martes, 24 de septiembre de 2019

España, viento en popa y a toda vela hacia un país eminentemente de camareros


Los trabajos intelectuales, y por tanto con un alto nivel de capacitación profesional, no están de moda en la España de la era pos Lehman Brothers. De hecho, el mercado laboral los desprecia sin miramientos. La razón es bien sencilla, la tierra de Séneca, Magallanes, Cervantes, Espronceda, Becquer, Lorca, Peral, Ortega y Gasset, Unamuno, Ramón y Cajal, Ochoa, Gaudí, Picasso, Cela y otros tantos ilustres se ha convertido -con fotografía de finales de la primera mitad del siglo XXI-, eminentemente en un país de servicios donde el sector de la restauración, el alojamiento y los transportes representan el 15 por ciento del PIB nacional. O dicho de otra manera, España es un país de camareros.

De hecho, el sector servicios en su conjunto (sector turístico, comercial y salud incluidos) aporta el 70 por ciento de la riqueza española, muy por delante tanto del sector industrial con su triste 12,7 por ciento, como del sector de la construcción con su abnegado 6,1 por ciento, o del sector de la agricultura a la cola del ránking con su denostado 4,3 por ciento respecto la totalidad. Tanto es así, que solo tomando como muestra al sector turístico se puede observar que dicha actividad económica aporta al PIB y al empleo español tres veces más que la industria de la automoción, que solo es capaz de registrar un 5 por ciento de la riqueza productiva y laboral del país. (Fuentes: Instituto Nacional de Estadística de España 2019T2, American Express y World Travel & Tourism Council 2018).

Ante este panorama, propio de un modelo económico profundamente estructural de sol y ocio, no es de estrañar que la universidad española (cuna del saber académico) se asiente sobre una vergonzante realidad: la mitad de los docentes universitarios del país son asociados (no tienen plaza fija propia de los titulares) y sus sueldos -en la inmensa mayoría de los casos- rondan los 200 euros. (Fuente: Datos y cifras del sistema universitario español 2018-2019, del Ministerio de Ciencias y Universidades). Una radiografía cuya media, cabe apuntar, empeora en el caso específico de las escuelas de negocios que desde hace un par de décadas han proliferado como setas en nuestro país. Es decir, en España se valora tan poco la formación superior que el 50 por ciento del profesorado universitario, investigadores y doctores incluidos, cobra por hora su equivalencia a la baja del sueldo de un profesional de la limpieza doméstica.

Un estado de la situación nada halagüeño que, desde la honestidad docente, invita a los profesores universitarios (como formadores de nuevos profesionales multisectoriales) a animar desde su fuero interno a sus estudiantes a que opten por tres escenarios de desarrollo laboral pragmáticos: uno, a que se acojan a la vía de la emprendedoría, aún a sabiendas del alto índice de fracasos registrados por si acaso sonara la flauta de la caprichosa Fortuna (Ver: La zanahoria inalcanzable para el emprendedor español); dos, a que emigren al extranjero en búsqueda de mejores pastos laborales; o tres, para aquellos que opten por permanecer estoicamente en el país, a que busquen trabajo en la industria nacional por excelencia como camareros (en el más amplio sentido del término profesional dentro del sector servicios).

Una opción ésta última, la de buscar trabajo como camarero, que asimismo se está convirtiendo en España en la salida más viable para asegurarse una renta de trabajo mínimamente digna en el caso de personas altamente preparadas en pleno estado de reinvención laboral por causas sistémicas de fuerza mayor del mercado profesional (que es lo mismo que decir que se encuentran en un estado tan activo como desesperado de búsqueda de empleo), precarizados profesores universitarios incluidos, en un horizonte de subsistencia personal sine die. Aunque, todo sea dicho de paso, para hacer el tránsito de reinventarse desde un perfil intelectual a otro marcadamente físico se requiere previamente de un profundo proceso interior de gestión emocional (Ver: La Vergüenza de la pobreza, el lastre de la reinvención profesional), y más si cabe en una sociedad donde se valora por lo que se tiene y aparenta (estatus social agregado), más que por lo que se Es.

El vaso medio lleno es que España se está convirtiendo en un país de camareros universitarios de carreras varias y de experimentados profesionales multisectoriales de valía altamente cualificados, capaz de ofrecer una calidad de servicio a los privilegiados turistas nacionales y extranjeros sin parangón en el mundo entero. Aunque ciertamente -para cualquier persona con dos dedos de frente- pesa más el vaso medio vacío, en el que España se está convirtiendo en un país incapaz de generar una economía productiva de excelencia capaz de absorber y beneficiarse de su tan rico como vasto talento humano nacional.

Pero, como diría Don Quijote, “¿que cabe esperar de éstos lares, amigo Sancho?”, cuando los responsables de la gobernanza del país no se aplican en sus responsabilidades por manifiesta incompetencia, más que para cobrar del erario público aun sin trabajar a costa de todos. (Ver: España, la casa sin barrer mientras marean la perdiz). Y es que, al final, se impera la máxima cervantina de la enajenación colectiva de entretenernos haciéndonos ver gigantes (por espejismos macro económicos) donde solo hay molinos de viento improductivos por inactivos.

-Y tú, ¿a qué te dedicas?
-Trabajo de camarero, y como actividad complementaria ejerzo de profesor universitario.

Una realidad tan objetiva como desalentadora que, si Espronceda viviera en nuestros tiempos, seguro que se vería obligado por consciencia a reversionar su famosa “Canción del Pirata” al cantar de: Con diez euros por barba / viento en popa y a toda vela / no corta el trabajador, sino desesperadamente vuela, / buscando un puesto de camarero el profesional español.

Frente a la máxima humanista del ora et labora, oremos para que nuestros políticos se vean iluminados por la gracia de la inteligencia socioeconómica de Estado a falta de poder laborare et vivere.


Nota: Este y otros artículos de reflexión se pueden encontrar recopilados en el glosario de términos del Vademécum del ser humano