Es curioso el hecho de
observar que la naturaleza está compuesta sobre formas orgánicas
multidiversas principalmente circulares, y en cambio el hombre se
rodea de formas cuadradas. Entendiendo aquí el concepto de cuadrado
en su más amplio significado como cuadrilátero, es decir, como
polígono formado por cuatro aristas y cuatro vértices cuyos ángulos
suman 360 grados, ya sea un cuadrado, un rectángulo, un rombo, un
romboide, o sus múltiples variantes cóncavas y convexas (inferior o
superior en uno de sus ángulos interiores a 180 grados), como puedan
ser los trapecios, entre otras figuras. Una primera respuesta
intuitiva al por qué todo lo que nos rodea es prácticamente
cuadrado, desde las mesas o sillas, pasando por las casas o
edificios, hasta llegar al diseño urbano de las poblaciones, podemos
encontrarla en que el cuadrado, en su forma plana como cuadrado en sí
mismo o en su forma tridimensional como cubo, tiene la doble
capacidad de asegurar la durabilidad de las estructuras construidas
por el hombre, así como maximizar la eficiencia en el uso del
espacio ocupado. Aunque ésta respuesta resulta aceptable en materia práctica, es claramente insuficiente para el
inquieto espíritu humano del que escribe. De igual manera que no
resulta válida la respuesta comodín que ofrece Platón en su obra
Timeo al considerar el cuadrado como una de las dos formas más
perfectas del universo junto al círculo, premisa de la que
personalmente difiero como bien ya expuse en el desarrollo del
triángulo como concepto. (Ver: ¿Por qué nos sentimos atraídos por el Triángulo como forma e idea?).
Así pues, ¿cuál es la
verdadera razón por la que el hombre construye su realidad sobre la
base geométrica del cuadrado?. Personalmente considero que la
respuesta debe buscarse en la capacidad cognitiva del ser humano,
cuya lógica no escapa a la propia dinámica neuronal de base
funcional geométrica, fundamentada en el principio de la Navaja de
Ockham: la explicación más sencilla, y por ende más simple, suele
ser la más probable. Sobre esta premisa, la mente del ser humano
medio por genérica funciona a partir de dos supuestos:
1.-De Economía de
Recursos: Adquirir conocimiento de la realidad más inmediata a
través de la operación cognitiva más sencilla.
Y, 2.-De Economía de
Espacio: Limitar el abarque de la realidad más inmediata objeto de
conocimiento para facilitar el supuesto primero.
En el supuesto de
Economía de Recursos, la operación cognitiva más básica y
primaria que desarrolla el hombre ya desde su tierna infancia es la
acción de sumar y restar. Una operación de naturaleza matemática,
innata en el ser humano, que trasladada al mundo geométrico de las
formas equivale a la identificación del cuadrado como figura
sencilla y básica por antonomasia. Por lo que identificar formas
cuadradas es una de las operaciones cognitivas más sencillas para el
hombre como ser animal, lo cual constituye el fundamento para la
construcción de su propia realidad por determinismo intelectual.
Mientras que el supuesto
de Economía de Espacio, como método instrumental necesario para el
buen desarrollo de la Economía de Recursos, requiere de limitar o
segmentar la realidad abarcable a conocer como medida de eficiencia
cognitiva. Es decir, el hombre incapaz de conocer toda la inmensa
realidad a la vez, por su propia limitación cognitiva directamente
relacionada con el radio de percepción de sus sentidos físicos (de
los que emana a su vez la capacidad intelectual), necesita acceder a
la realidad conocible de manera tan palautina como progresiva. Y en
este sentido no hay mejor metodología innata humana de “trocear”
la realidad a conocer que estableciendo un sistema de coordenadas
cuadrangular. O dicho en otras palabras, el ser humano conoce la
realidad a través de la mecánica neuronal automática de
cuadricular la misma. Una operación tan sencilla por natural y
automática para el hombre, como automático y natural es su propio
proceso vital que rige la respiración.
Por otro lado, cabe
apuntar que estos supuestos de Economía de Recursos y de Espacio,
como base de la capacidad cognitiva humana, tienen una afección
directa a su vez en la naturaleza antropológica del ser humano, y
más específicamente en el instinto ancestral de seguridad y
supervivencia del hombre como ser animal que es. Ya que, como todos
sabemos, el ser humano se siente seguro dentro de los límites de
dicha realidad construida por conocida y abarcable. Y siendo ésta
realidad fundamentada sobre la figura geométrica del cuadrado, es
justamente la forma cuadrada la que define por prevalecencia su
hábitat como realidad más inmediata.
He aquí la cuadratura
del círculo de esta reflexión propia de un filósofo efímero, que
humildemente intenta responder a la pregunta del por qué el hombre
vive rodeado de formas cuadradas, a la espera ya no de alcanzar la
verdad sino de ofrecer un ápice de luz desde una nueva perspectiva
argumental alternativa. O, al menos, de despertar el pensamiento
crítico en aquellos que se dignen a plantearse la cuestión objeto
de debate. Pues la verdad, aunque es percibida por el hombre, reside
mucho más allá de nuestro cuadrado horizonte por tetradimensional.