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Alemania entra en recesión. Imagen de Angela Merkel |
En una sociedad de libre
mercado como la occidental estamos muy habituados al concepto de
recesión en términos económicos, un vocablo que conlleva asociado
la idea de miedo social, ya que a nadie se le escapa -desde la Gran
Depresión de 1929, y recientemente desde el 2007- que recesión
equivale a empobrecimiento social (caída en cascada de la inversión,
de los productos de bienes y servicios, del empleo, del consumo y,
por extensión, del producto interior bruto y de las rentas por
cápita). Pero, efectos a parte, y sin entrar en las causas de índole
económico (sobreproducción, disminución de la demanda,
sobrepoblación, etc), ¿qué es una recesión?.
Podemos afirmar que una
recesión es la acción de retroceder, o como diría Newton con su
tercera ley del movimiento en la física clásica, una recesión es
el efecto resultante de una fuerza de mayor magnitud y de dirección
opuesta entre una reacción respecto a su acción. Es decir, la
recesión es de facto una acción irrealizada y, por tanto,
carente de sustancia cartesiana. Ergo, si la recesión es una
acción insustancial ello significa que se trata de un acto
accidental derivado de una acción en potencia inacabada por
irresoluble.
Así pues, si la recesión
es una acción en potencia inacabada representa que ésta se sitúa
en un lugar indeterminado entre la proyección de un acto y su plena
realización como acción. Pero como nos situamos frente a un
concepto en movimiento, éste cuenta dentro de su accidente con dos
vectores determinados: tiempo y dirección, lo cual nos permite
percibir la perspectiva espacio-temporal del efecto de retroceso. El
cual, teóricamente, podría incluso sobrepasar el punto de partida
originario de su propia proyección como acto, si la reacción de la
fuerza opuesta fuera suficientemente mayor, como sucede en el
retroceso de un rifle al dispararlo. O dicho en otras palabras, la
recesión podría llegar a obligar a retroceder un marco contextual
más allá de su punto causístico.
Dicho lo cual, con
independencia de la fenomenología, lo que realmente me interesa de
la recesión es su naturaleza como acto inacabado, lo cual conlleva
en sí mismo el principio de incertidumbre por impermanente. ¿Por
qué un acto queda inacabado?. Para dar respuesta a dicha pregunta
debemos acudir a las características esenciales de una recesión
como acción física (fuerza, masa y movimiento). Veamos:
1.-Un acto queda
inacabado porque es incapaz de realizarse como acción, lo que
representa que carece de fuerza para su fin.
2.-Un acto queda
inacabado porque es accidental, lo que significa que carece de masa
sustancial.
Y, 3.-Un acto queda
inacabado porque es obsoleto, lo que se manifiesta en un retroceso en
el movimiento continuo del espacio-tiempo.
Por lo que podemos
concluir que toda recesión es propia de actos inacabados por
incapacidad, por naturaleza accidental, por obsolescencia, o por la
suma combinatoria de éstos.
Por otro lado, es curioso
observar como nuestras sociedades de mercado contemporáneas
contemplan la recesión dentro de la normalidad propia de una fase
inherente a los ciclos económicos
(recesión-depresión-reactivación-auge y vuelta a comenzar), cuando
la recesión evidencia de manera fehaciente -por pura experimentación
empírica- que nuestro modelo económico contemporáneo basado en el
capitalismo es propio de un modelo de organización social incapaz,
accidental y obsoleto por defecto estructural, que fuera de mejorar
con las décadas empeora en su desarrollo evolutivo (desde un punto
de vista económico, y por tanto social).
Cierto es que una de las
leyes principales de la vida es la ley del ritmo o también
denominada ley pendular, generadora de ciclos oscilantes en un mundo
dual por polarizado, pero no es menos cierto que una de las
cualidades trascendentales del ser humano es superar las propias
leyes de la naturaleza para beneficio de nuestra especie. Por lo que
no resulta de recibo protagonizar las recesiones con la abnegación
sumisa de quienes aceptan dicha naturaleza de la economía como un
efecto cíclico normal y normalizado -a expensas del sufrimiento
social que ello comporta-, sino que urge desde la inteligencia
colectiva corregir el defecto estructural del modelo económico
actual para convertirlo en un sistema de organización social
capacitado, sustancial y sostenible, aun a expensas de intereses
partidistas. Transformemos la economía contemporánea (que por ser
de mercado es social) como acto inacabado en una economía lo más
cercana a una acción realizada, que no es más que el fin último
del anhelado estado de bienestar social.
Nota: Este y otros artículos de reflexión se pueden encontrar recopilados en el glosario de términos del Vademécum del ser humano