El genial humanista
Leonardo da Vinci escribió que los pintores deberían comenzar todos
los cuadros con una capa de negro, ya que a su criterio todas las
cosas de la naturaleza son oscuras previas a ser expuestas a la luz.
Lo cierto es que la tendencia generalizada de los pintores es a la
inversa: empiezan blanqueando el lienzo y acaban añadiendo las
sombras. La idea de da Vinci de que las sombras crean la realidad
(criterio de que la luz solo deja ver lo que la sombra le permite), me
recuerda la técnica de dibujo excepcional de Teresa, mi pareja,
quien representa un objeto, paisaje, bodegón o retrato a partir de
las sombras de éstos. Es decir, ella crea formas a partir de las
sombras que perfilan contornos y rellenan huecos de claroscuros.
Esta idea de crear
realidades a través de las sombras ha reclamado con fuerza mi
consciente en estos días al observar los últimos movimientos del
Comité de la Defensa de la República, más conocido como CDR, que
persiguen la plena independencia de Cataluña del resto de España.
Puesto que sus movimientos aunque ciertamente dispersos y
discontinuos, pero no obstante bien coordinados y dirigidos, se
asemejan a sombras dinámicas que luchan contra la luz para moldear
una nueva realidad. Sombras en movimiento que van adoptando in
crescendo actitudes cada vez más totalitarias, incívicas e
intransigentes con aquellos que pensamos de manera diferente. Sombras
que en su delirio enajenador llegan ha apropiarse de símbolos
identitarios de todos con el propósito de excluirnos a unos muchos
que, aun con derechos naturales adquiridos, en el día a día somos
despojados de derechos reales de uso.
Pero la estrategia de
los CDR, en cuya génesis se ha autoextirpado la semilla de la
Democracia (especialmente respecto a lo que a los demás nos
concierne), no pretende jugar a combinaciones posibles con las
sombras existentes en el actual marco normativo y social de
convivencia, como en antaño hicieron los nacionalistas moderados que
les precedieron, sino que su propósito busca alcanzar la máxima de
Leonardo da Vinci: oscurecer por completo el lienzo para la creación
de la nueva realidad. Es por ello que las sombras de los CDR no solo
es alargada, como bien podría relatar Delibes, sino que se extiende
y expande en todas direcciones y estratos -como un asfixiante
chapapote sobre un lago- con la descarada osadía de quien se sabe en
rebeldía contra cualquier autoridad no reconocida (más allá de la
certificada desde Waterloo, que por cierto no resulta un lugar muy
apropiado para iniciar una contienda). El objetivo de los CDR es
imponer un reino de sombras en Cataluña para crear, desde la
oscuridad de unos derechos y libertades despojados mediante el uso de
la fuerza a la mayoría de conciudadanos catalanes que nos sentimos
parte de España, un nuevo imaginario social. El nacionalismo catalán
se transforma en nazionalismo. Y Fuigdemont (fuig, de
huido -de la justicia española-), al frente de los CDR, se
convierte en la caricatura de un neonapoleón trasnochado en su trono
de sombras al cobijo de las contradicciones de una UE con problemas
de identidad.
El avance de las sombras
de los CDR es patente e incluso ya latente, y de manera progresiva
comienzan a perfilar su nueva realidad mediante el vaciado de luces
sobre el lienzo, cuyo dibujo si bien aun no está visible ya puede
intuirse. Todo ello gracias a la relajación y dejadez de funciones
de los administradores de la luz pública, que parece que deseen
provocar una implosión en el mismo lienzo que está sometido a
presión, para temor y desconsuelo de los que coexistimos en su
interior.
Personalmente, y con pleno
respeto y admiración al sabio renacentista, me decanto más por el
acto creador desde la luz -como buen poietes humanista que
soy-, como cincel primigenio para dar forma a la sombra, y no al
revés. Pues no es lo mismo que la forma cree una sombra, que las
sombras generen una forma. Pues las formas creadas a partir de las
sombras siempre son deformes e inciertas, y el espacio interformas
resulta no solo inquietante sino también peligroso de transitar.
Mientras que bajo la percepción de la luz, de cuyo sustrato
luminiscente nace el logos (la
razón) -fuertes razones, hacen fuertes acciones (Shakespare)-,
toda forma y espacio resulta más consistente, transparente, seguro y
tranquilo por cognoscible. No hay que menospreciar la naturaleza de
las formas, pues de éstas surgen las ideas y viceversa (entendido
como el eidos platónico), y éstas formas/ideas acaban
sintetizándose en juicios de valor social (como sentenciaría Kant).
Por lo que a todas luces rechazo sin prejuicios cualquier forma
creada a partir de las sombras, pues de las sombras solo surgen los
seres más viles y monstruosos de la naturaleza (especialmente de la humana). Fiat lux!
Retrato de mi persona con la técnica de dibujar a partir de las sombras.
Autora: Teresa Mas de Roda, 2017.
Nota: Este y otros artículos de reflexión se pueden encontrar recopilados en el glosario de términos del Vademécum del ser humano