Vivimos en un siglo
caracterizado por un entorno socio-político y económico volátil,
incierto, complejo y ambiguo, más conocido como fenómeno vuca en
el mundo de la empresa (si bien fue creado originariamente por la
U.S. Army War College).
Un contexto en el que ahora más que nunca la geopolítica y el mundo
empresarial son dos caras de una misma moneda, donde las
colonizaciones son económicas y las guerras entre potencias son
comerciales, donde el comercio es sinónimo de globalización, donde
la soberanía de los Estados Democráticos está supeditada al
absolutismo de la Dictadura de los Mercados, donde el poder mundial
económico-político y militar está repartido entre diversos actores
tan diferentes como opuestos culturalmente entre sí, donde el
desarrollo social de la humanidad se plantea inversamente
proporcional al proteccionismo del planeta, donde la brecha entre
países se mide ya en parámetros de cibertecnología y las grandes
ciudades ostentan mayor peso productivo internacional que el conjunto
de sus propios Estados, y donde la Inteligencia Artificial no solo
corrige las imperfecciones del ser humano sino que está cambiando el
mundo entero y con él nuestra propia evolución como especie. Un
entorno vuca en el que el hombre, como inmerso en un gran
acelerador, ha dejado de tener capacidad alguna de planificación
sobre el futuro, para tan solo limitarse a reaccionar como mejor
puede en un presente continuo altamente cambiante.
En este panorama volátil
(por cambiante), incierto (por falta de predictibilidad), complejo
(por multiplicidad de fuerzas) y ambiguo (por confusión en las
causísticas), el horizonte del ocaso de nuestro siglo se nos
presenta bajo muchos escenarios estadísticamente probables, derivado
de la confluencia de múltiples futuros (o sumas de historias
evolutivas) posibles. Es decir, nadie es capaz de imaginar la
sociedad de finales del siglo XXI, aunque asimismo a nadie se le
escapa, intuición mediante, que seguro será muy diferente al
paisaje del actual modus vivendi tanto en forma como en
contenido.
No obstante, desde un
punto de vista social y político, podemos reducir el amplio registro
de futuros posibles a tres horizontes de probabilidades concretos: Un
mayor Bienestar Social y una mayor Democracia, un menor Bienestar
Social y una mayor Democracia, o bien un mayor Bienestar Social y una
menor Democracia, con independencia en los tres casos del nivel de
desarrollo tecnológico alcanzado por la humanidad.
En el caso de un futuro
caracterizado por un mayor Bienestar Social y una mayor Democracia,
significará la existencia de una sociedad avanzada donde prime el
beneficio público por encima del beneficio privado, en la que la
Democracia ha conseguido sobreponerse y acotar el poder de la
Dictadura del Mercado en pos de la sostenibilidad de un estado de
bienestar social colectivo, haciendo imperar el humanismo frente al
capitalismo, y cuya actividad económica productiva ha alcanzado las
cuotas de crecimiento y desarrollo suficiente para sostener el alto
coste del Bienestar Social (seguramente gracias a la sociabilización
de la Inteligencia Artificial).
Por su lado, el caso de
un futuro caracterizado por un menor Bienestar Social y una mayor
Democracia resulta una probabilidad evolutiva que, por definición,
nos presenta un problema irresoluble de planteamiento inicial por ser
incongruente sociológicamente, más propio de los denominados
problemas matemáticos del milenio. Pues, ¿cómo puede existir una
mayor Democracia que desatienda el Bienestar Social del conjunto de
los ciudadanos, si son éstos los que ostentan el gobierno de la
propia Democracia?. En todo caso, solo cabría una solución posible
propia de un gran despropósito futuro en el que el hombre, enajenado
de sí mismo por fuerza mayor, defendiera un comportamiento contrario
a la defensa de los derechos intrínsecos de una vida cotidiana
digna.
Mientras que en el caso
de un futuro caracterizado por un mayor Bienestar Social y una menor
Democracia, significaría la existencia de una sociedad en la que la
soberanía de los pueblos recaería en la Dictadura del Mercado por
encima de la Democracia de los Estados, a cambio de que el poder
económico del Mercado asegurase la sostenibilidad y crecimiento del
Bienestar Social mediante el pago más o menos directo de los costes
de los derechos sociales (por y para beneficio de la propia economía
de libre consumo), en un claro detrimento de los derechos político
civiles. Un escenario futuro que parece el más plausible, dada la
trayectoria evolutiva actual -en caso de no ser corregida dicha
tendencia-, resucitando así la máxima política del despotismo
ilustrado del “todo por el pueblo pero sin el pueblo”.
Sí, vivimos en un mundo
en vertiginoso continuo cambio y transformación, derivado de los
avances científico-técnicos que parecen no tener techo, cuya
multiplicidad de factores presentan un horizonte volátil e incierto
por impredecible. Pero no debemos perder de vista que la referencia
de los modelos de sociedad presentes y de futuro debe recaer en el
poder de decisión de sus ciudadanos, mediante sistemas políticos de
organización de democracia moderna, por encima del poder de decisión
de unos pocos hombres que ostentan el poder económico global y
controlan, de facto, la comercialización de la práctica totalidad
de los recursos naturales y artificiales del mundo, conocimiento
incluido, en ese Gobierno Global paralelo al gobierno de los Estados
que denominamos Mercado. Al César lo que es del César, y al
ciudadano del siglo XXI, lo que es del ciudadano. Que la euforia
contagiosa del Mercado por evolucionar en productos y servicios
propios de la ciencia ficción no nos impida ver, y mucho menos no
nos obligue a renunciar, los derechos y deberes naturales de los
ciudadanos modernos adquiridos durante siglos de humanismo.
Si la biotecnología me
lo permite, rezo por llegar a ver la topía de una sociedad futura de
finales de siglo caracterizada por un mayor Bienestar Social y una
mayor Democracia, aun consciente de pecar de utópico. Pues en caso
contrario quizás no encontremos ante un doble postulado falso,
aunque posible, en el que la sociedad como colectividad haya ganado
en un contexto donde el hombre, como individuo y ser humano, haya
perdido.
Nota: Este y otros artículos de reflexión se pueden encontrar recopilados en el glosario de términos del Vademécum del ser humano