“Una galería de
Manchester retira un cuadro de ninfas desnudas”, con este titular
la prensa internacional publica hoy la retirada de la obra pictórica
“Hylas y las ninfas” de John William Waterhouse de la sala “En
busca de la belleza” de la Galería de Arte de Manchester, donde se
exponen pinturas del siglo XIX en las que domina el desnudo femenino.
La razón de la decisión: la concepción contemporánea de proteger
una posible cosificación de la mujer. Como bien apunta Teresa, mi
pareja, “cualquier ideología debería respetar el marco del arte
como espacio de libre expresión y desde luego tener en cuenta el
momento en que fue creado para comprender su contexto”. En caso
contrario, y siguiendo la política de Manchester, museos como el
parisino del Louvre debería retirar desnudos femeninos con categoría
de patrimonio de la humanidad como la “Hermafrodita dormida” de
Bernini (1619), la “Venus de Milo” de autor griego desconocido
(130-100 a.C.), o “las Tres Gracias” de Cordier (1609), por poner
algunos ejemplos.
Disparates a parte, la
noticia manifiesta una clara tensión entre Moral y Valores,
imponiendo la moral a los valores, cuando debería ser al revés. Es
decir, lo temporal que es la moral se impone en nuestros tiempos a lo
atemporal de los valores universales, en un claro ejemplo de lo
despistada y perdida que está nuestra sociedad en continuo cambio y
distorsión del orden natural de las cosas.
La decisión de la
galería de arte es, stricto sensu, una decisión moral. Pero,
¿qué es la moral?: un conjunto de costumbres y normas que se
consideran buenas para juzgar el comportamiento humano en una
sociedad, y por tanto toda moral está sujeta al contexto
histórico-temporal de la sociedad en la que se desarrolla. Es decir,
la naturaleza de la moral es temporal y a posteriori a la
esencia de la vida humana.
No obstante, ¿cuáles
son los valores rectores y estructurales que inspiran a la moral?,
entendiendo valor como cualidad de un sujeto u objeto agregado a sus
características que le confieren una estimación negativa o
positiva, ya sea a nivel individual o social. La respuesta es: los
Valores Universales, arquetipos de ideas primogénitas e innatas que
constituyen la esencia de la vida humana y que permiten orientar el
comportamiento de las personas como individuos, con independencia de
la sociedad de cada momento, hacia niveles de trascendencia de
nuestra propia especie. Es decir, la naturaleza de los valores
universales es atemporal o universal y a priori a la esencia
de la vida humana. Valores Universales, entre otros, son la libertad,
la justicia, el amor, la bondad o la belleza.
Por tanto, en el caso
prestado como ejemplo de la galería de arte, la Moral temporal se ha
impuesto a un Valor Universal como la Belleza de carácter atemporal
y apriorístico, cuando son los Valores Universales como ideas
arquetípicas innatas del ser humano del que emana la Moral de
profundo carácter social, y no al revés. Un debate objeto de
estudio propio de la Ética, quien estudia el bien y el mal, lo
correcto e incorrecto, y sus relaciones con la Moral (emanada de los
Valores Universales) y el comportamiento humano.
En este sentido, desde un
enfoque filosófico de la Ética, la decisión de la galería de arte
es una aberración. No obstante, ¿por qué se ha llegado a esta
decisión?. Personalmente no creo que la motivación venga causada
por una decisión consciente y deliberada sobre un debate entre Moral
y Valores Universales, sino por una clara confusión -por
desconocimiento de causa, aunque ello no exime de responsabilidad-
entre el Valor Universal de la Belleza y el valor como enjuiciamiento
moral de desaprobación social del concepto de cosificación de la
mujer como persona. Un debate que, a todas luces, no presenta el
bellísimo cuadro de “Hylas y las ninfas”.
El debate ético de la
cosificación de la mujer, tan explotado por la cultura hedonista del
consumismo, debe circunscribirse dentro del principio inspirador de
los Valores Universales arquetípicos del Respecto y la Igualdad, y
no en el de la Belleza. Un debate de rabiosa actualidad que ha
llevado, coincidiendo en el tiempo con el incidente de Manchester, a
la industria de Fórmula 1 a prescindir de las azafatas como parte
del espectáculo por “desacuerdo con las normas sociales actuales”,
y que se prevé ampliar a otras disciplinas del deporte. Una tendencia
que tarde o temprano, como proceso natural de la evolución del ser
humano, deberá incidir positivamente en las técnicas de marketing
en su vasta expresión. Particularmente, respecto a programas
televisivos se refiere, comenzaría por dignificar el contenido y
continente (o sea, todo) de “Mujeres y Hombres y Viceversa”, que
no solo cosifica a la mujer sino también al hombre y representa un
verdadero atentado contra la moral de una sociedad saludable,
constructiva y evolucionada.
Mientras tanto, el tema
que nos ocupa nos pone de relieve la urgente necesidad de implantar
la Ética como asignatura filosófica transversal en los centros
educativos, pues sin Ética las personas somos como hormigas sin
antenas, capaces de aberraciones inconscientes tales como el atentado
a la Razón que supone el caso de la galería de arte de Manchester,
o de la distorsión de los valores morales que exponen ciertos
programas televisivos para consumo (y desarrollo) de jóvenes y
adultos. Y es que si prescindimos de los Valores Universales como
principios rectores inspiradores de la Moral temporal podremos
continuar evolucionando como especie, sin lugar a dudas, pero
perderemos la esencia de nuestra maravillosa humanidad.
Nota: Este y otros artículos de reflexión se pueden encontrar recopilados en el glosario de términos del Vademécum del ser humano