Amigo o
amiga, imagina por un instante que eres un Hércules moderno, el cual
debe realizar una penitencia de obligado cumplimiento impuesta por la
más alta autoridad de tu sociedad para poder resarcirte de un grave
daño causado en antaño, y con éste objetivo -beneplácito del
Oráculo de Delfos mediante- se te encomienda realices el total de Los Doce Trabajos de Hércules, el primero de los cuales no es otro que matar al León de
Nemea. No cabe decirte, sea dicho de paso, que por mucho que viajes a
la actual Nemea, municipio de la región administrativa griega de
Corintia, no hallarás al mítico león, famoso en su tiempo tanto por
su crueldad como por su piel impenetrable a las armas. Por lo que
únicamente te queda afrontar el trabajo metafóricamente; es decir,
finalizar con aquello que el León de Nemea representa, que no es
otra cosa que la Invulnerabilidad. Dicho lo cual, la pregunta
pertinente es: ¿cómo acabar con la Invulnerabilidad?. Para afrontar
éste reto, lo más acertado es desarrollar el argumento a contrario,
que no es más que afrontarlo desde el enfoque de la Vulnerabilidad
cuyo análisis nos permita concluir las tesis necesarias para abordar
la Invulnerabilidad. Y en este sentido, el primer paso no puede ser
otro que definir qué entendemos por Vulnerabilidad.
Definiciones
de diccionario al uso a parte, personalmente concibo la
Vulnerabilidad como el estado natural de relación del ser humano con
la vida misma. Y sobre ésta premisa, es lógico entender que la
estructura de la Vulnerabilidad como ente orgánico está conformada
por cuatro elementos definitorios: la Precariedad, la Fragilidad, la
Dependencia y la Exposición, los cuales requieren de su desarrollo
singular para el completo conocimiento de la integridad de la
naturaleza de la que participan de manera indisociable. Veamos:
1.-La Vulnerabilidad como Precariedad:
En primer
lugar, si entendemos que la Precariedad es la carencia de medios o
recursos necesarios para asegurar algo, sobre la premisa que la
Vulnerabilidad es el estado natural con el que el ser humano se
relaciona con la vida misma, concluiremos que el hombre es vulnerable
por su precaria capacidad no solo de conseguir aquello que se
propone, sino incluso de mantener aquello que consigue. De lo que se
deduce:
Por una
parte, que el hombre es un ser limitado en sus capacidades
cocreadoras. A nivel interno, y como ser animal, derivado de sus
propias limitaciones cognitivas humanas. Y a nivel externo, y como
ser social, por la carencia de universalidad del Principio de
Oportunidad imperante en la sociedad en la que se desarrolla como
individuo. (Ver: 1 de Mayo, Fiesta del Trabajador Fallido: El Precariador).
Mientras que
por otra parte, se deduce que el hombre es un ser limitado en sus
capacidades de preservación de una circunstancia, situación o
hecho, derivado directamente del Principio de Impermanencia de la
propia vida, la cual se rige por un flujo en continuo cambio y
transformación donde nada es nunca siempre igual.
2.-La
Vulnerabilidad como Fragilidad:
En segundo
lugar, si entendemos que la Fragilidad es la facilidad como rasgo
característico que tiene algo para romperse, sobre la premisa que la
Vulnerabilidad es el estado natural con el que el ser humano se
relaciona con la vida misma, concluiremos que el hombre es vulnerable
por su frágil naturaleza tanto biológica stricto sensu, como
psicoemocional en sentido más particular. Es decir, que la
Fragilidad del hombre viene determinada por verse éste sometido de
manera natural en un contexto existencial en el que existen fuerzas
mayores, las cuales superan su límite de resistencia física de
soportar un esfuerzo durante un periodo prolongado de tiempo, y que
tienen como resolución final un estado personal de fractura o
ruptura que puede concluir en la muerte. Y si bien el hombre como ser
racional puede coexistir con dichas fuerzas superiores deformables,
desde una atención proactiva por la prevención de la exposición
personal de su propio límite de resistencia (al amparo del instinto
de supervivencia), no puede así el hombre eludir, ni por activa ni
por pasiva, el desgaste continuo de su nivel de resistencia orgánico
basal -como ser vivo que es- frente a una fuerza mayor tan
indoblegable como omnipresente como es el Tiempo. El cual siempre
acaba por fagocitar toda fuerza de resistencia por parte de la frágil
por caduca vida humana. (Ver: La vida, para ser vida, debe ser frágil y efímera).
