La actual sociedad
tecnológica de las redes sociales ha creado una nueva variedad de
ser humano, el homo selfies, el cual experimenta la vida como un
decorado permanente para sus autorretratos, donde no solo es
importante el ángulo, la exposición de luz o el entorno encabido en
el encuadre fotográfico, sino sobre todo la pose facial y corporal,
más conocida como “postureo”. Un homo selfies como resultado del
fenómeno social del culto a la imagen -en una sociedad enajenada en
cánones estéticos de moda consumible-, hasta tal punto que se
valora más a una persona por la imagen que expone virtualmente en
las redes sociales, que por su vida real propia, la cual en la
mayoría de los casos es diametralmente opuesta. Por lo que el homo
selfies vive su existencia, prácticamente las 24 horas del día,
desde la ficción de su segunda vida narrada virtualmente en una
secuencia de fotogramas digitales.
De la naturaleza
brevemente expuesta del homo selfies podemos destacar varios rasgos
relevantes:
1.-El rasgo
característico del “postureo”, junto a la exaltación de la
imagen como eje vertebrador del sentido de la vida misma, denota una
personalidad superficial que valora al mundo por lo que se tiene, y
no por lo que se es, en una clara actitud arraigada al consumismo
(que por esencia es egoísta).
2.-La característica de
vivir desde una segunda vida virtual proyectada en las redes
sociales, vivir desde un alter ego, potencia que el homo
selfies se reafirme en la fantasía de la vida imaginaria que quiere
vivir con el objetivo de percibirla como más real, frente a una
realidad sustancial y de facto que no le gusta o no acepta. Un
rasgo característico que se agudiza en los adolescentes como
personas en plena fase de desarrollo y búsqueda de una identidad
individual propia.
3.-La necesidad del culto
a la imagen personal expuesta socialmente a través de la experiencia
de un alter ego virtual viene inducido por un modelo de
felicidad impuesto por el entorno, en el que la felicidad personal se
equipara al éxito social, y éste se fundamenta asimismo en el
cumplimiento de los cánones de consumo hedonistas marcados por
referentes de moda (influencers). La felicidad deja de ser un
estado de conciencia individual, como proceso de crecimiento interior
y personal, para convertirse en un estado de exposición pública de
la imagen individual, como necesidad exterior de agrado y aceptación
social. Una necesidad de aparentar ser feliz y exitoso, en una vida
real vacía de contenido (en la mayoría de los casos), que vivida
desde una segunda vida virtual proyectada en las redes sociales
provoca una obsesiva adicción a la conexión con los dispositivos
móviles tecnológicos, pues fuera de ellos no se puede “sentir”
la felicidad.
4.-Las relaciones entre
homo selfies a través de sus alter egos como
hábito normalizado socialmente, en un mundo tan virtual como
ficticio, obviamente afecta de manera directa a las relaciones
interpersonales de éstos en la vida real. El homo selfies,
desprovisto de su alter ego y enfrentado a la realidad, tan
solo puede mostrarse -por falta de un desarrollo adecuado y
naturalizado como ser humano- tal y como es: una persona superficial
(pues su relación con el mundo se basa en el continente y no en el
contenido), egoísta (ya que busca la felicidad a través de la
exaltación de un ego individualista), con carencias emocionales
(puesto que reafirma su autoestima mediante el barómetro de
aceptación de los demás: los “likes”), y exenta de una actitud
hacia el compromiso (pues su concepto de éxito personal, y por
extensión social, se fundamenta en la cultura hedonista de la
obtención inmediata del placer a través del consumismo, que por ser
efímera por naturaleza siempre requiere de una continua
actualización de experiencias novedosas). Un perfil psicológico que
hace del homo selfies una persona disfuncional mental y
emocionalmente en la vida real. Unos rasgos generales de personalidad
que, cabe remarcar, se muestran con diferente grado de intensidad en
cada persona a título individual, según determinismos
culturales-ambientales, de edad, desarrollo de madurez, etc.
Si bien el ser humano se
manifiesta como polifacético, en tanto en cuanto su actitud viene
determinada tanto por el conocimiento subjetivo percibido y por tanto
aprehendido en un contexto ambiental concreto, como por la voluntad
formal de relacionarse con el mismo, dentro de la lógica de la
singularidad de la circunstancia experimentada en primera persona -lo
que explica los rasgos característicos del alter ego en las
nuevas generaciones de homo selfies-, la sustanciabilidad de la
naturaleza humana del hombre se basa en valores arquetípicos
objetivamente sólidos, atemporales y apriorísticos frente a
cualquier moda pasajera a lo largo de la historia de la humanidad.
Por lo que son estos valores universales humanistas del mundo real
los que deben hacer contrapeso a los valores volátiles y temporales
del homo selfies que lo aleja de su verdadera naturaleza humana,
mediante una adecuada educación en desarrollo moral que permita al
homo selfies alcanzar un lúcido razonamiento ético, mediante el uso
del pensamiento crítico, en su relación cotidiana con la vida real.
Ya que por el bien del conjunto de la humanidad, más nos vale
transmutar una sociedad de homo selfies en una sociedad de homo
humanistas (y por tanto éticamente racionales) que hacen selfies.
Enséñame que selfies
estás compartiendo, y te diré qué sociedad estás construyendo. Que
los likes no sean moneda de cambio, en un mundo altamente
mecartilista, en detrimento de la dignidad de los valores universales
del ser humano.
Nota: Este y otros artículos de reflexión se pueden encontrar recopilados en el glosario de términos del Vademécum del ser humano