Última entrega del Árbol
Genealógico Filosófico Personal que comencé con el inicio de este
año, en la búsqueda del genoma de mi pensamiento contradictorio por
humano, profundamente humano, que corresponde con las líneas
generacionales de la 29ª a la 34ª de mi herencia filosófica
personal del Siglo XX, al menos hasta 1971
como fecha máxima de fallecimiento de pensadores y en concordancia
con mi propio año de nacimiento.
V.-FAMILIA GENEALÓGICA
DE PENSAMIENTO DEL SIGLO XX
Hasta 1971 como año máximo de
fallecimiento de pensadores y en concordancia con la fecha de mi
nacimiento.
(De
la 29ª a la 34ª línea generacional de
mi árbol de pensamiento personal)
29ª-Linaje
genealógico de Bergson
En la veintinovena línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal encuentro
el genoma de la filosofía de la vida o vitalismo de Bergson con su
impulso vital (élan vital) como expresión del “Ser”,
quien marca la idea en mi estructura de pensamiento personal de que
para apreciar debidamente la vida no basta el pensar
científico-matemático (ya que éste es siempre mecánico,
esquemático y analítico), sino que para la vida necesitamos la
intuición y su mirada al todo, con fineza de comprensión para poder
vivir lo interior, único e intransferible; como también necesitamos
conocer la libertad para avanzar más allá de lo mecánico y poder
estimar en su debido valor la espontaneidad, ya que donde hay
espontaneidad y libertad también hay alma y consciencia de sí. El
genoma vitalista de Bergson deja la huella de pensamiento en mi
código genético personal de que si ser es vida, y vida es alma y
consciencia, entonces el ser en cuanto tal es consciencia, pero no
solo consciencia pensante, sino consciencia que es vivencia, impulso,
duración, libertad, invención, energía y dinámica creadora.
30ª-Linaje
genealógico de la Fenomenología
En la treinteava línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal se haya
la influencia de la fenomenología, si bien soy consciente que más
que filosofía es solo un método para saber y descubrir la condición
misma de las cosas, de verlas, describirlas y presentarlas de forma
convincente. Este genoma cuenta con la marca de Husserl en la
estructura de mi pensamiento personal que me permite entender que las
esencias se intuyen mediante una reducción fenomenológica que
despeja lo accesorio, lo meramente factual, para aferrar lo esencial,
pero no solo en sentido universal, sino como la ideación valedera en
sí misma que posee un ser objetivo, intelectual y pensable. Un
genoma que se complementa con la marca genética, asimismo, de
Scheler que me permite entender que si uno contempla lo absoluto, no
lo contempla en sí, sino que contempla su propio pensar de lo
absoluto, pero no lo absoluto, sino el suyo. Y que, conforme al gen
scheleriano, los valores son entidades, aunque no lo sean más que en
las cualidades de nuestros actos, pero que como entidades son
necesarios y a la vez son fines a priori de nuestro obrar
moral; y que no tienen necesidad de ningún precepto obligatorio sino
que en sí mismos son algo que idealmente debe ser, que espera ser
realizado por el obrar humano, de lo que se concluye que las
personas no “son”, sino que “se hacen”.
31ª-Linaje
genealógico de Whitehead
En la treintaunava línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal se haya
el idealrealismo de Whitehead que marca la estructura de mi
pensamiento personal sobre la idea de que en realidad todo está
orgánicamente tratado, y cada esencia real existente “siente”
las demás, pero que es el pensamiento quien lo disgrega todo
dividiéndolo en partes que luego se consideran autónomas, por lo
que la sensibilidad es el camino para reconocer lo otro y el todo, el
camino para llegar a la realidad. Pues la experiencia del mundo es
posible mediante los llamados objetos eternos, que nos permiten leer
en el dato sensible -como reminiscencia de las ideas platónicas-,
pero estos objetos eternos solo son posibilidades, pues necesitan del
medio de lo real para manifestarse, pero al mismo tiempo son ellos
también los que hacen posible lo real, ya que lo real es por lo
ideal y lo ideal no puede existir sin lo real.
