Se ha divulgado mucho
sobre aquellos pensadores que consideran que no existe nada más que
la realidad material en la que se vive, y que incluso afirman que la
vida está carente de sentido trascendental en sí misma más allá
del que cada persona a título individual le infunde a lo largo de su
experiencia mundana, como un acto reflejo directo de la fuerza
arrebatadora de supervivencia de la especie como seres animales (por
encima de sociales) que somos. Un posicionamiento filosófico
conductual que abarca tanto a las corrientes del pensamiento
escéptico con Pirrón e incluso Sócrates como máximos
representantes, a los nihilistas con Nietzsche a la cabeza, a los
existencialistas con Sartre como abanderado, y en el punto medio de
dichos opuestos, al absurdismo de Camus. Pero, por encima de todos
ellos y como respuesta evolutiva natural a los retos del hombre
contemporáneo del primer cuarto del siglo XXI, está emergiendo una
nueva corriente de pensamiento que adquiere personalidad propia por
simple manifestación espontánea de una masa crítica social
particular: la generación del vacionalismo.
El vacionalismo, como
tendencia actual que se opone al pensamiento hasta ahora existente,
transciende la idea escéptica de la duda sobre todo lo que existe,
la idea nihilista de que la vida carece de significado objetivo, la
idea existencialista de que la existencia precede a la esencia, e
incluso la idea absurdista de que la vida es un absurdo por ser un
sinsentido existencial, ya que el vacionalismo se fundamenta en la
percepción (profundamente sensitiva por cognoscente) de que la vida
como significante es substancialmente un gran vacío. Una ausencia
total de contenido significativo existencial en el que tiene cabida,
a su vez, y por esfuerzo de racionalización del hombre como ser
pensante sobre el ente conceptuado, las ideas del escepticismo, del
nihilismo, del existencialismo y del absurdismo como partes tan
accidentales como fugaces por efímeras de la naturaleza de ese gran
vacío.
La generación
vacionalista, fruto de las contradicciones del mundo occidental, se
caracteriza por los siguientes rasgos singulares:
1.-Desde un punto de
vista Moral, el vacionalismo destaca como línea de pensamiento
basado en el raciocinio de corte ateo frente a los dogmas de
cualquier religión, incluidas las creencias de movimientos
pseudoespirituales de la órbita del pensamiento positivista, ya sea
por convicción apriorística o como efecto de una marcada
experiencia personal frustrada previa (Es decir, ni Dios -si es que
existe- ni el Universo como supuesta energía inteligente conspiran a
favor de nadie). Por lo que el vacío ocupa el espacio significante
de la dimensión cosmológica de la existencia del individuo como
significado.
2.-Desde un punto de
vista Sociológico, el vacionalismo destaca como línea de
pensamiento basado en el raciocinio de la negación por desencanto
del principio de oportunidad que toda sociedad desarrollada promete
en pos de la autorealización social de las personas, como efecto
directo de fuerza mayor producido por la política de discriminación
negativa ejercida por la dinámica de un Mercado estrictamente
utilitarista y por tanto excluyente (Es decir, la persona vive en
sociedad sin tener adjudicado ningún rol social productivo en la
misma, como hormiga privada de antenas en un hormiguero). Por lo que
el vacío ocupa el espacio significante de la dimensión mundana, por
afectar la cobertura de las necesidades materiales básicas, de la
existencia del individuo como significado.
Y, 3.-Desde un punto de
vista Psicológico, el vacionalismo destaca como línea de
pensamiento basado en el raciocinio del despido interior (o síndrome
del desgaste profesional y personal), en el que las personas viven el
presente desde la apatía de un sinsentido vital inmersos en un bucle
diario por estático y repetitivo, observando desesperanzados un
futuro sinfuturo, extenuados física y mentalmente por haber
consumido -como resultado de un largo proceso de vivencias negativas-
todas las vías alternativas de reinvención personal por alcanzar
una vida lo más digna posible como seres sociales. Un comportamiento
conductual de despido interior en el que la persona se retira en
pleno uso de sus facultades intelectuales hacia el interior de si
mismo para protegerse de la frustración, a la vez que exteriormente
aparenta normalidad social (Es decir, la persona renuncia activa y
conscientemente ha implicarse por alcanzar un futuro mejor). Por lo
que el vacío ocupa el espacio significante de la dimensión
psicoemocional, por agotamiento de recursos naturales propios, de la
existencia del individuo como significado.
La generación de
personas vacionalistas es una creación por efecto colateral del
desequilibrio de la sociedad contemporánea. Los vacionalistas, como
escuela filosófica no organizada y por tanto no estructurada (y
mucho menos catalogada), viven la existencia desde un vacío
significante espiritual, social y psicoemocional, incapaces de
encontrar un sentido lógico-racional a la vida en sociedad coherente
con el derecho natural que tiene toda persona a una vida digna. Lo
cual les obliga -por instinto de supervivencia- ha autoconstruirse
un sentido vital individual, profundamente subjetivo y de grado
categórico fuera de la propia estructura mecánica de la sociedad
imperante, y con independencia de los credos existentes por
preconsensuados de las realidades humanas habidas.
Es por ello que el
vacionalismo es una tendencia de pensamiento existencial radical por
revulsivo frente a una realidad social multidimensional que se
muestra como vacía. Cuya carga escéptica, nihilista, existencial y
absurda es transmutada en una filosofía con una gran consistencia
vital a la luz de la Razón y de la Filosofía Efímera. Siendo los
vacionalistas intuitivamente conscientes de que el vacío no es
equiparable a la nada, sino que representa una entidad dinámica
altamente relevante en el mundo dual de las ideas y de las formas:
cuna del Todo. De hecho, solo desde el vacío se pueden generar nuevos mundos personales psicoemocionalmente saludables.
Que el vacionalismo sea
socialmente una corriente de pensamiento invisible, por habitar al
cobijo de la intimidad de las personas vacionalistas, no significa
por ello que no exista y sea menos real en un mundo estridentemente
ruidoso que parece solo vivir de cara al exterior. Frente a la
angustia del abismo del vacío significante existencial del hombre
contemporáneo, ha emergido el vacionalismo como mecanismo de
significado vital para quedarse.