Siguiendo con el Árbol
Genealógico Filosófico Personal que comencé con el inicio de este
año, prosigo en la búsqueda del genoma de mi pensamiento
contradictorio por humano, profundamente humano, con la novena a la
veintidosava línea generacional que corresponden a mi herencia
filosófica personal de la Edad Moderna.
III.-FAMILIA
GENEALÓGICA DE PENSAMIENTO DE LA EDAD MODERNA
(De
la 9ª a la 22ª línea generacional de mi árbol de pensamiento
personal)
9ª-Linaje genealógico
de Franscisco Bacon
En la novena línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal encuentro
la huella genética renacentista que conforma la estructura de mi
pensamiento sobre la idea de que el hombre es “Dios en la tierra”,
siendo el filósofo del método empírico, Bacon, del que heredo el
pensamiento de que “el Saber es poder”, y que la ciencia de la
naturaleza necesitará siempre de la filosofía, de su metafísica y
de su ética, si quiere llegar a dominar los poderes que ha
conjurado.
10ª-Linaje
genealógico de Descartes
En la décima línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal se haya,
con especial importancia, el padre de la filosofía moderna,
Descartes, cuyo racionalismo impregna mi estructura del pensamiento
con la duda radical como punto de partida de la filosofía en un
marco subjetivista donde el pensar lógico puede errar, axioma que
maestralmente coexiste con la certeza de que sobre la duda misma no
se puede dudar, por lo que mi existencia depende de mi pensamiento:
Pienso, luego existo (Cogito ergo sum).
11ª-Linaje
genealógico de Spinoza
En la onceava línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal está el
genoma de Spinoza, cuyo legado racionalista sobre mi estructura de
pensamiento personal es el saber que la felicidad humana solo se
logra cuando se llega a ser un verdadero hombre, es decir, sabio.
12ª-Linaje
genealógico de Leibniz
En la doceava línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal se
encuentra el racionalismo de Leibniz quien alienta a mi estructura de
pensamiento a buscar el todo sin olvidar lo individual (mónada),
bajo el principio de armonía preestablecida que dictamina que todo
está en conexión mútua, todo está en todo (como en Axanágoras,
Platón, Plotinio y Cusano), pero sin que asimismo lo individual
pierda autonomía. Una armonía preestablecida, dentro de un todo
superior que lo conforma, que permite un proceso apriorístico en el
conocimiento humano mediante las ideas innatas que nos permite
dirimir entre verdades de razón y verdades de hecho. Y cuya
perfección del hombre viene por vía de la elevación del ser,
siendo la felicidad, el placer, el amor, la perfección, el ser, la
fuerza, la libertad, la armonía, el orden y la belleza cosas ligadas
entre sí.
13ª-Linaje
genealógico de Hobbes
En la treceava línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal se
encuentra el empirismo de Hobbes, que introduce la ruptura radical
con los genomas de la metafisica aristotelicoplatónica, donde no hay
ni trascendencias ni verdades eternas, marcando mi estructura de
pensamiento personal en materia del hombre como ciudadano del Estado
bajo la máxima de que el hombre es un lobo para el hombre, por lo
que se requiere de un contrato social político que tenga afecciones
directas sobre la moral y el derecho.
14ª-Linaje
genealógico de Locke
En la catorceava línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal se
encuentra el empirismo de la filosofía inglesa de Locke, que influye
decididamente en mi estructura de pensamiento tanto en las ideas
innatas como capacidades nativas del entendimiento humano, que son
comienzos apriorísticos de las eternas verdades de razón que nos
sitúan por encima de la experiencia (mediante la abstracción y la
coexistencia de conceptos); tanto en la concepción del Estado como
origen en los individuos y su libre querer, un querer que en lo
esencial se rige por las ideas del bien común y del poder del Estado
mismo que se equilibran mediante la novedosa filosofía de la
división de los poderes (de los Estados modernos), y que representa
el reconocimiento incipiente de los derechos inalienables de la
naturaleza y del hombre.
15ª-Linaje
genealógico de Hume
En la quinceava línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal se
encuentra el empirismo de Hume en mi estructura de pensamiento sobre
el entendimiento humano como proceso de asociación de ideas para
crear conceptos, si bien estos conceptos deben considerarse como
relativos pues solo valen tanto cuanto vale el material de
experiencia que les sirve de base, y que toda verdad queda
psicologizada, puesto que debido a la costumbre solo consiste en una
sensación de expectativa o verosimilitud.
