![]() |
Selfie de Teresa, mi pareja, frente a una de las obras de Plensa |
Un cuasi octogenario
pintor reconocido en vida, de cuyo nombre no quiero desvelar, con las
más altas condecoraciones locales sobre su cuello, me reconocía una
noche no muy lejana, copa en mano y puro en boca, que sus obras
pictóricas nunca habían partido de ningún planteamiento conceptual
alguno, aunque fuera pseudofilosófico. Sino que sus cuadros eran el
resultado de una continua experimentación, siempre partiendo de cero
a cada nueva creación, sobre la combinación de colores, texturas y
el uso de materiales diversos en algunos casos. Y que su única
motivación como pintor no era trascendental, ni mucho menos
respondía a la necesidad de cubrir una inquietud interior, sino que
simplemente le impulsaba el acto de pintar el hecho de explotar
comercialmente una habilidad innata que descubrió de bien pequeño y
que le había permitido vivir a lo largo de todos sus años. En
definitiva, para el viejo pintor, el único cuadro bueno era el
cuadro vendido.
Con independencia del
respeto que merece la amplia trayectoria creativa de un hombre
trabajador, con más de 6.000 obras en su haber y comprometido con el
ideal de disfrutar de una vida digna, la pregunta obligada que uno se
plantea es ¿qué es el Arte?. Para la ortodoxia social
contemporánea, el Arte se reduce a una obra -en su multiplicidad de
géneros artísticos posibles- realizada con una finalidad estética
que despierta una emoción en el espectador. Aunque bajo esta
definición también tiene cabida la antiestética, cuya
manifestación artística rechazo profundamente. Pues la estética
hace referencia al estudio de la belleza, y no hay nada bello,
al menos para una mente sana y equilibrada, en lo horrendo, grotesco,
e hiriente emocionalmente de la manifestación antiestética. En este
punto, resulta necesario situar cada concepto en su justo lugar para
no desvariar y acabar malentendiendo que todo es Arte.
Así pues, el Arte tiene
una finalidad estética, y la estética persigue la belleza. (Aquí
recomiendo la lectura sobre “La Belleza es la percepción, la estética y el placer del equilibrio geométrico de la Vida”). Pero
profundicemos un poco más. ¿Podemos considerar como Arte aquella
obra que exclusivamente tiene una finalidad estética?. Para el laxo
criterio generalista de la sociedad de nuestro tiempo, así es,
aunque ello no representa que sea cierto. Pues la estética es la
rama de la filosofía que estudia la esencia de las cosas, y dicha
esencia es tanto manifestada previamente como percibida
posteriormente mediante un proceso lógico-reflexivo capaz de
enunciar, a través del intelecto, aquello que es como
identidad singular. Es decir, no se puede sustraer la percepción de
la esencia de algo sin un contenido previo que presente un discurso
sobre el que se basa un pensamiento o razonamiento.
En este sentido, el Arte
tiene una finalidad estética, sí, pero para que esa finalidad
estética se pueda considerar Arte requiere de un contenido de
partida, como materia reflexiva previa, para su posterior desarrollo.
En caso contrario, una obra que exclusivamente persigue una finalidad
estética, sin un discurso que sostenga la esencia que manifiesta, es
solo eso: una obra estética. O, siendo generosos, podríamos
calificarlo como arte vacuo. (Que el arte vacuo sea muy comercial
no significa que sea Arte).
Personalmente, considero
que un claro exponente de artista contemporáneo que crea Arte es,
sin lugar a dudas, el español Jaume Plensa, cuya obra recientemente
conocí en una exposición individual presentada en el MACBA de
Barcelona de la mano de mi pareja Teresa, una gran admiradora de su
obra desde hace años. Plensa cumple con todos los cánones
necesarios para la creación de Arte, pues sus obras tienen una
finalidad estética desde un discurso reflexivo previo, que mediante
la búsqueda de la belleza sobre la esencia de su pensamiento
creativo provoca no solo una emoción en el observador, sino que a su
vez comunica una idea abierta al diálogo.
Sí, el Arte es
contenido, o no es Arte. Para que una obra artística pueda
considerarse Arte éste debe tener una finalidad estética, la cual
debe partir del discurso personal del artista alrededor de la esencia
de la identidad de una idea concreta, y ejecutarla mediante el anhelo
de la búsqueda de la manifestación de la belleza. Lo demás es pura
creación decorativa o simples bienes objeto de transacción
comercial para mayor o menor especulación económica en una sociedad
de mercado. No olvidemos que, a parte del ser humano, también
existen animales pintores. Y por muy bonitos que apreciemos los
cuadros que pintan los animales, y por mucha simpatía que les
podamos prodigar, no podemos considerarlo Arte. Como decía el refrán
de Marcelino, al pan, pan, y al vino, vino. Y al Arte, Arte.
Nota: Este y otros artículos de reflexión se pueden encontrar recopilados en el glosario de términos del Vademécum del ser humano