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Éxodo latinoamericano camino de EEUU. |
Los éxodos humanos son
una característica de la historia de nuestra especie desde antes
incluso que el hombre fuera hombre, como testifica la huella genética
de un adn común multiracial. Y los tiempos actuales no son ninguna
excepción, como día sí y día también evidenciamos a través de
la lupa geolocalizadora del planeta que son los medios de
comunicación. Y no por ello podemos decir que el hombre es un animal
nómada, pues con la llegada de la civilización de la mano del homo
sapiens nos convertimos en una especie profunda y arraigadamente
sedentaria. Así pues, ¿a qué se debe el fenómeno del éxodo aún
en pleno siglo XXI?.
A nadie se le escapa, por
limitado de miras que sea, que un ser humano no sale de su zona de
confort si no es porque ésta desaparece o por una imperiosa
necesidad personal (cualquiera que sea el nivel de la pirámide de
Maslow en el que se encuentre). Y más particularmente en el caso de
los éxodos, eufemistica -o cínicamente- conocidos en la actualidad
como flujos migratorios en un contexto de mercado global, solo se
producen por dos razones bien definidas: como respuesta a un peligro
inminente que atenta contra la integridad física, y/o como
imposibilidad de cubrir las necesidades básicas que garantizan la
supervivencia de una persona y su familia. Es por ello que cuando la
necesidad aprieta, el fenómeno del éxodo no atiende a fronteras,
leyes de extranjería o lógica de Mercado, pues la fuerza motriz del
éxodo no es otra que la esperanza del ser humano como impulso
existencial por encontrar un lugar apto para vivir, como respuesta a
la impotencia de desarrollar una vida digna en el lugar de origen.
El éxodo, como materia
de estudio tanto antropológico como sociológico, puede tratarse
desde múltiples perspectivas. No obstante, personalmente y desde la
reflexión filosófica, solo me interesan tres enfoques claves del
éxodo a destacar en este breve artículo:
1.-El éxodo desde la
Actitud Humana de la Esperanza:
En este punto, cabe
destacar que la Esperanza tanto es un sentimiento como una actitud
fundamental para el ser humano, pues nos empuja a superar los retos
cotidianos de la vida en pos de una mejor y renovada versión de
nosotros mismos, y por extensión de nuestras sociedades. La
Esperanza es el elemento nuclear de la motivación. Pero debemos
distinguir dos tipologías bien diferenciadas: la Esperanza Razonable
y la Esperanza Irracional, las cuales se distinguen por el grado de
expectativa probable o improbable, respectivamente, que viene dado
por el valor estadístico de posibilidad de consumación de un hecho
futuro supuesto y por tanto anticipado. En el caso concreto de los
éxodos humanos, generalmente, nos situamos en el contexto de la
Esperanza Irracional, derivada de una falta de conocimiento
suficiente para validar las probabilidades de éxito futuras,
retroalimentado a su vez por un impulso desesperado de huir de un
entorno inhóspito e incluso agresivo por violento o por falta de
recursos. Lo que provoca que cientos o miles de familias se lancen a
caminar bajo la intemperie y sin más equipaje que lo puesto en
dirección a una nueva tierra soñada.
2.-El éxodo desde la
dicotomía de la Visión Etnocéntrica Mercado-Humanismo:
A todo ello, el éxodo,
como fenómeno que se produce prácticamente en todos los continentes
del planeta en diferentes formas y tiempos, tiene como denominador
transversal el flujo de personas que huyen de países
subdesarrollados y/o en situación de represión o de guerra para
buscar refugio en países desarrollados y estables, con garantías
sociales y jurídicas propio de los estados de la órbita occidental.
Un encuentro entre dos mundos -por no decir entre dos civilizaciones
diferentes-, con visiones etnocéntricas opuestas en muchos casos.