3.-La
Vulnerabilidad como Dependencia:
En tercer
lugar, si entendemos que la Dependencia es indiferentemente el estado
consustancial o circunstancial de una persona que requiere de otras
para su desarrollo existencial, sobre la premisa que la
Vulnerabilidad es el estado natural con el que el ser humano se
relaciona con la vida misma, concluiremos que el hombre es vulnerable
por su Dependencia con su entorno más inmediato. Una Dependencia
entendida como falta de autonomía individual por parte del ser
humano para su autorealización personal, que asimismo es
empíricamente observable desde la doble dimensión material y
psicoemocional del hombre. Ya que a nivel social, el ser humano
requiere de sus semejantes para poder asegurarse un estado de
bienestar personal en términos de medios y recursos materiales
óptimos para una vida digna. Mientras que a nivel personal, el ser
humano necesita para la salubridad de su autoestima personal -línea
de flotación de todo ser sintiente- una buena relación emocional
con su entorno sentimental de allegados más próximos. No obstante,
si bien es cierto que existen seres humanos, como excepciones que
confirman la regla, que viven desde la no Dependencia ni con la
sociedad ni con la relación emocional frente a terceros, no por ello
pueden considerarse como seres vivos autónomos por ser dependientes
asimismo, tanto material como psicoemocionalmente, de la naturaleza
del mundo del que forman parte como hábitat que posibilita la vida.
(Ver: La dependencia moral no es reprobable moralmente, pero sí loes la dependencia emocional).
4.-La
Vulnerabilidad como Exposición:
Y en cuarto
y último lugar, si entendemos que la Exposición es el estado
natural en el que una persona se encuentra expuesta al mundo, sobre
la premisa que la Vulnerabilidad es el estado natural con el que el
ser humano se relaciona con la vida misma, concluiremos que el hombre
es vulnerable por su Exposición inherente con su realidad más
inmediata. Una Exposición cuyo grado es directamente proporcional al
cómputo de grados en suma e individualizados tanto de la
Precariedad, como de la Fragilidad y de la Dependencia. Por lo que a
mayor grado de éstos, mayor grado de Exposición del ser humano, y
viceversa, sin que haya hombre que pueda de manera alguna eludir
dicha Exposición personal.
Vista la
naturaleza conceptual y estructural de la Vulnerabilidad, y por
contraste argumental antagónico, podemos deducir que la
Invulnerabilidad es un estado artificial de relación del ser humano
con la vida misma, entendiendo artificial tanto como imaginario por
imposible para la lógica del Principio de Realidad, como ilusorio
por irrealizable para la lógica del Principio de Indeterminación en
el que se fundamenta la propia naturaleza de la Realidad. Concibiendo
así la estructura constitutiva de la Invulnerabilidad como ente
artificial por los elementos opuestos a los propios de la
Vulnerabilidad, que serían: la Estabilidad, la Solidez, la Autonomía
y la Seguridad.
Expuesto lo
cual, y volviendo al reto del León de Nemea como primer trabajo
herculiano, ¿cómo se puede acabar con la Invulnerabilidad?. Frente
al presente dilema existen tres respuestas posibles: Si el León de
Nemea es invulnerable no es por tanto vulnerable y no se puede matar,
si se puede matar es entonces vulnerable pues no puede ser a la vez y
en el mismo sentido invulnerable, y si existe una tercera o más
opciones es que se trata de un falso dilema propio de la dimensión
cuántica del Gato de Schrödinger que no es perceptible en la
realidad humana de Hércules, a no ser que medien las fuerzas mágicas
propias del Olimpo. Por lo que, en pleno uso de mis facultades
mentales, puedo aseverar que si Hércules estranguló con sus
forcidos brazos al León de Nemea, para posteriormente arrancarle su
piel que vistió desde entonces a modo de armadura, es porque dicho
felino aun con su enorme ferocidad era vulnerable. De lo que se
concluye que podemos acabar con la Invulnerabilidad desde el mismo
momento, y recursos necesarios mediante, la despojamos de su
concepción mágica e incluso divina y la devolvemos en su justa
medida a la escala de valores del mundo vulnerable por mortal. O
dicho en otras palabras, la Invulnerabilidad, al igual que el León
de Nemea, solo existe en el imaginario mundo de las creencias
sobrenaturales cuyas ideas son tan vulnerables como la propia vida
del ser humano.