lunes, 1 de julio de 2019

La Historia, una ciencia parcial de la causalidad humana


Cuando hablamos de la Historia es como si nos refiriésemos al cómputo de conocimientos pasados de la humanidad que dan sentido, consistencia y razón de ser a la esencia del ser humano como ente pensante y sintiente singular en el Universo. Es decir, somos lo que somos porque somos lo que creemos que somos, desde el conocimiento de la Historia. Y lo cierto es que no deja de ser un concepto ya no particularmente limitado sino incluso patético, pues nuestra Historia -como método de las ciencias sociales/humanas y de las ciencias naturales-, se asemeja al conocimiento ontológico que tiene un ratón sobre el pasado de su especie desarrollado en el interior de una sofisticada jaula sobre la mesa de un laboratorio experimental, que aún sin poderlo percibir podemos, aunque sea vagamente, intuirlo. De ahí las grandes lagunas, paradojas, contradicciones y problemas absurdos e irresolubles del relato socialmente consensuado sobre lo que entendemos como nuestra Historia. Lo que no significa que aun siendo una mentira o una verdad parcial colectivamente aceptada, sea la verdad última como causa primogénita evolutiva de nuestra especie. Pues a medida que profundizamos en la indagación sobre la Historia del hombre, menos sabemos tanto de nuestra naturaleza misma como de nuestros hitos conductuales que nos definen como sociedad.

En este sentido, la Historia, tal y como la entendemos, tan solo es una parte de nuestra historia: la de los efectos externos observables, pero no así de nuestra historia como descripción de las causas de los mismos. Pues si la historia humana es una ciencia, y ésta es el estudio, investigación e interpretación de la naturaleza del hombre como fenomenología mediante un conocimiento obtenido por observación, ¿podemos historiar aquello que no podemos observar, y por tanto conocer? Evidentemente, la respuesta es que no. ¿Y si éstos hechos no observables, para nuestra limitada capacidad cognitiva humana, representan las causas de nuestros efectos históricos observables? Entonces queda patente el carácter parcial por incompleto de la ciencia del pasado a la que denominamos Historia. En otras palabras, y a modo de ejemplo, un ratón de laboratorio puede historiar el efecto de una manipulación biológica sobre su cuerpo en la vida diaria de su descendencia, o de un cambio de naturaleza artificial en su hábitat, pero no así las causas, procesos y medios ejecutorios de los mismos, pues carece de la suficiente capacidad cognoscente para ello.

Asimismo, si la Historia de la humanidad como historiología e historiografía es incompleta per se, ¿qué papel le queda a la Filosofía de la Historia como disciplina, entendiendo que ésta trata el significado de la historia humana?. Personalmente considero que la Filosofía de la Historia no debe inmiscuirse en temas referentes al desarrollo del hombre como ser social, pues para ello ya tenemos principalmente el resto de ramas de la Filosofía -y más particularmente la Filosofía Política (que personalmente subdivido en Filosofía Social, Económica y PsicoEmocional en el www.vademecumdelserhumano.com)-, así como secundariamente trata la Antropología y la Sociología. Sino que la Filosofía de la Historia debe recuperar su sentido más clásico, que no es otro que estudiar los principios de la Historia, y antes que nada su origen, causas y leyes subyacentes, su significado y su motivación, que es lo mismo que hablar de la Metafísica de la Historia. Es decir, interpretar y validar la Historia desde un enfoque extramundano, pero no en sentido teológico como hicieron los escolásticos, sino desde una perspectiva laica sobre parámetros de partida propios del conocimiento científico del siglo XXI. Pues los continuos avances del conocimiento contemporáneo nos permite concebir la idea cada vez con mayor fuerza si cabe de que el hombre, como ser singular, pierde su individualidad ante fuerzas mayores (ya sean naturales o artificiales) del Universo, como ya apuntó a su manera el idealismo alemán con Kant y Hegel a la cabeza a principios del siglo XIX.

Sí, aunque en principio pueda parecer paradójico no podemos entender el significado de la Historia humana más que traspasando los propio límites de la historia humana, pues es fuera de nuestros propios límites como especie donde encontraremos las causas originales de los efectos observables en la historiología de nuestra especie. Lo contrario es limitarnos al papel de escribas de la ratonera, creyendo saber sin saber. Aunque, todo hay que decirlo, conocer las causas de la Historia de la Humanidad como especie implica no solo transgredir nuestro propio esquema mental de la realidad, sino asimismo enfrentarnos al miedo animal instintivo de lo desconocido, que no por ello deja de estar en comunión con nuestra naturaleza [como diría Whitley Strieber :-) ].


Nota: Este y otros artículos de reflexión se pueden encontrar recopilados en el glosario de términos del Vademécum del ser humano