martes, 24 de marzo de 2020

Teorema de las ruedas de hámster interconectadas en red


En estos días de cuarentena aconsejada u obligada que vive el hombre en la práctica totalidad del globo terráqueo a causa de la pandemia del coronavirus, cuyo efecto directo más patente es el confinamiento domiciliario (Ver: Confinamiento o el síndrome del león enjaulado), se multiplican por cientos los vídeos que corren por las redes sociales de personas haciendo ejercicio en los espacios limitados de sus hogares urbanos. La razón causal debe encontrarse en tres factores determinantes: en una primera instancia de carácter fisiológica, en el alto grado de necesidad de actividad que tiene el ser humano como animal inquieto que es; en una segunda instancia de índole cultural, en la reafirmación de un comportamiento estereotipado dentro de una sociedad que rinde culto al deporte como bien estético y saludable; y en una tercera instancia más de ámbito psicoemocional, y derivado de las dos anteriores, en la dependencia del hombre social de sentirse altamente valorado por la comunidad conocida (e incluso desconocida, pero no por ello menos expuesto) a la que pertenece. Sea como fuere, y salvando las singularidades de cada caso en particular, lo cierto es que dicho comportamiento de rasgo casi impulsivo, que con independencia de las motivaciones particulares conduce a la persona a un estadio de placer autogratificante, es perfectamente equiparable al hábito conductual propio de los roedores en las conocidas ruedas de hámster.

Expuesto lo cual, observemos que en este supuesto real de rabiosa actualidad tenemos dos componentes claves: la rueda de hámster en la que hemos convertido los pequeños espacios domiciliarios urbanos, y la conexión entre las mismas a través de internet mediante las aplicaciones de las diversas redes sociales existentes. Por lo que podemos decir que en la actualidad somos protagonistas excepcionales de una sociedad de ruedas de hámster interconectadas en red.

Pero más allá de la curiosa imagen que nos plantea el caso objeto de reflexión, lo interesante es dilucidar las implicaciones del mismo sobre la naturaleza humana. En este sentido, destacaría tres rasgos característicos a modo de teorema:

1.-Si partimos de la hipótesis que una red interconectada de ruedas hámster retroalimenta, bajo la lógica del principio de simpatía (o principio de halo), un trabajo conjunto por común por parte de personas a título individual que es, en este caso, correr en la rueda de hámster (entendida como metáfora de hacer deporte en situación de reclusión domiciliaria).

2.-Podemos afirmar como tesis argumental que las ruedas de hámster interconectadas en red son, por un lado y en sentido formal reproductores de comportamientos humanos, mientras que por otro lado y en sentido substancial se equipara a un gran ordenador multiorgánico al verse afectadas más de dos personas en un dinámica conductual preprogramada.

3.-Por lo que se puede concluir, vista la relación existente entre hipótesis y tesis, que una red interconectada de ruedas de hámster permite potencialmente codificar conductas humanas con un alto nivel de control por parte de un primer emisor conductual con una clara y definida intencionalidad.

Realmente, la naturaleza del presente teorema expuesto no desvela nada que ya no conozca el neuromarketing, como poderosa herramienta al servicio de los intereses partidistas de la oligarquía de las economías de Mercado, en un mundo global e interconectado a tiempo real por las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Pero sí que pone en relevancia, una vez más, la fragilidad de la voluntad humana entendida como libre albedrío, lo cual debe hacernos revalorizar la denostada capacidad del pensamiento crítico a nivel individual como garante de la libertad personal y autodefensa saludable frente a una premeditada maquinaria de control de masas.

Ser partícipes de la teoría de la rueda de hámster interconectada en red no es negativo per se, como manifestación de un contexto sociológico singular por temporal, mientras el hombre preserve su plena consciencia de ser racional capaz de trascender a voluntad crítica la dinámica conductual de los tan simpáticos como simplistas amigos roedores. No obstante, no todas las ruedas de hámster se muestran tan evidentes en la compleja sociedad humana en la que coexistimos, y de las que somos en muchos casos coautores necesarios por acción u omisión, por lo que cada cual a las luces de su propio entendimiento y capacidad dilucidora debe preguntarse si vive su existencia cotidiana como un ser humano de pleno derecho natural o como un dúctil y manipulado por dirigido roedor. ¿Persona o ratón?, he aquí una pregunta existencial para el examen de consciencia individual solo apta para valientes y amantes de la libertad personal.



Nota: Para artículos de reflexión sobre filosofía contemporánea del autor se puede acceder online a la recopilación del glosario de términos del Vademécum del ser humano