lunes, 26 de noviembre de 2018

El Superhombre de Nietzsche se está gestando en China


Esta mañana me he levantado con la noticia, mientras me tomaba el primer café del día, de la manipulación genética de bebés en China. La excusa, al menos la oficial, es la de crear una nueva generación de seres humanos inmunes al VIH, un problema sin duda de Estado para una nación -potencia mundial, no lo olvidemos- con férreas políticas de control de natalidad. No ha faltado tiempo para que parte de la comunidad científica internacional califique el experimento con seres humanos de “ni moral ni éticamente defendible”. Aunque, siendo honestos, tampoco es ni moral ni éticamente defendible la pobreza en el mundo o el asesinato institucional por causas culturales, políticas, religiosas o incluso comerciales, la cual cosa no quiere decir que no se produzca. Y más cuando, de manera específica, no existe una regulación internacional en materia de manipulación genética sobre seres humanos. De hecho, hace dos años el Reino Unido ya aprobó la manipulación genética de embriones humanos para crear “bebés sanos”, concretamente para aquellos casos que estuvieran potencialmente condenados a crecer con graves enfermedades heredadas por sus padres.

La manipulación genética de bebés en China, como seguramente va a suceder en otros países del mundo -pues no va haber nación con posibilidades que quiera ser menos, y sobre todo frente al hecho de tener ciudadanos biológicamente inferiores-, cumple con los dos requisitos idiosincráticamente imprescindibles para que el hombre se transforme en un Superhombre nietzscheriano: abandonar la moral tradicional y abandonar la idea de Dios. Una tendencia íntimamente ligada a la evolución cientificotécnica de nuestras sociedades modernas.

El concepto de Superhombre, que Nietzsche desarrolló en su obra “Así habló Zaratrusta” se caracteriza por cinco rasgos interesantes a recordar. En primer lugar, la Superioridad, pues el Superhombre cree que hay una jerarquía en las personas, por lo que no todos somos iguales. En segundo lugar, la Superación, pues el Superhombre considera, sobre la idea que hay que superar el concepto de Dios y la moral tradicional, de practicar la moral de los señores, que es aquella propia de los hombres superiores que dominan el mundo por la fuerza y la violencia. En tercer lugar, la Voluntad de Poder, que es la voluntad del Superhombre de dominar el mundo mediante la ley del más fuerte. En cuarto lugar, las Ansias de Vivir, pues el Superhombre, teniendo como virtudes la fuerza física, el poder y la rebeldía, valora sobremaneramente la vida corporal, donde entran en juego las pasiones, el placer y la violencia. Y en quinto lugar, la Fidelidad a lo Terrenal, pues el Superhombre, que no cree en Dios ni en el otro mundo, es fiel a lo terrenal, olvidándose así de cuestiones espirituales, y solo preocupándose por el mundo físico el cual vive con total intensidad.

Realmente, no hay que ser muy fino intelectualmente para que las características que Nietzsche describe en su Superhombre nos resuenen al arquetipo medio del ser humano actual que vive en lo que denominamos primer mundo, producto de una sociedad hedonista, materialista y egoísta por individualista.

Pero el hecho que podamos manipular genéticamente tanto la estructura biológica como por ende las capacidades cognitivas del ser humano, sin lugar a dudas superan las expectativas del propio Nietzsche en su idea de Superhombre. Pues su rasgo característico de Superioridad, por discriminación genética positiva, adquieren una nueva y elevada dimensión. A nadie se le escapa las implicaciones que puede llegar a tener la creación de una nueva generación de superhombres por superioridad genética en un mundo ya de por sí con grandes desequilibrios sociales, y en el que las prioridades de los Estados en la gestión política que afecta directamente a los grupos de ciudadanos categorizados en sus respectivos estratos sociales viene determinado por las pautas (de habilidades y competencias) que marca el Mercado. Es decir, la manipulación genética en seres humanos en un contexto de economía de Mercado global abre la puerta a la creación de una sociedad dividida en castas sociales, en la que los hombres que conforman la élite se transformarían en Superhombres por superioridad genética, puesto que -desde que la humanidad es humanidad- no hay mayor barrera de entrada artificial a las diferentes escalas de los estatus sociales que la que marca el dinero.

En este sentido, la actualización del Superhombre de Nietzsche gestado en China -con previsibles implicaciones en todo el planeta a medio plazo-, va a obligar a redefinir el concepto que actualmente tenemos de Democracia, puesto que la discriminación positiva de ciudadanos por manipulación genética afecta de lleno a uno de sus principios rectores: el derecho a la igualdad de oportunidades. Y no puede haber igualdad de oportunidades en una sociedad que pueda llegar a dividir a sus ciudadanos entre seres humanos naturales y seres humanos mejorados artificialmente.

Sí, nuestros modelos actuales de Democracia occidental pueden estar a punto de cambiar tal y como los conocemos por un modelo de organización política no democrática como es China, donde no existe la separación de poderes y todos los pilares del Estado, incluyendo el ejecutivo, el judicial y el militar, están bajo la autoridad del omnipotente Partido Comunista de China. Pero, ¿cómo puede China influenciarnos hasta el punto de modificar la naturaleza de nuestras propias Democracias? La respuesta se haya en el uso privilegiado de fuerza que ostenta sobre el Mercado global, talón de Aquiles de nuestras democracias al representar el cordón umbilical que alimenta nuestros frágiles modelos de Estado de Bienestar Social.

No obstante, quiero esperar que la mano de Zaratrusta, el profeta persa que históricamente fue el ordenador primario de los valores del bien y del mal, no acabe cerniéndose sobre occidente para destruir nuestra moral humanista y hacerla entrar en el ocaso y la caducidad definitiva, como auguró Nietzsche con su Superhombre. Frente a este peligro tan viable como inminente, ya estamos tardando en legislar internacionalmente sobre la manipulación genética en seres humanos, puesto que si alguna fortaleza tienen nuestras democracias de tradición greco-romana es que, justamente, se sustentan sobre el Estado de Derecho como escudo de la igualdad y los derechos sociales de todos los ciudadanos.

Tiempos difíciles y oscuros nos aguardan.
Pronto deberemos elegir entre lo que es correcto y lo que es fácil”.
Albus Dumbledore, en la película Harry Potter y el cáliz de fuego.



Nota: Este y otros artículos de reflexión se pueden encontrar recopilados en el glosario de términos del Vademécum del ser humano