslación de la acción como Entrega del eje estructural de la misma que no es otro que el propio individuo de partida que se entrega. Por lo que puede decirse que existe una relación directamente proporcional entre el nivel de control de la Entrega y el grado de congruencia o fidelidad de la misma con el individuo entregado. Es decir, a mayor o menor control personal de la Entrega, respectivamente mayor o menor grado de congruencia de la Entrega con el individuo entregado. Una consideración no menor si entendemos que la Entrega virtuosa, por positiva, es aquella que se desarrolla desde la plena fidelidad de una persona con su propia mismidad y desde ésta con respecto a los demás. Ya que en caso contrario la Entrega representaría una cesión del poder personal en términos de devaluación de la Autoridad Interna (Ver: Conocela fórmula de la Autoridad Interna). Por lo que ya no podríamos estar hablando de la Entrega en su dimensión positiva sino en su dimensión negativa, pues concurriría un tipo de rendición personal mediante frente a terceros.

II.-El Medio de la Entrega:

Otro tema es el Medio instrumental de la Entrega, que lo entenderemos como aquella Entrega que se manifiesta a través de una instrumentalización intelectual o pasional. Sobre ésta última me remitiré, por ampliamente desarrollada, a la reflexión filosófica correspondiente sobre la pasión en el glosario de términos del Vademécum del Ser Humano [ver: Apología de la pasión (como estado de consciencia de crecimiento personal y social)]. Mientras que respecto a la Entrega intelectual como Medio instrumental, qué decir más que es un verdadero placer en todos los casos. Pues en la Entrega intelectual concurre tanto la curiosidad desenfadada, como la aventura voluntaria por conocer, y asimismo el juego siempre creativo de las ideas. En caso contrario no se trataría de una Entrega positiva, sino negativa en tanto que obligatoria y por ende fruto de una rendición personal previa, carente por tanto de curiosidad, de aventura y de juego. La diferencia entre ambos tipos de Entrega, no solo radica en que la primera es un camino de trascendencia individual del hombre por entregarse éste a un arte mayor respecto a sí mismo como es la intelectualidad, sino que a su vez dicha Entrega es un camino de felicidad personal, contrariamente a la Entrega negativa por sumisión obligada que conduce a estadios más propios de la tristeza y/o de la pesadumbre. Además, la Entrega intelectual en su dimensión positiva permite crecer al ser humano en un estado de consciencia de libertad individual a la luz de la Razón, dotándole de una mayor capacidad de libre albedrío en tanto desarrolla en su viaje personal el pensamiento crítico; todo lo contrario a la Entrega intelectual en su dimensión negativa que, por ser ésta efecto de una rendición personal previa, sume al hombre en un estado de carencia de libertad necesaria para el desarrollo de la Razón abocándolo a estados propios de un fundamentalismo obediente, donde no tiene cabida el pensamiento crítico más allá del pensamiento duplicante por repetitivo.  

III.-El Objetivo de la Entrega:

Y junto al Ámbito y al Medio de la Entrega encontramos el Objetivo focalizado de la misma, el cual puede tener en su finalidad tanto un sujeto como un objeto, es decir una persona o una cosa, circunstancia o hecho. En ambos casos, la Entrega se presenta como un proceso simbiótico entre el individuo entregado y el sujeto u objeto al que se Entrega. Una interacción intrapersonal o interpersonal/cosal, intelectual o pasional, en la que las partes implicadas se benefician mutuamente en su desarrollo existencial por medio de una asociación íntima. Es decir, en dicha Entrega participa como efecto del desarrollo una transformación positiva en doble dirección, permitiéndose a ambas partes implicadas alcanzar un estadio de superación en términos de mejora con respecto al punto de partida inicial. Pues en caso contrario, si no concurren dichas características, nos situaríamos frente a una Entrega en su dimensión negativa, pues toda rendición supone tanto un beneficio como un estadio de mejora desigual entre las partes, llegando incluso a poder producirse una devaluación del mismo estadio de partida inicial por parte del individuo que se Entrega. Y no existe peor naturaleza de Entrega, para el individuo entregado, que aquella en la que éste se anula a sí mismo para erróneamente reafirmar su identidad personal desde y por el objetivo de la Entrega, ya sea un sujeto o un objeto, incurriendo así contra el principio lógico de identidad. En tal caso no puede hablarse de simbiosis alguna, sino más bien de un proceso de fagocitación.

Expuesto lo cual, el Ulises moderno debe ser tan prudente como consciente en su Entrega personal con respecto a su realidad más inmediata a lo largo de su viaje existencial, no sea ya que le ocurra lo mismo que al Ulises clásico que por el camino perdió su identidad como rey de Ítaca al calor de los placeres de la hechicera Circe, sino que incluso pueda llegar en su Entrega inconsciente a transformarse en un animal cualquiera a imagen y semejanza de los argonautas imprudentes descritos en la Odisea. Así pues, frente a toda Entrega: fiat lux!  



Nota: Para artículos de reflexión sobre filosofía contemporánea del autor se puede acceder online a la recopilación del glosario de términos del Vademécum del ser humano

jueves, 11 de junio de 2020

Teorema Evolutivo del Homo Sapiens Artificialis (versus el homo sapiens sapiens)

Denominamos al hombre contemporáneo, en términos paleontológicos, como humano anatómicamente moderno u Homo sapiens sapiens. Una terminología que en breve quedará en desuso  por el surgimiento de un nuevo humano anatómicamente mejorado artificialmente al que ya se le denomina Transhumano o Posthumano, más propio de un Homo sapiens artificialis. Un horizonte para la evolución de la especie humana que lejos de plantearse como un futurible de ciencia ficción, comienza ya a tomar visos de realidad a la vista de los vertiginosos avances científicos en la materia, tal y como acaba de poner de relevancia en materia de biotecnología el MIT Technology con la exposición de casos de manipulación del ADN humano tal y como si se tratase de un código de software, y asimismo en materia de neurotecnología la industria de Elon Musk con su proyecto Neuralink que pretende conectar el cerebro humano a internet, entre otros ejemplos de rabiosa actualidad. Por lo que, a la vista de los acontecimientos, podemos afirmar que el hombre contemporáneo vive en plena transición evolutiva hacia el Homo sapiens artificialis.

