martes, 29 de noviembre de 2016

¿Hemos desaprendido a pensar?

La búsqueda de resultados inmediatos es uno de los rasgos distintivos de la sociedad contemporánea, lo cual nos aboca a centrarnos en el fin devaluando el propio proceso lógico-natural que requiere para alcanzarlo. La máxima maquiavélica de que el fin justifica los medios, está más en boga que nunca. Y el mundo educativo no está exento de ello. Así lo constato tristemente cuando doy clase a jóvenes titulados universitarios, los cuales han aprendido a aprobar exámenes en un sistema educativo donde la memorización aun continúa premiándose en pleno siglo XXI, pero que a todas luces evidencian una clara carencia en la capacidad de pensar. En otras palabras, una parte importante de nuestros jóvenes han dejado de pensar para pasar a enjuiciar directamente sin una reflexión previa. Claro está que para reflexionar se requiere de tiempo (además de una mente abierta), y justamente de tiempo es lo que le falta a nuestra acelerada vida.

El proceso cognitivo de pensar requiere de tres fases bien definidas: la fase de recopilación de información mediante las acciones de la observación, la descripción y la comparación; la fase de reflexión mediante la acción del análisis; y la fase de la conclusión mediante una acción de síntesis de la información objeto de nuestro acto de pensar. No obstante, está a la orden del día emitir juicios de valor sin siquiera dedicarse el tiempo necesario para reunir la información suficiente que nos permita tener una idea clara de lo que tratamos, y mucho menos dedicamos el tiempo que requiere el acto de reflexionar sobre ello antes de tomar una opinión firme al respecto. Un escenario que si bien puede entenderse en el contexto de un diálogo discernido y superficial de barra de bar, no puede admitirse en el ámbito académico, pues la falta de la capacidad de pensar lleva al empobrecimiento mental personal y a la intransigencia social.

Una de las manifestaciones externas evidentes que se constatan hoy en día con la falta de reflexión en el proceso cognitivo del acto de pensar, es la falta del hábito de la escucha activa. En otras palabras, la escucha de un argumento -que por otro lado forma parte de la educación y el respeto básico en la relación entre personas- no se realiza comúnmente para recopilar información, sino para enjuiciar directamente (generalmente de manera peyorativa) sin un análisis previo: No se escucha, se juzga mientras se oye. Un acto reflejo impulsivo que quizás encuentre su razón de ser en la sobresaturación y celeridad de información que gestionan como pueden las nuevas generaciones a lo largo de las 24 horas del día mediante las tecnologías de la comunicación que transfieren información a nivel global y en tiempo real. Un mal hábito agravado, si cabe, por la característica de exaltación social del individualismo, propio de un mercado hedonista y de libre competencia, que desemboca en un exceso de protagonismo personal en que la norma general es sentirse protagonista (aunque sea de manera forzada) de cualquier tipo de reflexión. Sin descontar la cultura imperante de la inmediatez, que rige el principio de la sopa instantánea: todo lo queremos en minuto y medio.

Sí, una parte importante de nuestros jóvenes sobradamente preparados no saben pensar, tristemente para el conjunto de la sociedad. Pero la responsabilidad no debe recaer sobre ellos, sino en el sistema educativo que nos les ha enseñado a pensar. Seguramente como causa de un celo excesivo por desbancar aquellas materias de conocimiento que nos invitan a reflexionar sobre quiénes somos y hacia dónde vamos, y cuyo papel lo hemos externalizado a las directrices de un Mercado de oferta y demanda altamente volátil y cuya máxima es obtener beneficios económicos a corto plazo: dime qué tipo de economía aplicas, y te diré qué tipo de sociedad estás construyendo.

Mientras tanto, en el horizonte se abre una brecha de luz gracias al Pensamiento Computacional para devolver la reflexión, aunque sea de corte práctica y empírica, a nuestro sistema educativo. Si bien aún nos quedan bastantes lunas por disfrutar antes de que esta nueva versión del Pensamiento Crítico del siglo XXI se implante de manera normalizada. Por lo que, hasta que llegue la hora, la prudencia aconseja pensar en voz baja si nos hayamos fuera de espacios especialmente habitados para ello.