16ª-Linaje
genealógico de Rousseau
En la decimosexta línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal se
encuentra la ilustración francesa de Rousseau, cuyo genoma de
pensamiento solo incide levemente en mi estructura de pensar personal
sobre el concepto de una educación ideal por encima de la cultura,
como un eco lejano y reivindicativo -no sin ciertos recelos- del
ideal de la naturaleza humana como reacción directa a una visión
racionalista-deista de un Voltaire del que no tengo legado
genealógico filosófico.
17ª-Linaje
genealógico de Thomasius
En la decimoséptima
línea generacional de mi árbol genealógico filosófico personal se
encuentra la ilustración alemana de Thomasius, cuyo genoma marca mi
estructura de pensamiento personal en materia de filosofía del
derecho como un ordenamiento de la vida instintiva y afectiva del
hombre, en cuanto ser sensitivo que busca su ventaja, por lo que debe
ser reducido a sus justos límites con los correspondientes medios
materiales y físicos del poder.
18ª-Linaje
genealógico de Kant
En la decimoctava línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal encuentro
el gen del pensamiento del idealismo alemán de Kant, con especial
relevancia, el cual cuenta con una ascendencia singular en mi sobre
el idealismo crítico, la crítica de la razón pura, la crítica de
la razón práctica, y la crítica del juicio.
El gen kantiano en
materia de idealismo crítico determina la estructura de mi
pensamiento sobre la armonía que representa el hecho de que ni el
subjetivismo tiene por qué ser individualista, ni el idealismo tiene
por qué significar una negación del mundo exterior o una renuncia a
la objetividad.
El gen kantiano en
materia de crítica de la razón pura, que tiene como objeto de
estudio el conocimiento, determina la estructura de mi pensamiento
sobre la idea (como contrapeso a los empiristas) de que en nuestro
conocimiento hay elementos que proceden de nosotros mismos y que están
presentes a priori, antes de toda experiencia, que tienen el
mismo sentido para todo espíritu que piensa y por tanto son
estrictamente necesarios, pero que solo se pueden conocer
subjetivamente (e imperfectamente) en términos
lógico-trascendentales, ya sea a a través de la estética
(percepción), del análisis o de la dialéctica trascendental.
El gen kantiano en
materia de crítica de la razón práctica, que tiene como objeto de
estudio la voluntad, determina la estructura de mi pensamiento sobre
el deber moral como un apriorismo de la esencia del hombre, con
carácter universal que es independiente de los tiempos,
circunstancias o individuos, y del que tiene como consecuencia la
libertad del hombre. Un deber moral y una libertad que, no obstante,
solo son buenos si procede de la razón (que por sí misma es
práctica). Y de la que se deriva un principio moral básico: “Obra
de modo que siempre, tanto en tu persona como en la persona de
cualquier otro, tomes a la humanidad como fin, y jamás la utilices
como simple medio”. Por otro lado, el genoma del pensamiento
kantiano sobre la crítica de la razón práctica también influye en
la estructura de mi pensamiento respecto a sus postulados sobre la
inmortalidad y Dios, mediante la premisa que la inmortalidad se
impone por la consideración de que el hombre nunca alcanza
perfectamente el ideal moral, sino que deberá siempre aspirar a él
acercándose indefinidamente; y que si podemos esperar que el buen
obrar moral haya de ser recompensado, como por otra parte en la
naturaleza sensible no existe un equilibrio justo, debemos admitir la
existencia de una razón suprema que ordene conforme a las leyes
morales y al mismo tiempo sea, como causa, fundamento de la
naturaleza, es decir, que sea tan poderosa que pueda otorgarnos la
felicidad. Mientras que en materia de Religión y de Estado, el gen
kantiano de la crítica de la razón práctica marca mi estructura de
pensamiento personal sobre la idea de que los datos históricos de
revelación de la religión deben ser interpretados, hasta que por
fin se desprenda de ellos una enseñanza moral; y que el fin de la
historia universal ha de ser crear la mejor constitución del Estado,
una liga de naciones con vistas a la paz perpetua, para conseguir lo
cual no solo hace falta civilización, sino también cultura, y a la
cultura pertenece en primera línea la moral.
