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Yo. Instantánea de Teresa Mas de Roda |
Cuando caminas portando
un libro contigo, ya sea bajo el brazo, en el bolsillo de la chaqueta
o en el interior de una bolsa, realmente estás caminado sin estar
presente por donde caminas. Pues el libro es la puerta dimensional
que te conecta, mediante un cordón tan invisible como tangible
sensorialmente, a otra realidad. La conexión que estableces con el
libro no te hace invisible ante el mundo, pero sí que te
invisibiliza la realidad más inmediata por la que transitas.
Existen dos tipos de
libros, según su utilidad: los que nos aportan conocimiento y los
que nos evaden de la realidad. Y justamente estos últimos, donde el
género de la novela es el rey, nos permite corregir la visión
imperfecta del mundo real a través de un relato perfecto en
escenario, personajes, formas y tiempo. Así que sí, los libros son
un portal de huida frente a un mundo que no acaba de gustarnos. Y en
esa adversión, e incluso posible rencor, hacia una realidad que no
se acepta, hay quienes llegan a tener tal adicción al refugio de
mundos alternativos que no pueden caminar por la vida sin portar
siempre un libro encima, pues de lo contrario se encuentran
vulnerablemente expuestos a un mundo lleno de hostilidades.
Pero no hagamos del grano
una montaña. Pues para montañas en evasión de la realidad no le
ganan los libros a los dispositivos tecnológicos móviles, ya sean
teléfonos, playstations, tablets, televisiones, ordenadores u otros,
que son los verdaderos nodos enajenadores de las nuevas generaciones
en el mundo contemporáneo. No obstante, volviendo a los libros como
portales intermundos, los lectores somos verdaderos argonautas que, a
diferencia de los viajes sensitivos audiovisuales, requerimos de una
capacidad concreta y diferencial para poder realizar nuestro viaje a
otros mundos: la imaginación.
El libro, por tanto,
deviene un flotador personal para un mundo que puede llegar a ahogar
existencialmente, permitiendo transgredir la realidad conocida
mediante el vuelo de la mente a través de un imaginario guiado. Una
manera de lidiar con la realidad a través de la evasión de la
misma, con la misma eficacia que el agujero de conejo de Alicia en el
País de las Maravillas, la bota traslador de Harry Potter, la
máquina del tiempo Tardis del Doctor Who, la puerta estelar de
Stargate o la magia teletransportadora del Dr. Strange. ¡Qué
maravilla de conectores interdimensionales, quién los tuviera! :-)
Sí, los libros son
portales de evasión de la realidad. Pero, ¿quién puede resistir la
inmersión indefinida en una realidad tan sórdida, cuya prolongada
exposición además no resulta nada saludable mentalmente?. Por otro
lado, como dice mi padre, leer libros dice mucho de una persona. O,
en boca del filósofo inglés Bacon: la lectura hace al hombre
completo (...y el escribir lo hace preciso).
Así pues, cuando veamos
transitar por la calle a una persona con un libro bajo el brazo, o
leyendo un libro en una cafetería, en el trayecto del metro o del
tren, o en la intimidad de su hogar, seamos conscientes no solo de
que se trata de un argonauta intermundos con la mente imaginativa
desplegada, sino también de una persona que está en lucha activa
lidiando con su propia realidad y, lo que es más importante, en
búsqueda -como todo buen navegante dimensional- de poder
autocompletarse como ser humano.
-Te escondes escribiendo sobre temas filosóficos habituales para evitar profundizar en el tema que te preocupa, -me
acaba de recordar Teresa, mi pareja. Así que llegados a este punto,
y haciéndole caso, regreso de vuelta de mi viaje evasivo particular
para lidiar de frente, nuevamente, con mi realidad imperfecta.
Siempre hay tiempo, cuando el espíritu ya cansado lo requiere, de
retomar un nuevo y reparador viaje intermundos. Hasta entonces,
volvamos al barro de donde procedemos.
Nota: Este y otros artículos de reflexión se pueden encontrar recopilados en el glosario de términos del Vademécum del ser humano