Artículo de referencia:


viernes, 18 de noviembre de 2016

Decálogo del nuevo paradigma del Mercado Laboral

Tras una década de crisis económica en España, que al final se ha visto que es sistémica y que ha desembocado en una crisis de naturaleza social con la extinción de la clase media como máximo exponente, me sorprende a estas alturas que aún nos basemos en una imagen estática del trabajo y del mercado laboral que ya no existe. Y así lo constaté ayer en unas jornadas sobre ocupación y emprendedoría de la que participé como ponente en una ciudad media española, de perfil productivo industrial y turístico, y en cuyo aforo habían tanto jóvenes como adultos a partes iguales. Una radiografía sociológica fiel de la resistencia al cambio, negando así el primer factor clave para la gestión de cualquier experiencia del fracaso: la aceptación.

Si continuamos apegados a un escenario de trabajo que ya no existe, intentado encontrarlo en el presente volátil y en continuo cambio y transformación laboral, estamos abocados como sociedad a una frustración colectiva que es fácil que se transforme en rabia. Por lo que es imperante que tanto los centros educativos, como las plataformas de desarrollo de promoción económica y de ocupación públicas, asienten socialmente los parámetros del nuevo paradigma del mercado laboral para que no persistamos colectivamente en perseguir espejismos.

Así pues, definamos -por simple metodología de observación y práctica empírica-, las características del nuevo paradigma del mercado laboral español:

1.-El papá Estado no tiene capacidad para asegurarte tu seguridad laboral.

2.-Los trabajos fijos de por vida ya no existen. Se impone la incerteza de los Mercados que buscan resultados inmediatos.

3.-El fracaso ya no es una posibilidad, sino una realidad de vida que enriquece tu experiencia profesional.

4.-Encontrar trabajo como asalariado requiere del diseño de un “Mapa del Tesoro” personal, pues las puertas de entrada tradicionales al mundo laboral te sumergen en una sala de espera eterna.

5.-Crearte un trabajo como emprendedor requiere de Esfuerzo, Persistencia, Flexibilidad y Resistencia. Es una carrera de fondo, que no te digan lo contrario.

6.-Emprender conlleva levantarse tantas veces como caemos, para proseguir el viaje. No es emprendedor aquel que, habiendo caído una vez, desiste de volverse a levantar.

7.-La Movilidad geográfica se impone a la marca de “Trabajador made in su ciudad”, en un nuevo mundo con posibilidades globales. Deja de aferrarte a la “comodidad” de la pobreza de un dique seco.

8.-En un mercado sobresaturado laboralmente por recesión económica, diferénciate como factor clave para ser competitivo. Descubre quién eres y qué sabes hacer realmente, y sé tú mismo. Que no te pase como a ese pez que se creía un inútil por ser juzgado toda su vida por su habilidad de escalar un árbol.

9.-En plena Era del Conocimiento que se transmite a nivel global y en tiempo real en un mundo en continua evolución, la formación ya no se limita a tus años de clase estudiantil, por lo que debes continuar formándote el resto de tu vida activa. Sin formación continua no hay Reinvención continua, y sin ésta puedes acabar fuera del mercado laboral.

10.-En un mundo contemporáneo donde el 80% del activo de las empresas es intangible, el 95% del éxito de un trabajador reside en su Inteligencia Emocional. Si preparas exclusivamente tu mente para el mercado laboral, sin formar tu corazón (Desarrollo Competencial), no te estás preparando.

