
El sentimiento de bloqueo
mental no solo pone en duda la capacidad del libre albedrío, sino la
idea misma de libertad individual. ¿A caso no somos libres para
tomar las acciones necesarias que nos permitan escapar de la rueda de
hamster personal? A todas luces, no. Pues somos nosotros mismos
quienes saboteamos nuestra posible fuga hacia un nuevo horizonte
condicionados por deudas familiares, sociales o profesionales
autocontraidas con nuestro entorno más inmediato. Inhibidores de
libertad personal integrados en el adn de nuestras estructuras de
pensamiento, como férreas cadenas que mantienen preso al reo en su
celda.
Pensar dentro de la rueda
del hamster, un día tras otro, sin poder pensar, hasta caer abatidos
por el agotamiento. Solo queda dejar de pensar, respirar, y solo ser.
Lo contrario solo aboca a la locura o ver arrastrado al frágil
espíritu humano a los confines emocionales de lo sombrío. Toda una
prueba de fuego para la fortaleza mental de las personas. ¿Es que no
hay salida posible al bloqueo mental sin romper las limitaciones de
libertad personal que nos hemos autoimpuesto por responsabilidad del
deber asumido frente a terceros?. La respuesta es que sí, sí que
hay salida, pero solo hay una: romper la estructura de pensamiento,
que es lo mismo que liberar al hamster de su rueda. Pero para romper
la estructura personal de pensamiento no solo se debe ejercitar el
estado de abrir la mente, sino que se requiere de la fuerza interior
suficiente para reinventarnos en el mundo.
Abrir la mente conlleva
valorar opciones que o bien no se contemplaban con anterioridad, o
bien se desestimaban de antemano por la rigidez mental respecto a la
idea de identidad que tenemos de nosotros mismos en relación al
lugar que creemos que debemos ocupar en el mundo. Pero la dificultad
no se haya en pensarnos de manera diferente a como nos pensábamos
hasta el momento, sino en asumirlo emocionalmente. Pues abrir la
mente sin alinearlo con el sentimiento de aceptación de nuestro
potencial nuevo yo, no genera ningún cambio de estructura de
pensamiento que nos permita reinventarnos. Una cosa es pensarlo, y
otra muy diferente es sentirlo para poder llevar a la acción el
pensamiento de cambio.
Pero si bien es cierto
que el factor emocional es clave para la motivación personal que
genera el movimiento en el mundo material -o de las formas como diría
Platón-, dicho movimiento requiere de la fuerza interior suficiente
para romper el bloqueo que podamos sufrir en cualquier dimensión de
nuestras vidas cotidianas. Pues como reza el refranero, del dicho al
hecho hay un gran trecho. El reto, en este punto, resulta
especialmente significativo para aquellas personas que sienten el
alma cansada, fruto de innumerables batallas existenciales a sus
espaldas propio de la edad. Es entonces cuando la fuerza interior
puede flaquear, o incluso aparecer y desaparecer intermitentemente,
lo que dificulta la posibilidad de romper el bloqueo mental y, por
extensión, dar salida a una vida estancada. Frente a la
imposibilidad de entrar en batalla, solo queda dejar de pensar,
respirar, y volver a ser en una redefinición tanto de la identidad
de uno mismo, como de una actualización del sentido que se otorga a
la vida. Mientras que frente a la posibilidad de entrar en batalla,
solo cabe la determinación y el coraje de luchar sin tregua por
alcanzar nuevos horizontes o, en su defecto, hasta que las fuerzas
nos abandonen. Que no te puedas a llegar a decir, al final de tus
días, que no hiciste lo imposible por escapar de la rueda del
hamster. Libertas capitur (la libertad se conquista).
Nota: Este y otros artículos de reflexión se pueden encontrar recopilados en el glosario de términos del Vademécum del ser humano