Como reza el refranero
español, ser agradecido es de bien nacido. Y ciertamente cuando todo
va viento en popa y a toda vela, tal cual versaba Espronceda, es
relativamente fácil que toda persona se muestre agradecido con la
vida. Pero, ¿puede el hombre ser agradecido en un contexto vital
desfavorable?. Aún más, ¿y cuando alguien percibe que vive una
vida propia que parece prescindir de él mismo?. Sin lugar a dudas,
incluso frente a tales experiencias -mayormente circunstanciales-
debemos contestar afirmativamente, ya que el agradecimiento se
fundamenta en el reconocimiento del valor intrínseco (en sentido
positivo) de las cosas presentes, ya sean pocas y pequeñas o muchas
y grandes. Y por muy mal que al hombre le pueda ir en su mundana
existencia, objetivamente siempre existe algo meritoso de ser
valorado, como es la propia vida. A partir de aquí, y extendiendo el
foco de Gratitud hacia nuestra realidad escalable periférica más
inmediata, la lista de sujetos, objetos y circunstancias singulares
de valor se amplía. Es por ello que, como introducción a la
temática, cabe apuntar que no existe Gratitud sin un juicio de valor
objetivo (exento de distorsiones subjetivas), lo cual implica
relacionarnos con nosotros mismos y con nuestro entorno propio desde
una consciencia activa que vive y se desarrolla desde el presente.
Puesto que no hay Gratitud sin reconocimiento del valor de las cosas,
ni éste sin una consciencia objetiva capaz de reconocerlas, así
como no existe consciencia que pueda desarrollarse sin anclarse en el
instante presente, pues solo desde el ahora presente el hombre puede
ser consciente. No en vano consciencia es presencia, y presencia es
consciencia. O reafirmando en sentido inverso: Vivir fuera del
momento presente es vivir desde la no consciencia, y fuera de ella no
hay capacidad de valorar nada, y por tanto es imposible experimentar
la Gratitud.
Dicho lo cual, la segunda
pregunta que se tercia no puede ser otra que, en un contexto vital
desfavorable, y con independencia del grado de adversidad, ¿debe el
hombre mostrar Gratitud?. Una cuestión no menor que, para poder
responderla, se requiere de un desarrollo multifocal. No obstante, y
previo a proseguir, debemos entender en primera instancia la Gratitud
como un sentimiento vinculado al agradecimiento (de un beneficio que
se ha recibido o se recibirá), fundamentado sobre la acción y el
efecto de agradecer como actitud refleja de un reconocimiento. Y en
segunda instancia, debemos entender la Gratitud como una actitud
voluntaria propia del ánimo humano que queda exenta de toda posible
deuda moral, ya que ésta implica obligación, y no existe obligación
alguna en la Gratitud por ser inherente al estado de alegría del
espíritu. Y como bien sabemos, nadie puede ser obligado por terceros
a estar alegre, ya que ésta es una de las cuatro emociones básicas
instintivas (junto con la rabia, el miedo y la tristeza), elevada a
categoría de sentimiento por mediación de la capacidad intelectual,
con la que el ser humano se relaciona con su realidad más inmediata,
y cuya experiencia emocional le permite acceder a la comprensión del
mundo cognoscente. Así pues, y tras la premisa expuesta,
dispongámonos a responder la pregunta inicial planteada en éste
bloque desde diversos enfoques. Veamos:
Desde un punto de vista
psicoemocional, la Gratitud es una actitud cimentada sobre la
práctica voluntaria por consciente del Pensamiento Positivo, y como
bien conocemos que los pensamientos crean los sentimientos, éstos
derivan por evolución lógica en un estado emocional positivo que
refuerza el bienestar personal. (Ver: Conoce la fórmula del Pensamiento Positivo). Un tema del que no me extenderé por haberlo
desarrollado ampliamente en mi obra Manual de la Persona Feliz. Así
pues, desde un enfoque psicoemocional, el hombre debe mostrar
Gratitud aun en un contexto vital desfavorable por salud mental y
emocional.
Desde un punto de vista
conductual, la Gratitud es una actitud cimentada sobre la práctica
voluntaria por consciente de la Aceptación, lo cual no implica ni
significa sumisión. (Ver: Aceptación no es sumisión, es afianzarte en tu Autoridad Interna). Y la Aceptación de la vida presente, no
solo permite al hombre si así lo considera reinventarse por
despegarse de un pasado inexistente (ya que sólo se puede afrontar
la construcción del futuro desde el momento presente), sino que
capacita a la persona de un mayor control sobre su propia existencia
y le permite renovar su propósito o sentido de vida individual,
facetas éstas ambas que posibilitan el inestimable crecimiento
personal. Así pues, desde un enfoque conductual, el hombre debe
mostrar Gratitud aun en un contexto vital desfavorable como medio de
desarrollo personal.
Desde un punto de vista
social, la Gratitud es una actitud cimentada sobre la práctica
voluntaria por consciente de reforzar las relaciones tanto
intrapersonales, con uno mismo, como interpersonales, con respecto a
los demás. Y en el desarrollo de éste refuerzo positivo dual, la
Gratitud acaba manifestándose socialmente -por pura cadencia del
principio de causalidad fundamentado en la actitud psicoemocional y
conductual de la misma Gratitud-, a través de comportamientos en el
hombre a título individual propios del resto de valores universales
como son la Amistad, el Amor, la Bondad, la Confianza, la Equidad, la
Fraternidad, el Honor, la Honradez, la Igualdad, la Justicia, la
Libertad, la Paz, el Respeto, la Responsabilidad, la Sabiduría, la
Solidaridad, la Tolerancia, la Valentía y la Verdad. (Ver:
Reflexiones del Filósofo Efímero sobre los Valores Universales del Ser Humano). Ya que todos y cada uno de ellos, como valores ideales a
alcanzar por el hombre como animal social, son inviables de forma sin
la concurrencia en origen de la Gratitud como actitud consustancial.
Así pues, desde un enfoque social, el hombre debe mostrar Gratitud
aun en un contexto vital desfavorable como compromiso con la
construcción de una sociedad mejor en términos humanistas.
Y, desde un punto de
vista moral, la Gratitud es una actitud cimentada sobre la práctica
voluntaria por consciente de la Ética, tal y como ya ha quedado
patente en la anterior exposición del enfoque social. No en vano, ya
el filósofo romano Cicerón decretó sabiamente, hace ya veintidós
siglos atrás, que “la Gratitud no solo es la más grande de las
virtudes, sino la madre de todas las demás”. Así pues, desde un enfoque moral, el hombre debe mostrar Gratitud aun en un contexto
vital desfavorable como medio de trascendencia del ser humano, Ética
mediante, sobre su doble naturaleza de ser animal y de ser social.
De lo que podemos
deducir, a modo conclusivo, que la Gratitud más que una emoción es
un estado de consciencia elevado a filosofía de vida, previo trabajo
personal, que sobre la observancia de su naturaleza esencial como
valor universal permite al ser humano, con independencia de sus
circunstancias más o menos temporales, vivir una existencia lo más
plena posible por gozosa. Y, asimismo, coparticipar en la
construcción de un mundo social cada día mejor, a la luz de los
derechos fundamentales del hombre. Que no es baladí. Dixi!