El gen kantiano en
materia de la crítica del juicio, que tiene como objeto de estudio
el sentimiento, determina la estructura de mi pensamiento sobre la
idea de que todo fin puede ser subjetivo, si es establecido por el
hombre, y objetivo si se da en la naturaleza misma. Un juicio de
valor que en el fin en la naturaleza exige, además, la idea de un
ser supremo, inteligente, que establezca fines de manera regulatorio.
19ª-Linaje
genealógico de Fichte
En la decimonovena línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal se
encuentra el empirismo del idealismo subjetivo de Fichte, que
contraponiendo el dogmatismo kantiano, introduce la idea
revolucionaria en mi estructura de pensamiento personal de que en el
principio no era el Logos (como defendía Platón), sino la acción.
Y que junto al yo hay un no-yo realmente trascendente, que en un
principio se nos da a conocer a través de nuestro yo, pero que en su
modo diferente de ser es eso superior que necesitamos si queremos ser
perfectamente “yo”.
20ª-Linaje
genealógico de Schelling
En la veinteava línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal se
encuentra el idealismo subjetivo de Schelling, como reencuentro del
dogmatismo kantiano y el idealismo subjetivo fichteriano, que permite
a mi estructura de pensamiento personal hacer coexistir la vida y el
alma como principios relacionados constitutivos de la naturaleza,
siendo la naturaleza y el espíritu idénticos en el fondo. He aquí
mi genoma de pensamiento sobre la concepción del mundo como una obra
de arte divina, donde lo infinito desciende en forma visible a lo
finito, convirtiéndose lo finito en símbolo de lo infinito, en una
unidad de cuerpo y alma, de naturaleza y espíritu, de ley y
libertad, de individualidad y vigencia universal (rememorando a
Platón). Un mundo en el que a pesar de la existencia de elementos
irracionales, la luz siempre acaba triunfando sobre las tinieblas.
21ª-Linaje
genealógico de Hegel
En la veintiunava línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal se
encuentra el idealismo absoluto del panlogismo de Hegel, con su
célebre máxima de que el filósofo es Dios mismo, el cual cuenta
con una ascendencia singular en mi estructura de pensamiento personal
sobre la dialéctica.
El gen hegeliano en
materia de la dialéctica determina la estructura de mi pensamiento
sobre la idea de que todo está en movimiento y todo lo estable o
permanente no es sino un momento de ese movimiento eterno, quedando
así es suspenso los principios de identidad y contradicción, pues
si quisiéramos ver cualquier cosa como es en realidad deberíamos
pensar justamente todas las condiciones de que depende en su
historia, y deberíamos también pensar lo que ha de manar de él en
sucesiones infinitas, pues al final la verdad es el todo. Un genoma
de pensamiento que marca mi estructura pensante, a su vez, con una
filosofía de contrarios sobre la base de que la vida misma es la
síntesis de lo individual y de lo general, donde el concepto de
flujo es irrealizable si no existe, a su vez, algo estático.
22ª-Linaje
genealógico de Schopenhauer
En la veintidosava línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal se
encuentra el ocaso del idealismo con el pesimismo de Schopenhauer, un
genoma de pensamiento de mi estructura pensante personal que debo
reconocer que ha marcado pasajes de mi propia y contradictoria
existencia humana, profundamente humana, pero cuya influencia se ha
ido desvaneciendo a lo largo de los años entrada la madurez. Un gen
schopenhauriano marcado por la idea de que a través de la voluntad
nos ponemos en contacto con el mundo de las cosas en sí y esta
vivencia es más intensa que la intuición y representación sensible
en el conocimiento, pues “los últimos secretos fundamentales los
lleva el hombre en su propio interior y éste le es accesible en la
forma más inmediata”. Por lo que en un mundo donde la marcha del
hombre es un caer contenido, y su vida una muerte en diferido, la
negación de la voluntad -que es la negación del mundo y que se
logra sumiéndose en el nirvana (mística cristiana y budista) con la
renuncia a todos los deseos hasta la pérdida de la conciencia del
yo-, permite elevarse por encima del espacio y del tiempo y de la
singularidad humana para alcanzar la sabiduría que posibilita la
contemplación de lo universal, lo uno en sí.
Árbol Genealógico Personal: De la 1ª a la 6ª línea generacional de pensamiento
Árbol Genealógico Personal: La 7ª y 8ª línea generacional de pensamiento
Nota: Este y otros artículos de reflexión se pueden encontrar recopilados en el glosario de términos del Vademécum del ser humano