Pues unos, los protagonistas en primera persona del fenómeno
migratorio, conciben el éxodo bajo principios humanitarios; mientras
que los otros, los que somos observadores pasivos y receptores
potenciales de dicho fenómeno de desplazamiento de masas,
conceptualizamos el éxodo bajo principios de Mercado. Un contraste
de opuestos etnocéntricos que podemos destilarlo como Valores versus
Economía, o Humanismo versus Capitalismo. Un pulso desigual en el
que la balanza se decanta por fuerza gravitatoria hacia el lado con
más poder. Y ya sabemos todos que el poder reside, en el sistema de
organización global creado por el hombre contemporáneo, en las
sociedades desarrolladas sobre los pilares de la economía de libre
mercado. Pues poderoso caballero es Don Dinero, como diría Quevedo.
Unas sociedades mercatilizadas que sitúan la acción humanitaria como
un valor financiero más en el cuadro de explotación de su PIB,
dentro de la lógica presupuestaria de las políticas de Bienestar
Social. Por lo que para las sociedades desarrolladas occidentales,
los éxodos humanitarios se reducen a una operación internacional
cuya incidencia, más allá de la cultural e incluso humanitaria, es
de viabilidad y rentabilidad financiera.
3.-El éxodo desde una
Política de Geoestrategia Global.
Pero a nadie se le
escapa, quiero suponer, que el fenómeno de los éxodos humanos pone
en evidencia un vergonzoso problema de rabiosa actualidad sobre la
gestión de los abundantes recursos existentes en el planeta.
Entendiendo recursos tanto los tangibles, como son los económicos,
como los intangibles, sintetizados en el conjunto de conocimientos
que permite el desarrollo de las sociedades. Un problema a escala
mundial que tiene como efecto patente los grandes desequilibrios
territoriales a la orden del día en materia de desigualdad social,
evidenciando en pleno sigo XXI la existencia de ciudadanos de primera
y de tercera, e incluso de personas categorizadas como esclavos. Una
situación poco sostenible en un mundo global interconectado, donde
las acciones de unos provocan consecuencias directas en los otros en
un claro efecto dominó, tal y como estamos sufriendo. Lo cual nos
debe hacer reflexionar sobre la validez del modelo político
geoestratégico mundial actual y su necesaria revisión hacia un
modelo evolutivo más actualizado. Pues de igual manera que
evolucionamos en antaño de las pequeñas ciudades-Estado griegas (II
a.C.) al concepto moderno de Estado (suma de ciudades-Estado, a
partir del s. XV), y de éstos a una nueva forma de Estado de
Estados, como es la Unión Europea (s. XX) -bajo criterios de
rentabilidad y eficiencia de recursos compartidos-, quizás nos
encontremos más pronto que tarde en el punto de inflexión de
ampliar por redefinición el concepto actual de Estado como ente
internacional, con el objetivo de otorgarle una mayor significación
competencial desde un punto de vista de organización socio-económica
y política para el conjunto de la humanidad. Una visión que si bien
por un lado nos puede parecer utópico a día de hoy, pues todavía
queda mucho camino por recorrer, por otro lado resulta la evolución
natural de futuro más inteligente para una óptima política
geoestrategia global más equitativa y beneficiosa para el conjunto
de nuestra especie que, como personas y ciudadanos, nos desarrollamos
organicamente como sociedad global sobre los mismos recursos de un
planeta común.
Mientras tanto, el
fenómeno del éxodo de personas continua representando a día de hoy
el fracaso del humanismo, la vergüenza de la comunidad
internacional, el descarado desprecio a la vida del Mercado, y la
férrea fuerza del impulso existencial de la Esperanza humana de los
más desfavorecidos. Un problema de difícil resolución para el
hombre contemporáneo, que sin duda devendrá un irrenunciable legado
a solucionar por parte de una mente colectiva humana futura más
evolucionada. Muy a pesar que toda evolución, en su proceso de
madurez, siembra de muertos inocentes el largo del viaje.
Un minuto de silencio por
las víctimas de la lenta evolución humana.