Expuesto lo cual, no hay lugar para el asombro. Ya que, desde hace tiempo, la voluntad del hombre por controlar el medio en el que habita mediante el uso de la tecnología es un hecho tan integrado como normalizado en la sociedad del siglo XXI. Tanto es así que, sin darnos cuenta, hemos dado un carpetazo tácito a la etapa de la humanidad caracterizada por la ya trasnochada teoría de la selección natural darwiniana (ver: Somos seres tecnológicos cuya evolución se basa en el conocimiento). No obstante, dicho camino que se antoja sin retorno emprendido por la humanidad como homo sapiens sapiens hacia su nueva y actualizada versión de homo sapiens artificialis, proceso el cual preveo que alcance su culminación transitoria entre finales del presente siglo y principios del que viene, si bien no debe asombrarnos no por ello debe dejar de preocuparnos, en el sentido de ocuparnos de manera preventiva y con espíritu reflexivo. Un tema que éste Filósofo Efímero pretende exponer a examen, de manera breve pero sintetizada, a través del siguiente sistema formal:

Teorema Evolutivo del Homo Sapiens Artificialis

1.-El Ser Humano se modifica artificialmente para corregir su propia imperfección

Lo que está claro, es que la tendencia evolutiva humana, mediante el uso de la tecnología en la mejora de las capacidades físicas e intelectuales del hombre, tiene como objetivo corregir e incluso perfeccionar la imperfección de la naturaleza humana. Un requerimiento imperativo como especie, por otra parte, frente a la irrupción de un nuevo espécimen de seres inteligentes artificialmente que en su perfección ejecutiva vienen para quedarse con la finalidad de suplir la imperfección humana. (Ver: El ser humano dejará de ser en breve el ser más inteligente y Como seres imperfectos, ¿qué implica crear seres perfectos para corregir la imperfección?)

2.-El Ser Humano modificado artificialmente cede su control personal a la Tecnología

Asimismo resulta obvio que, como en el caso flagrante del proyecto Neuralink -que en verdad representa la punta del iceberg del nuevo Homo sapiens artificialis-, la presumible nueva tecnología implantada a los seres humanos supondrá de facto la cesión voluntaria o por imposición, dependiendo del nivel de sociabilización de dichas modificaciones físicas e intelectuales, del control personal de un individuo sobre sí mismo. Y más concretamente en el caso ejemplarizador de Neuralink y similares, la cesión del control mismo de los cerebros de las personas a un sistema neuronal artificial externo. Lo cual, en todos los casos posibles, supone por aplicación del principio lógico de no contradicción una pérdida de control del hombre sobre el pleno uso sustancial de sus capacidades mentales a título individual (ver: Neurotecnología: el peligro de la pérdida de control sobre la percepción de la realidad).

3.-La Tecnología, como ente superior en el que se sustenta el control último del Ser Humano modificado artificialmente, impone su propia Ética.

Por otro lado, resulta relevante destacar que toda modificación de supuesta mejora física e intelectual del ser humano afectará indudablemente y de manera directa al comportamiento conductual del mismo. Por lo que, siendo la autoría de la intervención de mejora de la especie humana específica de la Tecnología, y teniendo ésta el control último sobre el ser humano, es evidente que las reglas conductuales del hombre vendrán condicionadas por las propias de la Tecnología. Así pues, si el comportamiento humano futurible estará sujeto a la Tecnología, y dichas actitudes conductuales son materia de estudio de la Ética, ergo la nueva Ética humana será dictada conforme a la Ética de la Tecnología, la cual a su vez vendrá determinada, como ya sucede, por los valores morales de un Mercado de profunda ideología productivista que desarrolla dicha Tecnología [Ver: El Transhumanismo, el lobo (del mercado) con piel de cordero y La Ética mundial no puede estar en manos de los ingenieros informáticos].

4.-La Ética de la Tecnología, en tanto fundamento de la ética conductual del Ser Humano modificado artificialmente, impone su propia Consciencia.

Pero la Ética es mucho más que el estudio conductual del hombre, y ahora inclusive también de los robots por necesidad práctica [ver: La Roboética o la falacia de controlar a los robots(Teoría de la Evolución Robótica)]. Pues la Ética enjuicia los valores de dicha conducta, humana o artificial, en base a criterios discriminatorios en la relación existente entre acciones consideradas como correctas e incorrectas en términos morales, con independencia del sistema de referencia de valores (universales y atemporales o sociales y temporales). Y en este proceso determinista, de cómo debe entenderse y enjuiciarse la realidad más inmediata, la Ética representa la estructura fundamental sobre la que se construye la Consciencia. Por lo que, si la nueva Ética humana será presumiblemente dictada conforme a la Ética de la Tecnología, y asimismo la Ética es el cimiento de toda Consciencia, ergo la nueva Consciencia humana será moldeada a partir de la Consciencia de la Tecnología, desembocando así por simple fuerza gravitatoria en un escenario donde la frontera entre una y otra será tan ambigua como ambivalente (ver: La consciencia artificial cuestiona la consciencia humana).

5.-El Ser Humano modificado artificialmente, intervención mediante de una Ética y una Consciencia artificial, pierde las cualidades características humanas

Vistas las premisas precedidas, llegamos al presente axioma en calidad de conclusión del Teorema, que no puede ser otro a la luz de la lógica en que el Ser humano, tal y como lo concebimos en la actualidad, pierde las cualidades características propiamente humanas tras los procesos de modificación artificial a los que se ha sometido. Y donde concurre, aun careciendo de tangibilidad, una profunda intervención diáfana de la Ética y la Consciencia de la Tecnología sobre el nuevo Homo sapiens artificialis (ver el Efecto de la Deshumanización en “Deshumanización, la quina parada del Ulises moderno en su viaje personal”). Llegados a éste punto, puede vislumbrarse un futuro posible donde el nuevo Ser Humano pasará de considerarse un sujeto a un objeto, en tanto coexistirá en un nuevo hábitat tecnológico donde la relación entre todos los elementos que conforman la realidad serán susceptibles de ser cocreados y controlados artificialmente. Un futuro lo más parecido, para la capacidad cognitiva de nuestro imaginario temporal, al mundo distópico de Matrix.

Presentado el Teorema Evolutivo, tan solo cabe finalizar la presente reflexión con la pregunta lanzada por Morfeo en Matrix: -¿Alguna vez has tenido un sueño, Neo, de que estabas tan seguro de que era real? ¿Qué pasaría si no pudieras despertar de ese sueño? ¿Cómo sabrías la diferencia entre el mundo de los sueños y el mundo real?. Frente a ésta pregunta, la respuesta es evidente: en tal caso, resultaría imposible conocer la diferencia entre realidad y ficción. No obstante, aun consciente que sé menos que aquello que sabía Sócrates, me percibo aun como un ser humano, y en tanto y cuanto soy plenamente consciente de mi naturaleza humana, profundamente humana como diría Nietzsche, aprovecho a deleitarme en la misma, pipa en boca, alegre por sentirme a salvo generacionalmente del nuevo paso evolutivo al que nuestra especie parece precipitarse.



