Si fijamos la atención
en la serie del bestiario urbano, como así lo hemos hecho en
reflexiones anteriores, destacaremos en esta ocasión al animal
superviviente por excelencia, el lupus civitatem o lobo de
ciudad. Un espécimen depredador, que en tiempos de carencia puede
comportarse como un carroñero, situado en el nivel medio-alto de la
cadena alimentaria de la economía productiva urbana. El lupus
civitatem es un animal muy preciado en la fauna capitalista de la
oferta y la demanda, puesto que hace posible la sostenibilidad de la
rueda de la economía de mercado a través de su intervención
directa en las operaciones de venta. Sí, así es, el lupus
civitatem se manifiesta socialmente bajo la forma profesional que
conocemos como vendedor a domicilio. Veamos algunas de sus
características más destacables:
-Como vendedor, el lupus
civitatem es un profesional en cerrar acuerdos comerciales, con
independencia de su conocimiento exacto de lo que está vendiendo.
Pues si solo se limitase a informar o a exponer los argumentos o
características de venta de un producto o servicio de manera
excelente entre clientes potenciales pero no consiguiera vender,
obviamente no sería un vendedor; ergo no se trataría de un
lupus civitatem sino que estaríamos refiriéndonos a otra
especie animal diferente dentro de la fauna urbana. Por lo que la
capacidad de vender representa una habilidad innata de su propia
naturaleza.
-El sentido existencial
del lupus civitatem no es otro que el dinero como medio de
conseguir su anhelado bienestar material, por lo que es un animal
altamente focalizado en la caza desde el momento incluso anterior a
la acción propia de perseguir una presa, la cual una vez
identificada acorrala mediante diversas técnicas persuasivas y de
manipulación emocional para acabar dando el golpe de venta de
gracia. Un proceso en el que la empatía es una herramienta de
trabajo más y la ética queda sujeta a los valores y principios de
la fría productividad, reduciendo la visión del cliente a un mero
rédito económico a conseguir.
-El lupus civitatem
celebra en manada y con exaltada excitación entre medio de aullidos
de guerra el éxito de sus cacerías diarias, y es con la manada que
se congrega periódicamente tanto para realizar ritos de motivación
comunales en un ambiente de corte formal, como para reafirmarse
mútuamente en su identidad depredadora al calor desenfadado de
espacios más ociosos. Puesto que si bien su modus operandi de
caza es en solitario, es un animal social como especie dentro de un
mismo territorio compartido, no dudando en sacrificar a alguno de sus
miembros por el bien del balance de resultados comerciales común de
la manada.
-El perfil del lupus
civitatem es heterogéneo, incluso los hay con apariencia de
ovejas hasta que no revelan sus colmillos justo antes de lanzarse al
cuello de la presa, de ademán más o menos refinado, semblantes
pulcros en su estética ex profeso, de nivel cultural medio-bajo pero
con grandes dotes de inteligencia emocional y de locución, amantes
de la vida en libertad y de trabajar en un entorno callejero, y como
buenos depredadores gustan de relacionarse con personas del resto de
la fauna urbana a quienes perciben, sin distinción, como presas
potenciales.
-Socialmente el lupus
civitatem está situado en un estatus de bienestar social
medio-alto, por la protección y prebendas económicas que gozan como
pago a sus servicios por parte de los depredadores más allegados a
la cúspide de la cadena alimentaria de la economía productiva, pues
realizan una inestimable función comercial de cadena de transmisión
directa de flujos de bienes y servicios de mercado para beneficio de
los cuadros de explotación de los productores.
Sí, el lupus
civitatem, más conocido como vendedor profesional, es un animal
de la fauna urbana indispensable en los procesos de venta directa
en un ecosistema de economía de libre mercado. Un animal comercial
producto de la sociedad capitalista cuya capacidad de adaptabilidad a
los cambios del mercado lo categorizan como un superviviente, capaz
de superar cualquier escenario de crisis, siendo dotado de una
habilidad natural altamente valorada -por escasa entre el común de
los mortales- como es la capacidad de vender. Otra cosa es que la
práctica estándar de dicha habilidad comercial, que representa un
activo de valor en las sociedades capitalistas, suela apreciarse como contraria a
los principios éticos fundamentales de una sociedad humanista.
Aunque a estas alturas, para qué nos vamos a engañar, todos sabemos
que el modelo de sociedad por el que tristemente estamos apostando se
basa en la máxima del tanto tienes, tanto vales. Así pues, no nos extrañemos al constatar que, en la vida diaria de las ciudades, el animal rey es el lobo.
Nota: Este y otros artículos de reflexión se pueden encontrar recopilados en el glosario de términos del Vademécum del ser humano