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Alejandro Magno cortando el Nudo Gordiano (F. Fischetti, 1770) |
Hay vidas, la gran
mayoría por no decir todas, que son verdaderos nudos gordianos. Es
decir, que sus protagonistas (nosotros), como pobres mortales, nos
encontramos ante situaciones existenciales personales cuyos problemas
o condicionantes tienen un nivel de dificultad prácticamente
insalvable, ya sea por determinismos sociales, psicológicos o
incluso biológicos, o por la suma de todos ellos en su conjunto. Es
decir, que todo San Benito nace con su particular Nudo Gordiano, el
cual se enreda, aprieta y endurece cada vez más a medida que lo
sometemos a mayor número de experiencias vitales con el avanzar de
la edad. Lo cual produce un exasperante estado de inmovilidad
individual frente al vasto espectro de historias posibles que nos
ofrece una vida rica en horizontes.
En este sentido, podemos
decir que la vida es potencia -en la lógica aristotélica-, por el
conjunto de posibilidades que nos ofrece para llegar a ser alguien
distinto al que somos actualmente. Y que nosotros, como individuos,
somos la sustancia de la vida en potencia, por ser tal y como somos y
nos reconocemos en este justo momento. Ergo, como personas a título
individual todos somos otros Yo potencialmente nuevos, diferentes y
actualizables para mejor, si no fuera por la parálisis que nos
provoca nuestro Nudo Gordiano personal e intransferible.
Así pues, ¿podemos
desprendernos del Nudo Gordiano que nos mantiene en el cautiverio de
la inmovilidad vital?. En teoría sí. Es por ello que el primer
impulso de todo mortal pasa por intentar deshacerlo. Tarea ardua
complicada a la práctica teniendo en cuenta que los cabos se
esconden en el interior del nudo, ya de por sí compactado tras haber
sido sometido a las inclemencias de las vicisitudes de la vida que le
otorgan una forma material casi uniforme. Por lo que el impulso
consiguiente que se nos pasa por la cabeza ya no es desatarlo sino
cortarlo, como no podría ser de otra manera.
Pero no nos llevemos a
engaños, no “es lo mismo cortarlo que desatarlo”, como dijo
Alejandro Magno frente al reto de Frigia. O el “tanto monta cortar
como desatar”, como rezaba el lema personal de Fernando el Católico
-que por cierto recuerda la máxima de “el fin justifica los
medios” de Maquiavelo-. Pues si bien es cierto que cortar un Nudo
Gordiano significa popularmente resolver tajantemente y sin
contemplaciones un problema, para la dimensión privada de una
persona ello no equivale ni a que sea irrelevante el cómo se haga
mientras se consiga, ni que con ello podamos revelar todas sus
implicaciones. Que las hay, y no son pocas.
Pues cuando nos referimos
a cortar el Nudo Gordiano en el ámbito de la vida privada de un
individuo, nos referimos a cortarnos metafóricamente a nosotros
mismos en pedazos o, al menos, por la mitad. Pues si bien un Nudo
Gordiano es un problema o condicionante vital de una persona de
compleja y, en la mayoría de casos, de irresoluble solución, el uno
existe por el otro y viceversa. Es decir, el Nudo Gordiano es una
unidad con el individuo, de manera tan simbiótica por el desarrollo
en coexistencia a lo largo de los años de vida de la persona, que el
mismo Nudo Gordiano acaba definiendo las dimensiones interna y
externa de su portador. Hasta que llega un punto de la historia común
en que huésped y portador se confunden por ambigüedad de definición.
No, no es lo mismo
cortarlo que desatarlo. Desatar un Nudo Gordiano personal es volver a
recorrer el camino recorrido para deshacer lo que no se puede
deshacer: el pasado. Es por ello que es un problema de imposible
solución práctica. [Ver: Las matemáticas no son perfectas, al menos en nuestro mundo (conjetura de Collatz)].
Mientras que cortar un
Nudo Gordiano personal es lo mismo que dinamitar la realidad
conocida, y ya se sabe que en el ejercicio de tierra quemada siempre
hay daños colaterales, no solo de carácter material, sino también
humanos, profundamente humanos, en cuya onda expansiva es presumible
que incluso los seres queridos más allegados queden afectados.
Cortar un Nudo Gordiano personal es redefinir la realidad de uno
mismo de manera radical, y como todo hombre es parte indisociable de
su realidad, éste mismo resulta redefinido. Aunque de manera
inconclusa e incompleta, porque no existe operación matemática que
divida un todo que dé como resultado una suma mayor que la de sus
partes fraccionadas.
Es por ello que solo
existen dos tipos de personas que optan por cortar un Nudo Gordiano
personal: los inconscientes (de los efectos dañinos que provoca su
acción en su realidad más inmediata conocida), y los desesperados
(que sienten que no tienen mucho más que perder, pues no les queda
nada más por perder).
Todo ser humano, en algún
momento de su historia personal, ha sentido el arrebatador deseo de
cortar su particular Nudo Gordiano (pues la vida de los mortales no
suele ser un camino de rosas). Pero en la mayoría de los casos
siempre acaba imponiéndose una conciencia de responsabilidad, no
tanto por uno mismo, sino por aquellos seres queridos que, marcados
por un destino caprichoso, participan de una intersección común con
susodicho Nudo Gordiano (Teoría de conjuntos).
Sí, la vida tiene sus
propios recursos. Y de igual manera que todos los seres vivos han
desarrollado mecanismos de defensa ante posibles depredadores o ante
un posible instinto de autodestrucción, de igual manera sucede con
los Nudos Gordianos personales, pues nudo e individuo al ser una
unidad participan de la misma conciencia. Y ya se sabe que no hay
mayor defensa orgánica que la interrelación entre los sujetos que
forman una misma comunidad (intersección de conjuntos), donde lo que
le sucede a uno como fracción de una cadena tiene efectos sobre el
conjunto de la secuencia de la cadena (Efecto Doppler).
Que todo mortal viene al
mundo con un patrón apriorístico para desarrollar su particular
Nudo Gordiano es una realidad. Que éste puede tomar diferentes
formas según la singular vida de cada individuo es una evidencia.
Por lo que a los inconscientes que desean cortar su Nudo Gordiano
recetarles paciencia para madurar en conciencia, y a los desesperados
esperanza por un nuevo mañana. Pues no en vano el sol renace a cada
nuevo día. Al resto, Inteligencia Emocional y Autoridad Interna para
que el nudo no apriete tanto como para asfixiarnos en vida.
-Entonces, ¿no podemos
deshacernos de nuestro Nudo Gordiano?
-No, pero sí que podemos
transmutarlo en una nueva naturaleza
-¿Cómo?
-Mediante la Conciencia personal.
Y es que, como apuntaban
ya los romanos: nihil novum sub sole,
por lo que no hace falta inventar lo inventado.