Y sin más intención que este decálogo sirva de humilde foco tanto para aquellos que se adentran por primera vez en el mercado laboral, como para aquellos que trabajan por encontrar un nuevo trabajo -en un escenario hostil legislativa, fiscal y financieramente-, dejo aquí la presente reflexión para proseguir mi viaje de reinvención y actualización personal en unos tiempos exigentes para aquellos que vivimos de las rentas del trabajo fuera del establishment. Fiat Lux!



jueves, 10 de noviembre de 2016

Trump o el cumplimiento del movimiento pendular de la Historia

Ayer, tras el revuelo mediático, financiero y político de carácter mundial que produjo la victoria democrática de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos (predicciones proféticas de los Simpsons incluidas), no pude más que dejarme arrastrar por la curiosidad frente a los hipnóticos acontecimientos como un humilde espectador más -palomitas en mano-, de una entretenida película hiperealista.

Pero lo que me interesó de la película, una más de las que se estrenan diariamente en la cartelera de la humanidad (ésta, eso sí, con mayor presupuesto que otras), no fue el guión argumental en sí mismo propio de una mala telenovela (con afines y detractores según la experiencia de vida de cada cual), sino el patrón sociológico que muestra la propia película. Claro está que para poder observar un patrón se requieren de otros puntos de referencia, que en este caso es el resto de las películas de la humanidad ya estrenadas, lo que permite pronosticar cómo será la segunda parte de esta película (que al final del artículo me atreveré a exponer, por predecible).

La singularidad del estreno de la película de la llegada de Trump a la Casa Blanca, centro de operaciones de influencia mundial, dibuja de manera clara y definida el patrón que sigue la humanidad a lo largo de la historia en su evolución: el movimiento pendular. Un patrón que nos indica que la evolución de la sociedad humana está sometida a períodos de contraste cíclicos de expansión y contracción, cuya oscilación es de igual intensidad tanto en su avance como en su retroceso, y que por tanto es un proceso (físico) natural en el universo conocido que permite la fuerza cinética suficiente para generar cualquier tipo de movimiento existente.

Este movimiento pendular no solo lo podemos observar en la alternancia de gobiernos republicanos y demócratas en USA, sino también en los cambios de política socialdemócratas y conservadores-liberales en la propia Unión Europea, o los ciclos económicos de bonanza y crisis a nivel global (que actualmente en la zona euro han llevado recientemente de una política económica de expansión a otra de austeridad en busca de una nueva tendencia de crecimiento, sin mencionar el giro unionista de los países miembros a un estadio de desmembramiento actual), sino que también lo podemos observar en la alternanza de estilos de expresión a lo largo de la historia del arte, en el cambio de ciclos de las estaciones, en la rueda de continua sucesión entre el día y la noche, o incluso -con mayor fuerza gráfica, si cabe- en la contracción y expansión del lánguido cuerpo de un gusano en su caminar (o, mejor dicho, arrastrar).

Un principio pendular de evolución que genera un movimiento, sabedores que todo movimiento conlleva una dirección y una velocidad, la cual no es más que la variación de un cambio de posición por otro en el transcurso de un tiempo determinado (v=e/t). Lo que significa por un lado que toda evolución puede ser calificada de positiva o negativa según los parámetros de referencia de cada observador (he aquí la gracia de la política), y que la unidad de tiempo (t) que requiere un movimiento (v) para cambiar de posición (e) puede superar la propia unidad de tiempo de vida de un ser humano (he aquí la gracia de los cambios sociales, que suelen ser generacionales).

En un mundo impermanente, donde todo está en continuo cambio y transformación y nada es nunca igual (recordemos a Heráclito que demostró que nunca introducimos la mano en la misma agua de un río, a lo que los epigenetistas contemporáneos añadirían que tampoco la mano es la misma a cada nueva inmersión), la pregunta correcta no es sobre el movimiento pendular per se en nuestra evolución, sino si en dicho proceso de evolución perduran como inmutables algunos de los hitos del bien colectivo conseguidos por la humanidad con independencia de las alternanzas de polaridad social, tales como los Derechos Humanos, la Democracia o el Estado del Bienestar Social a nivel general, o los Derechos del Trabajo, la universalidad de la Educación y la Sanidad, o el respeto por el Medio Ambiente de carácter más particular, por poner algunos ejemplos. A lo que cabe responder, con práctica seguridad empírica, que si bien es constatable que en las nuevas sociedades occidentales siempre queda un base residual sobre la que se reedifica un nuevo movimiento social pendular, no podemos afirmar la inmutabilidad de dichos hitos de beneficio colectivo en el paso de un extremo del péndulo a su opuesto. Y a los hechos de rabiosa actualidad más o menos camuflada debemos remitirnos. Por lo que no se puede esperar que el nuevo presidente norteamericano -máximo exponente del cambio en el movimiento pendular contemporáneo- mantenga los hitos sociales del Bien Común tal y como los ha heredado, sino más bien actuará a imagen y semejanza de los antiguos imperios que, para construir el propio, desmontaban los templos, castillos y palacios del imperio conquistado para uso y beneficio particular en la construcción de un nuevo modelo de orden social.

