martes, 10 de octubre de 2017

Cataluña independiente o la gestión de la frustración social ante el principio de la realidad

Tras la declaración de la República Independiente de Cataluña a la gallega por parte del presidente de la Generalitat, los independentistas catalanes abandonan el principio de la épica y la fantasía en beneficio de retomar el principio de la realidad. Y no, no me refiero a la realidad subjetiva fruto de una percepción sesgada de la experiencia más inmediata (con ayuda de efectos especiales de una burbuja creada artificialmente), sino de la realidad objetiva con la que como sociedad construimos una evidencia -en este caso política y jurídica- que nos permite afirmar que algo es verdadero frente a otras opciones consideradas como falsas.

Retomar de nuevo el principio de la realidad objetiva por parte del movimiento independentista catalán no es una tarea fácil en materia de psicología colectiva, pues más allá de las razones propias del intelecto entra en juego la gestión emocional, y más concretamente la gestión de una frustración social que no por ser anunciada se aprecia de menor gravedad. Puesto que con independencia de la fata de responsabilidad por parte de unos dirigentes que han enarbolado la creencia popular de alcanzar la Ítaca republicana catalana, la imposibilidad de sus troyanos de satisfacer el sueño secesionista conlleva un estado general de tristeza, una emoción básica de repliegue del ser humano que mal gestionada puede convertirse en una emoción básica expansiva como es la rabia social. Y la rabia, como bien sabemos, se manifiesta como un impulso emocional, de difícil control individual y aun más colectivo, que empuja a responder negativamente contra todo aquello que consideramos que nos hace daño, que es injusto o que percibimos como una amenaza.

Llegados a este punto, la pregunta que debemos hacernos para el bien común de la concordia y la convivencia social, es cómo gestiona la frustración una gran parte de la sociedad catalana que, como acérrimos guerreros (muchos de ellos de nueva generación), se sienten derrotados por la implacabilidad del principio de la realidad. Lo cierto es que no hay gestión de la frustración sin aceptación de la realidad, la cual pasa a su vez por renunciar a la tentación de adaptar un rol del victimismo. Pero también no es menos cierto que, en un ambiente constructivo de armonía social, no puede haber aceptación real de la situación y renuncia de un victimismo que retroalimenta la frustración, sin la capacidad de poder vislumbrar una posible solución al estado que ha generado el problema.Una solución que necesariamente debe venir propuesta por el establishment de la realidad que se impone, pues en toda contienda son los vencedores quienes tienen la capacidad y la responsabilidad de reconstruir los puentes que se hayan podido dinamitar en el fragor de la batalla.

El principio de la realidad siempre se impone por fuerza puramente gravitatoria, a pesar de los infructuosos intentos de unos pocos o unos muchos por mantenerse suspendidos en el aire de la ficción. Pero si algo caracteriza la realidad es que no es excluyente, sino incluyente, ya que por definición se compone del conjunto de todo aquello que, aun diverso y múltiple, fundamenta su propia naturaleza. Por lo que volver a la normalidad colectiva del principio de la realidad pasa indiscutiblemente por la integración de todas y cada una de sus partes, la cual cosa significa -en el marco de la situación del frustrado pulso secesionsta catalán-, por acoger a los independentistas en un reactualizado marco político y social integrador (A buen entendedor, pocas palabras; ya que la intencionalidad de esta reflexión es filosófica, no política). Lo contrario es temporizar la teoría del caos que, como el aleteo de la mariposa de Brasil que con el tiempo provocó un tornado en Tejas, podría transmutar el principio de la realidad ya no solo español, sino previsiblemente europeo. (Y a las orejas del lobo que han visto los dirigentes de la UE en estos días me remito).

Es hora pues, de curar las heridas de la fractura social en Cataluña, poniendo un especial énfasis en el cuidado de la gestión de la frustración de una parte importante de sus ciudadanos (mis vecinos). Una tarea solo apta para una política de Estado. Mientras tanto, en un Estado de Derecho democrático con división de poderes, que la Justicia depure responsabilidades sin dilaciones sobre aquellos que hayan sido irresponsables en sus funciones públicas y sociales.

10 de Octubre de 2017,
Noche de la V República de Cataluña Declarada 
y Suspendida temporalmente a la vez


Nota: Este y otros artículos de reflexión se pueden encontrar recopilados en el glosario de términos del Vademécum del ser humano