miércoles, 6 de marzo de 2019

Los futuros posibles de la sociedad del siglo XXI en un horizonte volátil e incierto


Vivimos en un siglo caracterizado por un entorno socio-político y económico volátil, incierto, complejo y ambiguo, más conocido como fenómeno vuca en el mundo de la empresa (si bien fue creado originariamente por la U.S. Army War College). Un contexto en el que ahora más que nunca la geopolítica y el mundo empresarial son dos caras de una misma moneda, donde las colonizaciones son económicas y las guerras entre potencias son comerciales, donde el comercio es sinónimo de globalización, donde la soberanía de los Estados Democráticos está supeditada al absolutismo de la Dictadura de los Mercados, donde el poder mundial económico-político y militar está repartido entre diversos actores tan diferentes como opuestos culturalmente entre sí, donde el desarrollo social de la humanidad se plantea inversamente proporcional al proteccionismo del planeta, donde la brecha entre países se mide ya en parámetros de cibertecnología y las grandes ciudades ostentan mayor peso productivo internacional que el conjunto de sus propios Estados, y donde la Inteligencia Artificial no solo corrige las imperfecciones del ser humano sino que está cambiando el mundo entero y con él nuestra propia evolución como especie. Un entorno vuca en el que el hombre, como inmerso en un gran acelerador, ha dejado de tener capacidad alguna de planificación sobre el futuro, para tan solo limitarse a reaccionar como mejor puede en un presente continuo altamente cambiante.

En este panorama volátil (por cambiante), incierto (por falta de predictibilidad), complejo (por multiplicidad de fuerzas) y ambiguo (por confusión en las causísticas), el horizonte del ocaso de nuestro siglo se nos presenta bajo muchos escenarios estadísticamente probables, derivado de la confluencia de múltiples futuros (o sumas de historias evolutivas) posibles. Es decir, nadie es capaz de imaginar la sociedad de finales del siglo XXI, aunque asimismo a nadie se le escapa, intuición mediante, que seguro será muy diferente al paisaje del actual modus vivendi tanto en forma como en contenido.

No obstante, desde un punto de vista social y político, podemos reducir el amplio registro de futuros posibles a tres horizontes de probabilidades concretos: Un mayor Bienestar Social y una mayor Democracia, un menor Bienestar Social y una mayor Democracia, o bien un mayor Bienestar Social y una menor Democracia, con independencia en los tres casos del nivel de desarrollo tecnológico alcanzado por la humanidad.

En el caso de un futuro caracterizado por un mayor Bienestar Social y una mayor Democracia, significará la existencia de una sociedad avanzada donde prime el beneficio público por encima del beneficio privado, en la que la Democracia ha conseguido sobreponerse y acotar el poder de la Dictadura del Mercado en pos de la sostenibilidad de un estado de bienestar social colectivo, haciendo imperar el humanismo frente al capitalismo, y cuya actividad económica productiva ha alcanzado las cuotas de crecimiento y desarrollo suficiente para sostener el alto coste del Bienestar Social (seguramente gracias a la sociabilización de la Inteligencia Artificial).

Por su lado, el caso de un futuro caracterizado por un menor Bienestar Social y una mayor Democracia resulta una probabilidad evolutiva que, por definición, nos presenta un problema irresoluble de planteamiento inicial por ser incongruente sociológicamente, más propio de los denominados problemas matemáticos del milenio. Pues, ¿cómo puede existir una mayor Democracia que desatienda el Bienestar Social del conjunto de los ciudadanos, si son éstos los que ostentan el gobierno de la propia Democracia?. En todo caso, solo cabría una solución posible propia de un gran despropósito futuro en el que el hombre, enajenado de sí mismo por fuerza mayor, defendiera un comportamiento contrario a la defensa de los derechos intrínsecos de una vida cotidiana digna.

Mientras que en el caso de un futuro caracterizado por un mayor Bienestar Social y una menor Democracia, significaría la existencia de una sociedad en la que la soberanía de los pueblos recaería en la Dictadura del Mercado por encima de la Democracia de los Estados, a cambio de que el poder económico del Mercado asegurase la sostenibilidad y crecimiento del Bienestar Social mediante el pago más o menos directo de los costes de los derechos sociales (por y para beneficio de la propia economía de libre consumo), en un claro detrimento de los derechos político civiles. Un escenario futuro que parece el más plausible, dada la trayectoria evolutiva actual -en caso de no ser corregida dicha tendencia-, resucitando así la máxima política del despotismo ilustrado del “todo por el pueblo pero sin el pueblo”.

Sí, vivimos en un mundo en vertiginoso continuo cambio y transformación, derivado de los avances científico-técnicos que parecen no tener techo, cuya multiplicidad de factores presentan un horizonte volátil e incierto por impredecible. Pero no debemos perder de vista que la referencia de los modelos de sociedad presentes y de futuro debe recaer en el poder de decisión de sus ciudadanos, mediante sistemas políticos de organización de democracia moderna, por encima del poder de decisión de unos pocos hombres que ostentan el poder económico global y controlan, de facto, la comercialización de la práctica totalidad de los recursos naturales y artificiales del mundo, conocimiento incluido, en ese Gobierno Global paralelo al gobierno de los Estados que denominamos Mercado. Al César lo que es del César, y al ciudadano del siglo XXI, lo que es del ciudadano. Que la euforia contagiosa del Mercado por evolucionar en productos y servicios propios de la ciencia ficción no nos impida ver, y mucho menos no nos obligue a renunciar, los derechos y deberes naturales de los ciudadanos modernos adquiridos durante siglos de humanismo.

Si la biotecnología me lo permite, rezo por llegar a ver la topía de una sociedad futura de finales de siglo caracterizada por un mayor Bienestar Social y una mayor Democracia, aun consciente de pecar de utópico. Pues en caso contrario quizás no encontremos ante un doble postulado falso, aunque posible, en el que la sociedad como colectividad haya ganado en un contexto donde el hombre, como individuo y ser humano, haya perdido.



Nota: Este y otros artículos de reflexión se pueden encontrar recopilados en el glosario de términos del Vademécum del ser humano