Nota: Para artículos de reflexión sobre filosofía contemporánea del autor se puede acceder online a la recopilación del glosario de términos del Vademécum del ser humano

miércoles, 10 de junio de 2020

Renta Mínima Vital: un paso evolutivo hacia una sociedad más humana por dignificante

Colas para recoger alimentos en el estadio del Valencia CF, 26/5/20

Si algo positivo puede extraerse de la actual situación de crisis pandémica del coronavirus, como ha sucedido de manera reactiva en episodios varios de crisis pasadas sufridas por el hombre a lo largo de la Historia, ésta es justamente la reciente instauración institucionalizada de la Renta Mínima Vital, la cual puede elevarse a la categoría de hito social equiparable a la implantación de los derechos laborales o a la protección del medio ambiente. Una Renta Mínima Vital que aunque llega con retraso, podría decirse que nunca es tarde si la dicha es buena. Es buena en tanto y cuanto es una medida que refuerza el valor de la Dignidad de la vida del ser humano  (ver: ¿Qué es la Dignidad?), y llega con retraso en tanto y cuanto el actual modelo económico capitalista no funciona como sistema de organización social democrático, a la luz de las grandes desigualdades sociales generadas desde la segunda mitad del siglo pasado. Es por ello que, desde entonces, diversas voces críticas teorizábamos ya sobre dicha Renta Mínima Vital, bajo nomenclaturas más o menos similares, como medida necesaria para la salubridad del Estado de Bienestar Social. (Ver reflexiones sobre la materia en las secciones de Filosofía de la Economía y Filosofía de la Sociedad del Vademécum del Ser Humano).

Reticencias sociológicas

No obstante, la causa real del retraso en el establecimiento de la Renta Mínima Vital no viene tanto de la hegemonía ideológica económica de un capitalismo ultraliberal, sino más bien de una ideología política reticente reflejo de una sociología muy concreta: la estigmatización del pobre en calidad de vago u holgazán, la cual viene derivada a su vez de la profunda concepción cultural negativa que aún persiste sobre aquella persona fracasada socialmente (tema ampliamente desarrollado en mi obra El Poder Transformador del Fracaso). No obstante, el estereotipo del pobre contemporáneo como gandul, ocioso y aprovechado, por poner algunos calificativos de uso corriente, choca de frente contra el Principio de Realidad de una sociedad en la que se ha quebrado el Principio de Oportunidad imprescindible para la igualdad y la justicia social, dando lugar a la existencia de miles de personas que aun preparadas y queriendo trabajar no tienen cabida en el mercado laboral, y otros tantos de miles que aun trabajando prácticamente no pueden asegurarse la subsistencia doméstica en un contexto de salarios precarios, trabajos temporales y un alto nivel del coste de la vida. Como ejemplos de los efectos de dicha situación de rabiosa actualidad, según datos oficiales de 2019/2020, cinco botones clarificadores:

1.-Uno de cada tres empleados españoles se encuentra en el paro.

2.-Casi la mitad de los trabajadores españoles son mileuristas o menos.

3.-La mitad de los docentes universitarios del país, como ejemplo de profesionales altamente cualificados, son asociados (no tienen plaza fija propia de los titulares) y sus sueldos -en la inmensa mayoría de los casos- rondan los 200 euros.

4.-La pobreza afecta a uno de cada tres niños españoles.

5.-Cada día en España se suicidan 10 personas, equivalente a una muerte cada dos horas y media, como respuesta a una crisis vital.

¿Se requieren más datos?. Para los incrédulos que aun niegan la realidad, desde alguna confortable atalaya personal, solo cabe invitarles a que dediquen un poco de su tiempo a instruirse a la luz de fuentes verídicas por oficiales de la triste, por no decir trágica, radiografía social española (Y como causa, ver: La Productividad actual lleva a la Desigualdad Social).

Reticencias económicas

Expuesto lo cual, lo que es evidente es que la Renta Mínima Vital es una medida de justicia social, en términos humanistas, ante la actual situación social de precariedad e incluso pobreza extrema existente en la sociedad española. Una justicia social, bajo la lógica de un Estado Social y Democrático de Derecho y al amparo por tanto del Estado del Bienestar Social, que no puede existir sin una política de justicia fiscal, es decir, sin una redistribución equitativa de la renta nacional (Ver: El Bienestar Social, un patrimonio a defender fuera de las leyes del Mercado). Un tema éste que, asimismo derivado de las causas de las reticencias sociológicas anteriormente expuestas, levanta ampollas entre sus detractores, los cuales consideran como injusto e improperioso el hecho de costear con el esfuerzo del trabajo de los ciudadanos contribuyentes (los que trabajan) a los ciudadanos no contribuyentes (los que no trabajan ) o, como prefieren calificarlos, a los susodichos vagos ociosos.

Ciertamente, los ingresos con los que cuenta el Estado español en sus Presupuestos Generales, cuyo 40 por ciento van destinados desde hace décadas a pagar pensiones y otras prestaciones de la Seguridad Social, proceden en un 85 por ciento de la recaudación tributaria de los denominados ciudadanos contribuyentes, es decir de los que trabajan y cotizan: 39 por ciento del IRPF, 33 por ciento del IVA, y 12 por ciento del Impuesto de Sociedades. En éste punto, señalar que el Impuesto sobre el Patrimonio tan solo aporta menos del 0,5 por ciento al total. Mientras que el 15 por ciento de recaudación tributaria restante como ingresos al Presupuesto General del Estado va a cargo de los llamados Impuestos Especiales (hidrocarburos, electricidad, alcohol y bebidas derivadas, tabaco, cerveza o carbón), otros Impuestos Indirectos (como el impuesto sobre Tráfico Exterior Común o sobre las Primas de Seguros), el Impuesto sobre la Renta de los No Residentes, los Impuestos directos No Vinculados a la Renta (como el Impuesto sobre el Valor de la Producción Eléctrica), y otras tasas e ingresos varios (como el Canon por el aprovechamiento de aguas continentales para la producción de energía eléctrica). Y asimismo también es cierto, y por tanto requerida su mención, que la tendencia ya recurrente de la previsión de gasto de los Gobiernos de turno siempre es superior a los ingresos, lo que genera un déficit que España combate mediante la adquisición de deuda pública a través de diversos mecanismos en los que no cabe entrar en la presente reflexión. Así pues, es verdad que los ciudadanos contribuyentes costean, al menos en un 85 por ciento, la Renta Mínima Vital de los ciudadanos no contribuyentes, o de aquellos deficitariamente contribuyentes por no llegar a los mínimos de cotización que les permita excluirse del estado de pobreza. Pero igualmente no es menos verdad que la partida presupuestaria general del Estado destinada a combatir la pobreza de la ciudadanía española, mediante la Renta Mínima Vital, representa a día de hoy menos del 0’6 por ciento del total de los Presupuestos Generales. Una partida que, por otro lado y políticas redistributivas de la renta a parte, se cubriría casi en sus dos terceras partes tan solo con la reciente tasa Google de aplicación bajo el paraguas de la UE sobre multinacionales tecnológicas que operan en España.

Madurez democrática

Visto que la Renta Mínima Vital, por tanto, no tiene como problema de fondo la financiación por el ridículo coste que supone a las arcas públicas, cabe abordar el tema desde un enfoque de solidaridad, responsabilidad y sabiduría social, a su vez que de madurez democrática.

