En estos días de
cuarentena aconsejada u obligada que vive el hombre en la práctica
totalidad del globo terráqueo a causa de la pandemia del
coronavirus, cuyo efecto directo más patente es el confinamiento
domiciliario (Ver: Confinamiento o el síndrome del león enjaulado),
se multiplican por cientos los vídeos que corren por las redes
sociales de personas haciendo ejercicio en los espacios limitados de
sus hogares urbanos. La razón causal debe encontrarse en tres
factores determinantes: en una primera instancia de carácter
fisiológica, en el alto grado de necesidad de actividad que tiene el
ser humano como animal inquieto que es; en una segunda instancia de
índole cultural, en la reafirmación de un comportamiento
estereotipado dentro de una sociedad que rinde culto al deporte como
bien estético y saludable; y en una tercera instancia más de ámbito
psicoemocional, y derivado de las dos anteriores, en la dependencia
del hombre social de sentirse altamente valorado por la comunidad
conocida (e incluso desconocida, pero no por ello menos expuesto) a
la que pertenece. Sea como fuere, y salvando las singularidades de
cada caso en particular, lo cierto es que dicho comportamiento de
rasgo casi impulsivo, que con independencia de las motivaciones
particulares conduce a la persona a un estadio de placer
autogratificante, es perfectamente equiparable al hábito conductual
propio de los roedores en las conocidas ruedas de hámster.
Expuesto lo cual,
observemos que en este supuesto real de rabiosa actualidad tenemos
dos componentes claves: la rueda de hámster en la que hemos
convertido los pequeños espacios domiciliarios urbanos, y la
conexión entre las mismas a través de internet mediante las
aplicaciones de las diversas redes sociales existentes. Por lo que
podemos decir que en la actualidad somos protagonistas excepcionales
de una sociedad de ruedas de hámster interconectadas en red.
Pero más allá de la
curiosa imagen que nos plantea el caso objeto de reflexión, lo
interesante es dilucidar las implicaciones del mismo sobre la
naturaleza humana. En este sentido, destacaría tres rasgos
característicos a modo de teorema:
1.-Si partimos de la
hipótesis que una red interconectada de ruedas hámster
retroalimenta, bajo la lógica del principio de simpatía (o
principio de halo), un trabajo conjunto por común por parte de
personas a título individual que es, en este caso, correr en la
rueda de hámster (entendida como metáfora de hacer deporte en
situación de reclusión domiciliaria).
2.-Podemos afirmar como
tesis argumental que las ruedas de hámster interconectadas en red
son, por un lado y en sentido formal reproductores de comportamientos
humanos, mientras que por otro lado y en sentido substancial se
equipara a un gran ordenador multiorgánico al verse afectadas más
de dos personas en un dinámica conductual preprogramada.
3.-Por lo que se puede
concluir, vista la relación existente entre hipótesis y tesis, que
una red interconectada de ruedas de hámster permite potencialmente
codificar conductas humanas con un alto nivel de control por parte
de un primer emisor conductual con una clara y definida
intencionalidad.
Realmente, la naturaleza
del presente teorema expuesto no desvela nada que ya no conozca el
neuromarketing, como poderosa herramienta al servicio de los
intereses partidistas de la oligarquía de las economías de Mercado,
en un mundo global e interconectado a tiempo real por las
tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Pero sí
que pone en relevancia, una vez más, la fragilidad de la voluntad
humana entendida como libre albedrío, lo cual debe hacernos
revalorizar la denostada capacidad del pensamiento crítico a nivel
individual como garante de la libertad personal y autodefensa
saludable frente a una premeditada maquinaria de control de masas.
Ser partícipes de la
teoría de la rueda de hámster interconectada en red no es negativo
per se, como manifestación de un contexto sociológico
singular por temporal, mientras el hombre preserve su plena
consciencia de ser racional capaz de trascender a voluntad crítica
la dinámica conductual de los tan simpáticos como simplistas amigos
roedores. No obstante, no todas las ruedas de hámster se muestran
tan evidentes en la compleja sociedad humana en la que coexistimos, y
de las que somos en muchos casos coautores necesarios por acción u
omisión, por lo que cada cual a las luces de su propio entendimiento
y capacidad dilucidora debe preguntarse si vive su existencia
cotidiana como un ser humano de pleno derecho natural o como un
dúctil y manipulado por dirigido roedor. ¿Persona o ratón?, he
aquí una pregunta existencial para el examen de consciencia
individual solo apta para valientes y amantes de la libertad
personal.
Nota: Para artículos de reflexión sobre filosofía contemporánea del autor se puede acceder online a la recopilación del glosario de términos del Vademécum del ser humano