Y sin intención de alargarme más en esta breve reflexión, tal y como me comprometí al inicio del artículo, desvelaré mi pronóstico (bueno, imputándomelo como propio resulta muy pretencioso, ya que es el pronóstico extrapolable del patrón de evolución de la misma historia de la humanidad) sobre el argumento de la segunda parte de la película que nos ocupa:

Título: Norteamérica para los norteamericanos II
Director: Donald Trump
Intérpretes: Norteamericanos & CiA, Organismos Internacionales, ciudadanos de fuera del gran país norteamericano, subciudadanos de segunda y tercera, y otros extras.
Datos: Género humano profundamente humano, USA , 2016-20120/24 (muchos minutos)
Argumento: Habiendo cumplido algunos de sus objetivos presidenciales de hacer de Estados Unidos un gran país, con talante de presidente ejecutivo de una millonaria multinacional, las políticas controvertidas de la Administración Trump caracterizadas por su pragmatismo y eficiencia de corte empresarial se enfrentan, por contraste con una clara carencia de sensibilidad social y de menosprecio a los intereses de ámbito global, a un juicio de valor moral de una gran parte de una población emergente norteamericano que acabará con el mandato republicano para devolvérselo a los demócratas, cumpliendo así el principio del movimiento pendular hasta una nueva y futura oscilación política en sentido opuesto. Nihil novum sub sole.


En un lugar a resguardo del frío de España (de Europa), a 10 de noviembre de 2016


martes, 8 de noviembre de 2016

La Filosofía, aunque se vista de Pensamiento Computacional, Filosofía se queda

La filosofía, considerada a lo largo de la historia como la ciencia más general o la ciencia de las ciencias, no es más que la capacidad del hombre de buscar una explicación racional a todas las cosas mediante la crítica y sistematización u organización del conjunto del saber, ya sea éste procedente de las ciencias empíricas, la erudición, la experiencia común o cualquier otra fuente. O dicho en otras palabras, para que haya filosofía debe de existir un razonamiento lógico-crítico, más conocido como Pensamiento Crítico, derivado de una actitud reflexiva hacia el mundo que nos rodea. Una capacidad humana, profundamente humana, que en las últimas décadas ha sido desvalorada hasta el punto de suprimir la milenaria asignatura de filosofía de los centros educativos e incluso de purgar la existencia de las propias facultades de filosofía de las universidades, en gran medida a causa de la cultura tecnológica. Pero, ¿qué sociedad vamos a construir si amputamos de las mentes pensantes la capacidad de reflexionar sobre el por qué de las cosas, con qué lógica debemos resolver los problemas que se nos platean y en qué dirección debemos ir?.