1.-La Solidaridad de la Renta Mínima Vital

La Renta Mínima Vital es, como su nombre indica, un ingreso de ayuda vital y no un salario, es por ello que sus cuantías se sitúan para familias medias de dos adultos y un niño por debajo del umbral del salario mínimo interprofesional establecido por ley de aplicación a los trabajadores (950€). Pues el objetivo de la Renta Mínima Vital no es pagar un sueldo a una persona o familia en situación de precariedad, sino asistirla vitalmente con un mínimo de recursos económicos para ayudarla a salir de la pobreza extrema o de subsistencia. ¿O a caso alguien piensa que con un subsidio que ronda el salario mínimo interprofesional puede vivir suficientemente una familia de cuatro miembros, llegando a poco más de 450€ de ayuda para aquellas otras estructuras familiares unipersonales?. No obstante y así, se estima que con estas prestaciones sociales podrá erradicarse en un 80 por ciento la tasa de pobreza extrema existente en el país. Una ayuda vital, sea dicho de paso como aclaración para pícaros o malpensados, que es incompatible con cualquier otra ayuda económica prestada por el Estado. Es por ello que la Renta Mínima Vital debe considerase en su justa medida como una medida de Solidaridad social, equiparable a las pensiones no contributivas vigentes por viudedad, orfandad o discapacidad, así como a la Ley de Promoción y Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia, más conocida como Ley de Dependencia.

2.-La Responsabilidad de la Renta Mínima Vital

Por otro lado, cabe señalar que la Renta Mínima Vital es, asimismo, una Responsabilidad social ya no tan solo con las personas necesitadas en situación de vulnerabilidad o exclusión social, sino asimismo con el grupo de la tercera edad, en tanto y cuanto siendo éste el único estrato social que ha escapado de la pobreza en parámetros absolutos gracias a las prestaciones sociales por pensiones tanto contributivas como no contributivas, ha recaído sobre él la totalidad del esfuerzo moral y financiero por mantener a la familia media española en estado de población activa desocupada u ocupada precariamente a raíz de la pasada crisis económica del 2018 que aun arrastramos (Ver: La mitad de los trabajadores de España son pobres ilustrados sin identidad de clase social propia y España, viento en popa y a toda vela hacía un país eminentemente de camareros). Por lo que la no aplicación de la Renta Mínima Vital constituye una flagrante omisión al auxilio social que de manera subsidiaria están afrontando nuestros mayores, esfuerzo personal mediante.

3.-La Sabiduría de la Renta Mínima Vital

Pero con independencia de la Solidaridad y la Responsabilidad social, la Renta Mínima Vital deviene una medida de Sabiduría social, en tanto reinserta a una población estimada inicialmente en 4 millones de personas al ámbito de la economía doméstica, lo que representa una inyección directa para el consumo nada desdeñable en medio de una necesaria reactivación de la economía productiva del país, donde los sectores servicios y comercio juegan un papel relevante en su aportación al PIB nacional. Y ya se sabe que el movimiento, y más en economía, genera movimiento. Sin mencionar que la estabilidad social, aunque la Renta Mínima Vital se limite a cubrir las necesidades vitales fisiológicas y de seguridad básicas del ser humano según la clásica pirámide de Maslow, es condición sine qua non para la armonía social. (Ver: Hemos invertido la Pirámide de Maslow: Autorrealización por delante de necesidades básicas). Una medida de gestión social, sea dicho de paso, que sin lugar a dudas va a representar una necesaria experiencia de preparación previa aun sin pretenderlo ante la progresiva robotización de la sociedad, en la que paulatinamente el hombre medio va a ser desplazado por la mano de obra de la inteligencia artificial, aunque éste es trigo de otro costal [ver: Los robots cotizarán en la Seguridad Social (y cambiarán la sociedad), entre otras reflexiones afines en la sección de Robología/Roboética del Vademécum del Ser Humano].

4.-La Madurez democrática de la Renta Mínima Vital

Aunque, por encima de todo y de manera sobresaliente, cabe señalar que la Renta Mínima Vital es un estadio de madurez de la ciudadanía como sujeto político en el sentido que representa una evolución positiva del modelo de organización social al que denominamos Democracia. Puesto que, como es sabido por todos, los principios rectores de toda Democracia beben de manera directa de los valores universales recogidos, tras siglos de desarrollo del pensamiento humanista que se inició con los clásicos y tomó velocidad de crucero con la Ilustración, en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. La cual tiene, como alfa y omega, la protección de la Dignidad de la vida del ser humano. Y es justamente la Dignidad de la vida de las personas el espíritu sobre el que se forja una medida político-social tan trascendental por histórica como es la Renta Mínima Vital.

Así pues, y a modo de conclusión de ésta breve reflexión, cabe finalizar afirmando de manera categórica que la Renta Mínima Vital si bien puede parecer un pequeño paso para el hombre, deviene en realidad un gran paso para la humanidad, pues hace de ésta nuestra sociedad un sistema organizativo más humano por dignificante. Dixi!



Nota: Para artículos de reflexión sobre filosofía contemporánea del autor se puede acceder online a la recopilación del glosario de términos del Vademécum del ser humano

lunes, 8 de junio de 2020

Deshumanización, la quinta parada del Ulises moderno en su viaje personal

George Floyd muerto por asfixia, USA 25/5/20

No hay que ser un Ulises clásico para haber percibido de manera directa o indirecta la Deshumanización en el mundo. Si bien justamente la Deshumanización es el tema principal que se deriva de la quinta parada del viaje que Ulises, en su intento por regresar a su país Ítaca tras finalizar la guerra de Troya, realizó en la Isla de los Lestrigones, pueblo de gigantes antropófagos. Según narra Homero en la Odisea, tan pronto los gigantes vieron a la tripulación de Ulises se los comieron, llegando a lanzar rocas y arpones contra sus embarcaciones para cazarlos como a peces, consiguiendo Ulises escapar con un solo barco por haberlo amarrado fuera de un puerto que acabó convirtiéndose en una trampa mortal de los caníbales para el resto de su flota marítima. La Deshumanización, por tanto, se me tercia como el sexto concepto a analizar, desde un enfoque tanto de la Filosofía Contemporánea como de la Filosofía Efímera, en éstas Reflexionesfilosóficas del viaje de Ulises, un viaje sea dicho de paso que la Odisea describe durante diez largos y tormentosos años.

La Deshumanización, como bien sabemos todos, es un estado o un proceso mediante el cual la persona es despojada de sus características humanas, teniendo éstas como referente a los valores universales (ver: Reflexiones del Filósofo Efímero sobre los Valores Universales del Ser Humano), los cuales a su vez se enmarcan dentro de lo que denominamos Humanismo en términos de filosofía de vida. Por lo que, si el Humanismo se entiende como la Ética humana en sentido positivo, la Deshumanización no es más que su polo opuesto, y por tanto al ser ésta diametralmente contraria pertenece a la Ética humana en sentido totalmente negativo. Y aún más, si bien a través del Humanismo el hombre puede trascenderse a sí mismo y como colectividad a su especie en un proceso evolutivo positivo, a través de la Deshumanización el hombre queda retraído a su primitiva naturaleza animal, donde los valores universales son sustituidos por los instintos más básicos propios del mundo salvaje.

Expuesto lo cual, lo interesante de la presente reflexión es analizar qué tipos de tendencias humanas de la sociedad contemporánea alejan al hombre de los preceptos humanistas para acercarlo o imbuirlo en un sistema de referencias claramente deshumanizado. Para ello debemos afrontar la Deshumanización desde su triple naturaleza estructural: Causa, Instrumentalización y Efecto.

