martes, 13 de diciembre de 2016

La exaltación del Egoísmo: el éxito del Capitalismo

Muchas son las voces que se alzan en estos tiempos criticando la falta de humanidad de nuestra sociedad occidental, fundamentada en un Estado de Bienestar Social que bebe de los Derechos Humanos -solo hay que leer nuestra Constitución-, el cual a su vez es heredera de la filosofía humanista tanto laica, como religiosa (en nuestro caso de los valores cristianos). Una sociedad contemporánea llena de contradicciones por la tensión existente entre el espíritu humanista y el individualista, sobreexpuestos aún más si cabe por el contraste de realidades existentes en un mundo global y desigual, justo en la mayor época de progreso científico de la historia del ser humano: la era digital. Un progreso, por otra parte, gracias a un sistema de organización humana de economía de Mercado más conocido como Capitalismo.

Así pues, si bien el Capitalismo es el pilar sobre el que se ha producido el salto cualitativo del progreso humano, a su vez es en la actualidad el enemigo principal del Humanismo, puesto que el éxito del Capitalismo se fundamenta en la exaltación del egoísmo humano. Entendiendo egoísmo como aquella tendencia que tiene un organismo hacia su propio bienestar a expensas de otros, y en contraposición directa al altruismo.

Si nos fijamos, podemos observar como la fuerza (depredadora), consistencia (estructural) y sostenibilidad (temporal) del Capitalismo se basa en que se trata de un sistema circular y expansivo que se retroalimenta para su crecimiento sobre la fogacidad de un sentimiento primario humano: el Egoísmo. Veamos su diagrama:

1.-El Capitalismo, mediante la exaltación del consumo, promueve el Egoísmo humano a través de la necesidad adictiva de obtener un placer inmediato y continuo (cultura hedonista).

2.-El sentimiento del Egoísmo, prolongado en el tiempo, genera estados anímicos individualistas que se manifiestan en conductas egocéntricas.

3.-Todo Ego bien alimentado, y por tanto engrandecido, necesita por idiosincrasia parecer mejor que los otros.

4.-La necesidad de una personalidad egocéntrica de mostrarse mejor que los demás se cubre a través de marcar la diferencia frente al resto. (Falsa identidad personal)

5.-La diferencia, en un mercado de consumo, se compra. (En busca de una pseudofelicidad exógena y volátil, aunque este es tema para otra reflexión). No hay mayor diferencia entre iguales que la que marca el precio de los productos y servicios que consumimos. Por lo que, es justamente el dinero lo que marca la diferencia en la vida de las personas.

6.-La compra de la diferencia (del ser diferente), que busca el Ego para realizarse, retroalimenta el Capitalismo (y, por ende, la cultura hedonista), cerrando así el círculo al enlazar con el punto 1 del diagrama, para volver así a comenzar de nuevo generando un movimiento continuo y expansivo.

Y en este círculo vicioso, el Egoísmo se convierte en un gen social con identidad propia: una unidad de cultura (valor y patrón de comportamiento sociológico) que se hospeda cada vez en la mente de más personas, a merced de las poderosas artes enajenadoras del Capitalismo como es el marketing (ahora evolucionado a neuromarketing, para mayor terror).

La implantación y reproducción del gen egoísta en la sociedad (del cual ya hacía mención el profesor de Oxford, Richard Dawkings, a finales del siglo pasado), no solo asegura el éxito del Capitalismo, y por extensión la depreciación de los valores humanistas sobre los que se ha edificado nuestra civilización, sino que está suponiendo a todas luces un cambio radical en el significado actual de conceptos tales como “justicia social” o “éxito social”. Solo tenemos que preguntar a una persona de 60 años y a otra de 15 o 25 años qué concepción tienen al respecto de dichos términos y contrastarlos. La pregunta del millón que debemos hacernos, en consecuencia, es si queremos construir una sociedad sobre un valor humano, primariamente humano, como es el Egoísmo. Teniendo en cuenta que la Razón del Egoísmo siempre se pone al servicio de los impulsos más básicos del ser humano, y que valores morales como ser una buena persona son irrelevantes por ineficientes para la supervivencia del propio Mercado.


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Nota: Este y otros artículos de reflexión se pueden encontrar recopilados en el glosario de términos del Vademécum del ser humano