Tras la declaración de
la República Independiente de Cataluña a la gallega por parte del
presidente de la Generalitat, los independentistas catalanes
abandonan el principio de la épica y la fantasía en beneficio de
retomar el principio de la realidad. Y no, no me refiero a la
realidad subjetiva fruto de una percepción sesgada de la experiencia
más inmediata (con ayuda de efectos especiales de una burbuja creada
artificialmente), sino de la realidad objetiva con la que como
sociedad construimos una evidencia -en este caso política y
jurídica- que nos permite afirmar que algo es verdadero frente a
otras opciones consideradas como falsas.
Retomar de nuevo el
principio de la realidad objetiva por parte del movimiento
independentista catalán no es una tarea fácil en materia de
psicología colectiva, pues más allá de las razones propias del
intelecto entra en juego la gestión emocional, y más concretamente
la gestión de una frustración social que no por ser anunciada se
aprecia de menor gravedad. Puesto que con independencia de la fata de
responsabilidad por parte de unos dirigentes que han enarbolado la
creencia popular de alcanzar la Ítaca republicana catalana, la
imposibilidad de sus troyanos de satisfacer el sueño secesionista
conlleva un estado general de tristeza, una emoción básica de
repliegue del ser humano que mal gestionada puede convertirse en una
emoción básica expansiva como es la rabia social. Y la rabia, como
bien sabemos, se manifiesta como un impulso emocional, de difícil
control individual y aun más colectivo, que empuja a responder
negativamente contra todo aquello que consideramos que nos hace daño,
que es injusto o que percibimos como una amenaza.
Llegados a este punto, la
pregunta que debemos hacernos para el bien común de la concordia y
la convivencia social, es cómo gestiona la frustración una gran
parte de la sociedad catalana que, como acérrimos guerreros (muchos
de ellos de nueva generación), se sienten derrotados por la
implacabilidad del principio de la realidad. Lo cierto es que no hay
gestión de la frustración sin aceptación de la realidad, la cual
pasa a su vez por renunciar a la tentación de adaptar un rol del
victimismo. Pero también no es menos cierto que, en un ambiente
constructivo de armonía social, no puede haber aceptación real de
la situación y renuncia de un victimismo que retroalimenta la
frustración, sin la capacidad de poder vislumbrar una posible
solución al estado que ha generado el problema.Una solución que
necesariamente debe venir propuesta por el establishment de la
realidad que se impone, pues en toda contienda son los vencedores
quienes tienen la capacidad y la responsabilidad de reconstruir los
puentes que se hayan podido dinamitar en el fragor de la batalla.
El principio de la realidad
siempre se impone por fuerza puramente gravitatoria, a pesar de los
infructuosos intentos de unos pocos o unos muchos por mantenerse
suspendidos en el aire de la ficción. Pero si algo caracteriza la
realidad es que no es excluyente, sino incluyente, ya que por
definición se compone del conjunto de todo aquello que, aun diverso
y múltiple, fundamenta su propia naturaleza. Por lo que volver a la
normalidad colectiva del principio de la realidad pasa
indiscutiblemente por la integración de todas y cada una de sus
partes, la cual cosa significa -en el marco de la situación del
frustrado pulso secesionsta catalán-, por acoger a los
independentistas en un reactualizado marco político y social
integrador (A buen entendedor, pocas palabras; ya que la
intencionalidad de esta reflexión es filosófica, no política). Lo
contrario es temporizar la teoría del caos que, como el aleteo de la
mariposa de Brasil que con el tiempo provocó un tornado en Tejas,
podría transmutar el principio de la realidad ya no solo español,
sino previsiblemente europeo. (Y a las orejas del lobo que han visto
los dirigentes de la UE en estos días me remito).
Es hora pues, de curar
las heridas de la fractura social en Cataluña, poniendo un especial
énfasis en el cuidado de la gestión de la frustración de una parte
importante de sus ciudadanos (mis vecinos). Una tarea solo apta para
una política de Estado. Mientras tanto, en un Estado de Derecho
democrático con división de poderes, que la Justicia depure
responsabilidades sin dilaciones sobre aquellos que hayan sido
irresponsables en sus funciones públicas y sociales.
10 de Octubre de
2017,
Noche de la V
República de Cataluña Declarada
y Suspendida
temporalmente a la vez
Nota: Este y otros artículos de reflexión se pueden encontrar recopilados en el glosario de términos del Vademécum del ser humano