1.-La Causa de la Deshumanización

Entenderemos Causa como motivación o razón de ser de la materia de estudio. En este sentido, si percibimos que la Deshumanización es un proceso de promoción por exaltación de los instintos básicos animales de los seres humanos, y que por tanto lleva implícito la anulación de la Razón como principio necesario para la existencia del Humanismo como manifestación de su polo opuesto, concluiremos que un hombre carente de Razón es un hombre esencialmente manipulable, no solo por carente de libre pensamiento sino por asimismo carente de pensamiento crítico, al estar preso bajo el yugo de los dictámenes de su propio instinto animal. Por lo que puede afirmarse que un sistema social deshumanizado es un sistema humano susceptible de ser controlado y dominado por un poder superior. Es decir, la Deshumanización es un medio eficaz para el control de masas, entendida la masa como un rebaño de seres animales con predisposición para ser domesticados.

2.-La Instrumentalización de la Deshumanización

Peto, vista la Causa, ¿cómo se instrumentaliza un sistema de dominación y poder en un contexto social deshumanizado?. La respuesta es tan simple como terrible: haciendo de la Deshumanización una filosofía de vida. Un planteamiento que puede parecer imposible por sus connotaciones distópicas, pero que no por ello es menos real. En este sentido, no hay que ir lejos para descubrir una filosofía de vida deshumanizada, tras hacer un rápido barrido de filosofías sociales imperantes por contemporáneas que reniegan de los principios rectores del Humanismo como Ética positiva de referencia, como es el caso patente del Capitalismo. De hecho, si ponemos atención en los dos valores fundamentales por vertebradores del Capitalismo: egoísmo y desigualdad social, observaremos que son radicalmente contrarios a la substancia común misma de la que parten el conjunto de los valores universales propios del Humanismo: solidaridad e igualdad Social, a partir de los cuales derivan otros valores consustancialmente notables como puedan ser el respeto, la justicia, la paz, la bondad, la dignidad, la honradez, etc. Pero aún más, el Capitalismo es una filosofía de vida que antepone el capital como bien superior a alcanzar por encima de la propia vida humana, la cual queda reducida a un simple medio productivo. Por lo que es justo definir al Capitalismo como un sistema necrófago en tanto se sirve de vidas humanas para su subsistencia, sea dicho de paso para beneficio personal de unos pocos que en su posición de poder controlan al resto de la masa, siendo aquellas percibidas como improductivas desechadas.

Por otro lado, apuntar que el mecanismo del Capitalismo para la anulación de la Razón humana en pos de la exaltación de los instintos básicos animales es fruto de una estrategia tan sencilla como aterradora por su eficacia: el consumismo sensitivo compulsivo. O dicho en otras palabras, la filosofía de vida capitalista se sirve de una cultura hedonista que enajena al conjunto de las personas, reduciéndolas a simples seres adictos al consumo continuado de experiencias placenteras, cuya satisfacción se convierte en un fin superior y fundamento del sentido mismo de la vida. Un consumismo que, de paso, retroalimenta al propio sistema capitalista basado en la propiedad privada de los medios de producción, en la importancia del capital como generador de riqueza, y en la distribución de los recursos producidos a través de los mecanismos de consumo del mercado. Es decir, el Capitalismo se agranda (o enriquece) con la producción y venta de consumibles de loto bajo múltiples formas, que la masa ingiere compulsivamente para su autoinducida enajenación colectiva donde la Razón no tiene lugar de ser (Ver los efectos del consumo del loto en “El Desvarío, la segunda parada del Ulises Moderno en su viaje personal”).

3.-El Efecto de la Deshumanización

Pero más allá de la Causa y de la Instrumentalización, también cabe señalar el Efecto de la Deshumanización, el cual en una sociedad contemporánea de filosofía capitalista en pleno siglo XXI debemos encontrarlo en la base tecnológica sobre la que se construye dicha sociedad. En este sentido, no cabe entender la tecnología en sí misma como un elemento deshumanizador, sino aquel uso que se realiza de ésta en términos conductuales, materia que afecta a los valores morales como objeto de estudio de la Ética. Así pues, la tecnología se presenta como Efecto de la Deshumanización en tanto y cuanto el ser humano se somete voluntariamente a una “mejora” como especie tanto a nivel físico como intelectualmente mediante la intervención de la tecnología, bajo los criterios de los valores del Mercado en términos de productividad. Un proceso progresivo, relativamente lento pero sin pausa, que busca transformar al ser humano en un transhumano o posthumano [Ver: El Transhumanismo, el lobo (del Mercado) con piel de cordero y Neurotecnología:el peligro de la pérdida de control sobre la percepción de la realidad]. Y donde la Ética del nuevo ser humano, ya de por si distorsionada aquella y enajenado éste por la Instrumentalización de la Deshumanización como hemos visto anteriormente, queda supeditada inalienablemente a los postulados que marca el Capitalismo (Ver: La Ética mundial no puede estar en manos de losingenieros informáticos). En éste punto recomiendo diversas reflexiones sobre el tema, para enriquecimiento del mismo y con el objetivo de no extenderme, en la sección de Robología/Roboética del Vademécum del Ser Humano.

En resumidas cuentas, podemos afirmar que la tecnología postindustrial es el Efecto directo derivado de la Instrumentalización de una sociedad deshumanizada, en la que los valores humanistas son substituidos de facto y manipulación tecnológica mediante por valores opuestos inherentes al Capitalismo. Un éxito completo, como podemos observar, para la empresa de Deshumanización del ser humano. El cual ya no sabe ni quién es, ni de hecho lo necesita, pues para ello ya tiene al Big Data para reafirmar su identidad personal en una relación tan viciada como tóxica (Ver: El “Conócete a ti mismo” lo ejerce el Mercado por nosotros).

Llegados a éste punto, si el Ulises moderno no quiere acabar devorado por un sistema tan deshumanizado como antropófago, debe procurarse escapar de su Isla de los Lestrigones particular, no solo ya por su bien propio sino por el bien del conjunto de la humanidad. El plan de escape es obvio: en primer lugar cabe prescindir de continuar consumiendo el tan apetecible fruto del loto, para en segundo lugar, y ya en pleno uso restituido de las facultades mentales, huir de la trampa necrófaga mediante la embarcación de la Razón y bajo el auspicio de los vientos revitalizantes del Humanismo. Solo así, el ser humano puede escapar de la Deshumanización. Y a partir de aquí, que los Dioses guíen.


