jueves, 10 de noviembre de 2016

Trump o el cumplimiento del movimiento pendular de la Historia

Ayer, tras el revuelo mediático, financiero y político de carácter mundial que produjo la victoria democrática de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos (predicciones proféticas de los Simpsons incluidas), no pude más que dejarme arrastrar por la curiosidad frente a los hipnóticos acontecimientos como un humilde espectador más -palomitas en mano-, de una entretenida película hiperealista.

Pero lo que me interesó de la película, una más de las que se estrenan diariamente en la cartelera de la humanidad (ésta, eso sí, con mayor presupuesto que otras), no fue el guión argumental en sí mismo propio de una mala telenovela (con afines y detractores según la experiencia de vida de cada cual), sino el patrón sociológico que muestra la propia película. Claro está que para poder observar un patrón se requieren de otros puntos de referencia, que en este caso es el resto de las películas de la humanidad ya estrenadas, lo que permite pronosticar cómo será la segunda parte de esta película (que al final del artículo me atreveré a exponer, por predecible).

La singularidad del estreno de la película de la llegada de Trump a la Casa Blanca, centro de operaciones de influencia mundial, dibuja de manera clara y definida el patrón que sigue la humanidad a lo largo de la historia en su evolución: el movimiento pendular. Un patrón que nos indica que la evolución de la sociedad humana está sometida a períodos de contraste cíclicos de expansión y contracción, cuya oscilación es de igual intensidad tanto en su avance como en su retroceso, y que por tanto es un proceso (físico) natural en el universo conocido que permite la fuerza cinética suficiente para generar cualquier tipo de movimiento existente.

Este movimiento pendular no solo lo podemos observar en la alternancia de gobiernos republicanos y demócratas en USA, sino también en los cambios de política socialdemócratas y conservadores-liberales en la propia Unión Europea, o los ciclos económicos de bonanza y crisis a nivel global (que actualmente en la zona euro han llevado recientemente de una política económica de expansión a otra de austeridad en busca de una nueva tendencia de crecimiento, sin mencionar el giro unionista de los países miembros a un estadio de desmembramiento actual), sino que también lo podemos observar en la alternanza de estilos de expresión a lo largo de la historia del arte, en el cambio de ciclos de las estaciones, en la rueda de continua sucesión entre el día y la noche, o incluso -con mayor fuerza gráfica, si cabe- en la contracción y expansión del lánguido cuerpo de un gusano en su caminar (o, mejor dicho, arrastrar).

Un principio pendular de evolución que genera un movimiento, sabedores que todo movimiento conlleva una dirección y una velocidad, la cual no es más que la variación de un cambio de posición por otro en el transcurso de un tiempo determinado (v=e/t). Lo que significa por un lado que toda evolución puede ser calificada de positiva o negativa según los parámetros de referencia de cada observador (he aquí la gracia de la política), y que la unidad de tiempo (t) que requiere un movimiento (v) para cambiar de posición (e) puede superar la propia unidad de tiempo de vida de un ser humano (he aquí la gracia de los cambios sociales, que suelen ser generacionales).

En un mundo impermanente, donde todo está en continuo cambio y transformación y nada es nunca igual (recordemos a Heráclito que demostró que nunca introducimos la mano en la misma agua de un río, a lo que los epigenetistas contemporáneos añadirían que tampoco la mano es la misma a cada nueva inmersión), la pregunta correcta no es sobre el movimiento pendular per se en nuestra evolución, sino si en dicho proceso de evolución perduran como inmutables algunos de los hitos del bien colectivo conseguidos por la humanidad con independencia de las alternanzas de polaridad social, tales como los Derechos Humanos, la Democracia o el Estado del Bienestar Social a nivel general, o los Derechos del Trabajo, la universalidad de la Educación y la Sanidad, o el respeto por el Medio Ambiente de carácter más particular, por poner algunos ejemplos. A lo que cabe responder, con práctica seguridad empírica, que si bien es constatable que en las nuevas sociedades occidentales siempre queda un base residual sobre la que se reedifica un nuevo movimiento social pendular, no podemos afirmar la inmutabilidad de dichos hitos de beneficio colectivo en el paso de un extremo del péndulo a su opuesto. Y a los hechos de rabiosa actualidad más o menos camuflada debemos remitirnos. Por lo que no se puede esperar que el nuevo presidente norteamericano -máximo exponente del cambio en el movimiento pendular contemporáneo- mantenga los hitos sociales del Bien Común tal y como los ha heredado, sino más bien actuará a imagen y semejanza de los antiguos imperios que, para construir el propio, desmontaban los templos, castillos y palacios del imperio conquistado para uso y beneficio particular en la construcción de un nuevo modelo de orden social.

Y sin intención de alargarme más en esta breve reflexión, tal y como me comprometí al inicio del artículo, desvelaré mi pronóstico (bueno, imputándomelo como propio resulta muy pretencioso, ya que es el pronóstico extrapolable del patrón de evolución de la misma historia de la humanidad) sobre el argumento de la segunda parte de la película que nos ocupa:

Título: Norteamérica para los norteamericanos II
Director: Donald Trump
Intérpretes: Norteamericanos & CiA, Organismos Internacionales, ciudadanos de fuera del gran país norteamericano, subciudadanos de segunda y tercera, y otros extras.
Datos: Género humano profundamente humano, USA , 2016-20120/24 (muchos minutos)
Argumento: Habiendo cumplido algunos de sus objetivos presidenciales de hacer de Estados Unidos un gran país, con talante de presidente ejecutivo de una millonaria multinacional, las políticas controvertidas de la Administración Trump caracterizadas por su pragmatismo y eficiencia de corte empresarial se enfrentan, por contraste con una clara carencia de sensibilidad social y de menosprecio a los intereses de ámbito global, a un juicio de valor moral de una gran parte de una población emergente norteamericano que acabará con el mandato republicano para devolvérselo a los demócratas, cumpliendo así el principio del movimiento pendular hasta una nueva y futura oscilación política en sentido opuesto. Nihil novum sub sole.


En un lugar a resguardo del frío de España (de Europa), a 10 de noviembre de 2016