32ª-Linaje
genealógico de Hartmann
En la treintadosava línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal encuentro
el genoma de la ontología fenomenalista de Hartman que marca la
estructura de mi pensamiento personal con la idea de que el
conocimiento no es una producción de objetos, sino la captación de
algo que existe anteriormente a nuestro conocimiento y es
independiente de él, por lo que todo conocimiento es siempre un
extenderse más allá de uno mismo (trascendencia gnoseológica). El
genoma de Hartmann introduce en mi genética pensante que cuando
arrancamos nuestros conceptos al reino de los seres, éstos conceptos
siempre son hipotéticos, puesto que -al igual que en las ciencias
naturales- solo nos acercamos al ser mediante ciertas hipótesis y de
esta manera lo describimos, lo calculamos y lo predecimos, debiendo
luego quedar a la expectativa de si se verifica o no nuestra
“ciencia”; puesto que fuera de esto, queda todavía un
considerable residuo no conocido, de modo que no tenemos la menor
razón de identificar el ser con lo verdadero. De igual manera, del
gen hartmanniano viene mi concepción -evolucionada desde Platón-,
que los valores son a priori y tienen un ser en sí, siendo
impotentes por aguardar su realización por parte del hombre, para el
que significa un deber ser ideal, pero que no le obliga, sino que lo
deja completamente libre, con lo cual asegura su autonomía.
33ª-Linaje
genealógico de Jaspers
En la treintatresava
línea generacional de mi árbol genealógico filosófico personal se
haya el existencialismo alemán de Jaspers en mi estructura de
pensamiento personal, bajo la máxima de que “la existencia solo se
esclarece con la razón, y la razón solo tiene contenido con la
existencia”, pues razón y existencia son los dos grandes polos de
la vida, siendo la existencia una sintonía de vida y espíritu. Este
genoma jaspersiano condiciona mi concepción de que el
esclarecimiento de la existencia es más bien como un llamamiento a
las posibilidades de uno mismo, en un constante poner en juego las
tensiones entre espíritu y vida, con lo cual estas posibilidades van
continuamente esclareciéndose y fortaleciéndose para llegar a
descubrir lo mejor que dormita en ellas. Un genoma filosófico
jaspersiano que marca mi estructura pensante sobre la exigencia de que
el hombre no debe asentarse nunca en ninguna parte, sino que esté
siempre en camino, abierto a todo, aspirando por tanto a una
comunicación absoluta, puesto que “se trata de romper esa
configuración que va estableciéndose como algo definitivo, de
dominar en su relatividad todos los puntos de vista concebibles”.
Un gen existencialista alemán que me marca en la idea de que el
fracaso es el que principalmente nos lleva adelante, pues en él
experimentamos la fragilidad relativa del mundo, ya que todo lo que
nos sale al paso, todo lo que nos sucede es solo símbolo y cifra,
nada es la realidad y la verdad misma, y que solo es este seguir
hacia adelante se manifiesta la trascendencia como posibilidad de las
posibilidades, como el “movimiento de una lógica filosófica”.
34ª-Linaje
genealógico de Ortega y Gasset
En la treintacuatroava y
última línea generacional de mi árbol genealógico filosófico
personal encuentro, con especial estimación, el raciovitalismo
(Perspectivismo y Razón Vital) de Ortega y Gasset, quien marca en mi
estructura de pensamiento personal la idea de que todo contenido de
consciencia es, por definición, fragmentario, y no sirve para
ofrecer el sentido del mundo y de la existencia, solo de aproximarnos
a ésta a través de la filosofía, puesto que “Yo soy yo y mi
circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”, siendo la
realidad circundante la que “forma la otra mitad de mi persona”;
por lo que la verdad absoluta, omnímoda, puede ser la suma de las
perspectivas individuales o de éstas más una parte fuera de la
perspectiva (no vista), que, por eso mismo, son parcialmente
verdaderas. Asimismo, el gen gassetiano marca de manera especial y
remarcada en mi genoma pensante la concepción negativa de la figura
atemporal del “hombre-masa”.
Con ésta última entrega completo los treinta y cuatro linajes
geanológicos filosóficos de los que soy descendiente directo y que
definen mi pensamiento contradictorio por humano, profundamente
humano, que determinan la naturaleza evolutiva de mi propia evolución
filosófica en vida. Y es que, al final, no podemos dejar de ser en
esencia lo que somos.
Nota: Este y otros artículos de reflexión se pueden encontrar recopilados en el glosario de términos del Vademécum del ser humano