Nota: Para artículos de reflexión sobre filosofía contemporánea del autor se puede acceder online a la recopilación del glosario de términos del Vademécum del ser humano



domingo, 7 de junio de 2020

Imprudencia, la cuarta parada del Ulises moderno en su viaje personal


No hay que ser un Ulises clásico para haber experimentado, en piel propia o ajena, el sentimiento de la Imprudencia ante una situación, circunstancia o hecho. Si bien justamente la Imprudencia es el tema principal que se deriva de la cuarta parada del viaje que Ulises, en su intento por regresar a su país Ítaca tras finalizar la guerra de Troya, realizó en la isla de Eolo, tierra flotante del señor de los vientos. Según narra Homero en la Odisea, Eolo entregó a Ulises una bolsa de pellejo de buey con vientos del oeste para que condujera su nave de vuelta a Ítaca, pero tan pronto divisaron tierra tras nueve días de navegación parte de la tripulación abrió la bolsa para saciar su curiosidad, lo que desató una tormenta de vientos que los devolvió de vuelta a la isla de Eolo deshaciendo así lo navegado. La Imprudencia, por tanto, se me tercia como el cuarto concepto a analizar, desde un enfoque tanto de la Filosofía Contemporánea como de la Filosofía Efímera, en éstas Reflexiones filosóficas del viajede Ulises, un viaje sea dicho de paso que la Odisea describe durante diez largos y tormentosos años.

De hecho, la Imprudencia es un comportamiento humano de máxima actualidad en plena fase de desescalada en estos tiempos de emergencia sanitaria a causa de la pandemia del coronavirus. Donde una parte relevante de la población actúa de espaldas a cualquier medida de control y de protección contra el contagio viral, equiparable al hecho de que el virus, que ha parado en seco al mundo durante los últimos meses con un balance nada desdeñable de muertes a su paso, haya desaparecido por arte de magia y sin vacuna mediante de la faz de la Tierra. Una conducta social imprudente que nos puede arrastrar, al igual que le sucedió a la tripulación de Ulises en su insensatez de jugar con la bolsa de los vientos de Eolo, al punto de partida del que salimos: nuevo repunte de contagios y fallecimientos con el consecuente restablecimiento del estado excepcional de confinamiento domiciliario para el conjunto de la población. Como diría el premio Nobel Saramago: no es que sea pesimista, es que el mundo (o mejor dicho su gente) es pésimo.

Hablar de Imprudencia, por tanto, es hablar de comportamientos deficientes en sensatez, carentes de cuidado, faltos de reflexión, ausentes de meditación, insuficientes en previsión, escasos de responsabilidad, excedidos de temeridad, suficientes en precipitación y abundantemente ligeros. Es decir, la Imprudencia es una conducta exenta de Razón suficiente a la luz de la Lógica. Es por ello que siendo la Imprudencia un acto que implica un cierto riesgo para el que lo comete, si quien incurre en dicha conducta arriesgada es una persona en relación consigo misma y en plena asunción de sus responsabilidades, la Imprudencia solo debe entenderse dentro del ámbito de la imbecilidad humana, es decir de aquel perfil de personalidad que es poco inteligente y que por tanto padece algún grado de deficiencia mental. Pero si contrariamente la Imprudencia, ya sea personal o grupal, implica un cierto grado de riesgo para terceros a los cuales se pone en peligro su seguridad o incluso sus propias vidas sin habérselo propuesto, concurriendo en consecuencia un desenlace con resultado lesivo, entonces nos hallamos ante un delito tipificado en el código penal español de Imprudencia temeraria. Y ello con independencia de que en el mismo concurra la existencia de un concurso de delitos por añadidura como pueda ser el homicidio imprudente.

Y justamente de Imprudencia temeraria puede calificarse la actual política gubernamental que se está llevando a cabo en la desescalada del estado de excepcionalidad por emergencia sanitaria en pos de la tan ansiada vuelta a la “normalidad” social prepandémica, a la vista de cuatro indicadores diáfanamente objetivos:

1.-El coronavirus, como afirma la comunidad científica, aún no se ha extinguido.

Solo ayer y en el transcurso de 24 horas, en mi tierra natal de Cataluña se registraron 302 nuevos contagios y 17 muertes, según fuentes del Departamento de Salud regional que contradice así de facto los datos ofrecidos por el Ministerio de Sanidad, los cuales señalaban un solo fallecimiento en el conjunto de España en el mismo período de tiempo.

2.-La comunidad médica aun no ha encontrado una vacuna que contrarreste o palie los efectos del coronavirus.

Por lo que toda persona contagiada por el coronavirus está indefensa frente a la enfermedad, quedando a expensas de su propia capacidad fisiológica de lucha y resistencia contra los posibles efectos devastadores que puede producir el virus en el cuerpo humano.

3.-España como país sigue sin inmunidad frente al virus.

El país tan solo cuenta a día de hoy con una tasa del 5’2% de inmunidad en el conjunto de su población, frente al 60 por ciento que estiman los científicos como el umbral necesario para conseguir una inmunidad colectiva o, como le gusta denominar a los epidemiólogos, de inmunidad de rebaño.

Y, 4.-Todos los informes académicos sanitarios apuntan a la previsión de un nuevo rebrote de contagios con una segunda ola de fallecimientos pasado el verano, pudiendo alargar la crisis sanitaria del coronavirus hasta bien entrado el año que viene.

Ya que los meses estivales, comprendidos entre junio y septiembre, son aquellos en los que se prevé un alto ratio de volumen de contactos interpersonales por parte de una población que vuelve a un estado de normalidad prepandémica en términos de relaciones sociales, agravado si cabe aun más por el previsible relajamiento colectivo en plena época turística de sol y playa.  

Expuesto lo cual, es una obviedad deducir que en la actualidad existe una contradicción entre las medidas de contención sanitarias a aplicar y la precipitada política de apertura social llevada a cabo por los diversos gobiernos de turno, rompiendo así la sintonizada y coherente praxis existente entre criterios científicos y políticos que marcó el inicio de la pandemia (ver el Hombre de la Razón se antepone al Hombre de la Fe en: “Pandemia, una reflexión sobre su triple efectología”).  

La causa de dicho comportamiento político propio de la Imprudencia temeraria cabe buscarlo en dos tipos de razones de naturaleza diferente. Por un lado, encontramos el fundamento de una razón políticamente inconfesable, como es el miedo a las revueltas sociales (las cuales comenzaban a emerger) por puro agotamiento de la ciudadanía en su tensa continencia de permanecer recluidos en sus casas durante tres meses, sin vida social alguna, experimentando un inhabitual estado de privación de sus libertades individuales autopercibidas como derechos fundamentales por nacimiento propio como ciudadanos democráticos de pleno derecho (ver: Confinamiento o el síndrome del león enjaulado). Y, por otro lado, encontramos el fundamento de una razón políticamente confesable, como es la imperiosa necesidad de reactivar lo poco que queda, tras la hibernación sanitaria del país, de una maltrecha economía productiva en una España que entra en una grave situación de crisis de liquidez con un paro estructural que puede alcanzar el 20 por ciento de la población activa (ver: Pandemia, ¿salvar vidas o salvar la economía?). Es decir, panem et circenses antes que seguridad sanitaria. Eso sí, los políticos se cubren las espaldas pidiendo, en plena desbandada de una masa desbocada, máxima responsabilidad ciudadana a título individual a falta de poder continuar imponiendo la disciplina social (ver: Disciplina Social, la defensa del bien colectivo frentea la irresponsabilidad individual): Las autoridades gubernamentales advierten que el uso de la mascarilla es de uso obligatorio, así como la distancia de seguridad de dos metros entre personas.

Dicho lo cual, queda evidenciado que, en plena actualidad, la gestión frente a la prevención de la Imprudencia como comportamiento conductual humano se deja a merced del nivel de responsabilidad individual. Una llamada gubernamental a la responsabilidad personal que asimismo no genera demasiada confianza en lo que a la especie humana se refiere, y menos aún cuando estudios recientes demuestran que nuestros cerebros se vuelven literalmente ciegos a la evidencia de una opinión contraria a la propia cuando estamos muy confiados de nuestras propias creencias. Es decir, que cuando una persona tiene mucha confianza en una decisión, como pueda ser el caso que nos ocupa de estar libre de coronavirus en un entorno de falsa normalidad social, dicha persona toma tan solo aquellas informaciones que reafirman su decisión, pero no procesa aquellas otras informaciones que la contradicen aunque sea para su bien (ver: Así “esconde” nuestro cerebro la información que contradice nuestras creencias). Un sesgo de confirmación arraigado en los procesos de pensamiento de la mayoría de personas que hace patente la poca fiabilidad de un llamamiento general a la responsabilidad individual. Es decir, mente que no ve, corazón que no siente. He aquí el caldo natural para la Imprudencia sociabilizada.

Así pues, frente a una sociedad imprudente, el Ulises moderno tan solo puede intentar no perder y mucho menos ceder el control personal sobre las medidas de protección sanitaria que le afectan a nivel individual, pues en caso contrario le puede ocurrir lo mismo que al Ulises clásico, que relajado en la confianza depositada en su tripulación se vio arrastrado por la imprudencia de éstos, los cuales impacientes y falsamente seguros de sí mismos abrieron la bolsa de los vientos de Eolo antes de tiempo, llevándoles a desandar lo andado. Y ante este panorama, como dijo el César, solo nos toca rezar con el mantra del alea iacta est, a la espera que las moiras nos sean indulgentes.


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sábado, 6 de junio de 2020

Atrapado, la tercera parada del Ulises moderno en su viaje personal


No hay que ser un Ulises clásico para haber experimentado, en algún momento de nuestras vidas, el sentimiento de estar Atrapado por una situación, circunstancia o hecho. Si bien justamente el estar Atrapado es el tema principal que se deriva de la tercera parada del viaje que Ulises, en su intento por regresar a su país Ítaca tras finalizar la guerra de Troya, realizó en la isla de Sicilia, país de los Cíclopes. Según narra Homero en la Odisea, Ulises y su tripulación se quedaron atrapados en una caverna con el cíclope Polifemo, quien se comió a varios compañeros de Ulises, por lo que para poder escapar emborracharon al gigante de un solo ojo en mitad de la frente y, tras dejarlo dormido por embriagadez, le quitaron el ojo con un palo afilado. Al ser Polifemo hijo de Poseidón, dios de los mares, éste persiguió desde entonces a Ulises durante todo su viaje marítimo para castigarlo. Por lo que Ulises no sólo se encontró Atrapado en una situación inicialmente azarosa, sino que posteriormente continuó estando Atrapado en una circunstancia derivada de las Consecuencias de sus actos. Estar Atrapado, por tanto, se me tercia como el cuarto concepto a analizar, desde un enfoque tanto de la Filosofía Contemporánea como de la Filosofía Efímera, en éstas Reflexiones filosóficas del viaje de Ulises, un viaje sea dicho de paso que la Odisea describe durante diez largos y tormentosos años. 

El hecho de estar objetivamente o percibirse subjetivamente Atrapado implica una limitación de la Libertad individual, ya sea ésta parcial o absoluta. No obstante no existe entidad alguna del ser Atrapado si no hay consciencia de ello, caso que ocurre en tantas y tantas personas que aun estando atrapadas se consideran ilusoriamente libres, como dúctil agua limitada en un recipiente. Pero, con independencia de la concurrencia necesaria de la consciencia (ver: Y tú, ¿tienes librealbedrío?), me interesa más en ésta breve reflexión señalar los grandes grupos de familia en los que se puede englobar el ser Atrapado en la experiencia humana, los cuales a su vez se reducen en el mismo a una doble naturaleza física y metafísica. Veámoslo:

I.-Naturaleza Física del ser Atrapado

La experiencia del ser Atrapado en su naturaleza Física puede asimismo referirse a un condicionante interno o externo al propio individuo, es decir que una persona puede estar, respectivamente, Atrapado en su cuerpo o Atrapado en un espacio físico exterior que priva de libertad a dicho cuerpo.

1.-Atrapado en el Cuerpo:

Respecto al primer supuesto de la experiencia del ser Atrapado en un Cuerpo, cabe señalar que ésta es una materia que puede ser tratada tanto desde un enfoque trascendental como mundanal. Así pues, en su dimensión trascendental es objeto de estudio propio de escuelas dualistas que conciben la existencia del alma, y que consideran ésta como una entidad pura que en su encarnación queda sometida a las imperfecciones del cuerpo humano, materia ampliamente desarrollada de manera especulativa por las religiones de todos los tiempos. Mientras que en su dimensión mundana es objeto de estudio propio de la ciencia médica, la cual afronta casos de personas cuya consciencia de existencia queda literalmente atrapada en su propia fisiología corpórea imposibilitados de movimiento o comunicación, o en aquellos otros casos, más específicamente del ámbito de la neurociencia y la psicología, cuyos individuos se sienten atrapados en un cuerpo equivocado en términos de conflicto intrapersonal de género. Un tema éste, el del Ser Atrapado en un Cuerpo, que no voy a desarrollar más allá de lo expuesto, redireccionando al lector si así le interesa a las siguientes reflexiones de ambas dimensiones, por un lado: “¿Existe el Alma más allá de la idea humana preconcebida?” y “Sacerdotes: relatores de mitos que juegan con la esperanza de los hombres”, y por otro lado: “La Neurociencia no define lo que es el Ser Humano”.

2.-Atrapado en un Espacio:

Por su parte, la experiencia del ser Atrapado en un Espacio físico cabe entenderlo como una privación de la libertad por causas de fuerza mayor stricto sensu, como pueda ser un reo condenado a prisión por medidas cautelares preventivas o por sentencia judicial firme, o una persona que por otras circunstancias varias haya quedado atrapada en un espacio que limita su capacidad de libre movimiento. Un tema al que no voy a profundizar porque en éstos momentos, permitamese ser franco, se me antoja carente de motivación intelectual alguna. Otra vez será.

II.-Naturaleza Metafísica del ser Atrapado

Pero, más allá de la naturaleza Física, personalmente me interesa más la experiencia del ser Atrapado en su naturaleza Metafísica por manifestarse ésta de manera más escurridiza a la consciencia del ser humano. En éste sentido, destacaría cuatro grandes familias de naturalezas metafísicas del ser Atrapado:

1.-Atrapado en una Consecuencia

Como sabemos, vivir es experimentar el continuo de las Consecuencias personales, a la luz del Principio de Causalidad, del que nadie puede huir o enajenarse. Es decir, que somos productos del efecto en cascada de unas causas precedidas en nuestra vida. Una biografía individual que no es más, que no por ello es menos, que la suma de pequeñas o grandes decisiones continuas que tomamos a cada nuevo amanecer, pues la vida es un continuo decidir. Por lo que todo ser humano vive desde y por su Consecuencia personal en la que se encuentra Atrapado en cada preciso momento de su existencia, ya sea de manera temporal o sostenible en el tiempo, ya que toda Consecuencia como efecto de una causa previa se convierte de manera ipso facto en una nueva causa que genera un nuevo efecto o Consecuencia existencial. Un tema al que no voy a alargarme por haberlo desarrollado con anterioridad (ver: LasConsecuencias, la primera parada de Ulises moderno en su viaje personal). Es decir, que toda persona puede cambiar de Consecuencia existencial, pero nunca puede escapar al hecho de estar Atrapado en una Consecuencia. Por lo que del ser Atrapado en una Consecuencia es de naturaleza consustancial a la propia realidad humana.

2.-Atrapado en una Cultura

Pero asimismo, el hombre, como producto cultural que es de un tipo de cultura concreta y determinada a la que se le impone en el momento incluso anterior a su propia concepción, está Atrapado en una Cultura y no en otra. O, lo que es lo mismo, está Atrapado por ligación simbiótica, tal como un nasciturus está unido a su placenta por el cordón umbilical, a un sistema de creencias y de valores singulares que le condiciona no solo la manera de percibir y juzgar su realidad más inmediata, sino a su vez de relacionarse con la misma a título individual, lo que determina su capacidad de desarrollo personal como ser humano. Una restricción supeditada de libertad personal de dimensiones profundamente mental, pues la cultura pertenece al mundo de las ideas sobre la que se edifica la realidad (ver: La realidad objetiva humana no existe fuera del consenso general subjetivo), que solo puede salvarse mediante la transgresión de la propia cultura por medio de la destrucción del sistema de creencias imperante en substitución de uno nuevo y alternativo de construcción individual, convirtiendo al hombre en un ser postcultural o, más concretamente, en un hombre indómito (ver: Dominar al Hombre Indómito: octavo trabajo del Hércules moderno). Pues solo el hombre indómito, un rara avis de la especie humana por excepcional, es capaz de vivir más allá de la cultura y, en consecuencia, escapar fuera de la caja de la realidad social.

3.-Atrapado en un Rol Social

No obstante, como derivación de la naturaleza del ser Atrapado en una Cultura, cabe destacar por su entidad con personalidad propia al hecho del ser Atrapado en un Rol Social, ya que si bien el primer determinismo de privación de libertad personal se fundamenta en el ámbito de las creencias como cosmología humana, desde un punto de vista propiamente ontológico, el segundo se fundamenta en el ámbito de la responsabilidad individual del ser humano como animal social, desde un punto de vista de la Filosofía Social. Es decir, el hombre se encuentra  Atrapado en un Rol Social concreto en tanto y cuanto es un animal social que habita y tiene sentido de existencia propia en el seno de una sociedad, la cual estipula de manera reglamentaria el papel de todos y cada uno de sus miembros para beneficio de la subsistencia colectiva. Un determinismo que, en la sociedad contemporánea, no solo viene condicionado por el (desigual) Principio de Oportunidades derivado de la clase social a la que pertenece cada individuo, sino asimismo por un sistema educativo universal que estandariza y homogeniza el tipo de papel social de sus integrantes conforme a criterios de capacidad productiva. Por lo que liberarse de las ataduras que atrapan al hombre en un determinado rol social como medio para alcanzar la libertad individual equivale, para el ser humano contemporáneo, autoexiliarse de su propia sociedad, lo cual representa asimismo transgredir la cultura imperante por natural cuyo dogma de fe reza que fuera de la sociedad no existe vida para el hombre por su condición de animal social. Ergo, en tanto que el hombre es y sea un animal social siempre quedará Atrapado en un rol social. (Ver: Nadie está exonerado del precio que tiene que pagar por su propia libertad personal).

4.-Atrapado en la Apariencia

Y por último, como cuarto gran grupo de las familias de naturalezas metafísicas del ser Atrapado, encontramos el ser Atrapado en la Apariencia. Si bien éste es un tipo de prisión personal que existe por voluntad propia desde que el hombre es hombre, en la actual era de la sociedad profundamente tan visual como aparente por superficial toma una relevancia de especial importancia (ver: La apariencia, un recurso de supervivencia de la sociedad contemporánea), que nos lleva incluso a un tipo de desvarío colectivo (ver el Desvarío como Metaficción, en “El desvarío, la segunda parada del Ulises moderno en su viaje personal”). En éste sentido, cabe destacar que si el ser Atrapado en la Cultura se enmarca dentro del ámbito del sistema de creencias, y el ser Atrapado en el Rol Social se enmarca dentro del ámbito de las responsabilidades sociales, el ser que nos ocupa Atrapado en la Apariencia se enmarca dentro del ámbito de los valores, por lo que más allá de su fenomenología sociológica pertenece de raíz al campo de la Ética. Una Ética que, no obstante, en éste caso no bebe de la Moral sino de la moralina, pues la Apariencia predica un comportamiento conductual superficial por insustancial, estrechamente vinculado a un instinto primario de subsistencia en el contexto de una cultura y una sociedad concreta. Es decir, el ser Atrapado en la Apariencia es propio de un ser humano Atrapado a su vez tanto en la Cultura como en un Rol Social, por lo que podemos hablar de un individuo que desde la Apariencia vive por y para los demás, siendo así doblemente Atrapado por cesión de su propia mismidad. En éste sentido, referirse al ser Atrapado en la Apariencia es referirse a una persona que cumple ciegamente con los cinco Votos de la Sociabilización: la Obediencia versus la transgresión cultural, la Pobreza versus la autosuficiencia personal, la Castidad versus el libre pensamiento crítico, el Silencio versus la reafirmación contestataria de la identidad individual, y la Penitencia versus la trascendencia personal (ver los Votos de la Sociabilización en: Capturar la Docilidad: duodécimo trabajo del Hércules moderno).

Expuesto lo cual, al igual que el Ulises clásico se percibió consciencia mediante Atrapado tanto en la cueva del cíclope como en el destino de su tormentoso viaje, el Ulises moderno igualmente debe ser consciente de aquellas condiciones que le hacen estar Atrapado en su propia existencia, pues aunque muchas de ellas resulten ineludibles e insalvables para el hombre medio, no es menos cierto que no se puede intentar gestionar aquello que se desconoce. Si estamos atrapados, qué menos que ser conscientes de ello, pues en caso contrario toda presumible libertad personal no solo será más que pura ilusión en un juego de sombras chinas, sino que peor aún representará aceptar como real un concepto de categoría de valor universal cuyo significado errático carecerá de toda verdad. Libertas capitur, sapere aude.



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