Una incógnita -derivada de una necesidad social real-, a la que la misma cultura tecnológica con que se envuelve el siglo XXI ha dado respuesta: el Pensamiento Computacional. Una tipología de razonamiento creado explícitamente para la resolución de problemas cuya metodología se resume en tres fases de desarrollo bien definidas: la definición del problema (de manera clara y completa), el análisis del problema (definiendo sus recursos y procesos), y la evaluación de las diversas alternativas seleccionando la de mayor costo-efectividad que permite plasmar la solución mediante el pseudolenguaje de los algoritmos (forma ordenada y sistemática de descomposición y solución de un problema). Todo un proceso cognitivo basado en el Pensamiento Crítico, es decir, filosofía en estado puro. Aunque, al igual que existen las diversas clasificaciones de filosofía del cambio, del esfuerzo, de la mente, de la religión, o la psicológica, en este caso concreto podríamos denominarla filosofía computacional o práctica, fundamentada en las lógicas formal y simbólica (o matemática) que tan bien conoce la filosofía mediante el desarrollo de sus múltiples teorías existentes.

La buena noticia es que, excluyendo la historia de la filosofía (que es la historia de la evolución del razonamiento lógico-critico de la humanidad), la filosofía regresa con fuerza en la era tecnológica aunque bajo otra etiqueta y un nuevo lenguaje (el Pensamiento Computacional), imponiéndose en el sistema educativo de manera transversal -como hacía siglos que no sucedía- para la sostenibilidad, retroalimentación y evolución de la misma sociedad moderna. Quién sabe si el nuevo conocimiento del Pensamiento Computacional adopte como propio, previa actualización algorítmica, el símbolo de la filosofía antigua como enseña de identidad; y en las facultades virtuales se imponga el lema redefinido de Ortega y Gasset a modo de: “Yo soy yo, y la resolución de mis problemas”, o el mismo de Sócrates rezando tal que: “Resuelve los problemas y conócete a ti mismo”. El tiempo lo dirá.

Mientras tanto, a nadie se le escapa que la universalización del Pensamiento Crítico (como esencia de la naturaleza del Pensamiento Computacional) es una muy buena noticia para el conjunto de la nueva humanidad que evolucionamos ya no bajo determinismos biológicos sino de conocimiento. Sabedores que el Pensamiento Crítico es, a su vez, fuente vital de la curiosidad humana y, por tanto, de la creatividad y la innovación, enjuiciando los parámetros de la realidad existente en busca de una nueva, mejorada y actualizada versión de la misma para beneficio de la sociedad. Otra cosa son los valores y principios imperantes de la sociedad que permita equilibrar el juego de engranajes de contrapeso existentes entre el Bien Privado y el Bien Colectivo, generadores de la fuerza motriz de toda evolución, aunque este es tema para otra reflexión.

Artículo relacionado:



lunes, 7 de noviembre de 2016

Conoce la fórmula del Pensamiento Computacional: PC=[PCr.(D+RP+A)]Algt

Desde que la profesora Jeannette M. Wing de la Universidad de Carnegie Mellon (USA) utilizara el término de Pensamiento Computacional en el año 2006, este tipo de proceso mental se ha convertido en todo un nuevo paradigma para el mundo educativo vanguardista del siglo XXI. No obstante, el Pensamiento Computacional no es más que un proceso en el cual se lleva a cabo la resolución de un problema, y que por tanto sirve de base de aprendizaje para cualquier tipo de materia formativa, pero que utiliza de manera relevante las herramientas de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC's) como elementos pedagógicos. En palabras de la propia Wing “el Pensamiento Computacional implica resolver problemas, diseñar sistemas y comprender el comportamiento humano, haciendo uso de los conceptos fundamentales de la informática”. Es decir, que la esencia del Pensamiento Computacional es pensar como lo haría un científico informático cuando nos enfrentamos a un problema, un proceso cognitivo que parece representar el nuevo enfoque de la humanidad por entender el mundo. No obstante, ¿conocemos realmente cómo se desarrolla el proceso del Pensamiento Computacional?

Pero previo a diseccionar los componentes de la nomenclatura del Pensamiento Computacional, cabe apuntar -para mayor entendimiento de la materia-, que esta tipología de Pensamiento vanguardista es un proceso metodológico de resolución de problemas cuya característica viene definida por seis grandes habilidades intelectuales:

1.-Formular problemas de forma que se permita el uso de un ordenador y otras herramientas para ayudar a resolverlos,
2.-Organizar y analizar lógicamente la información,
3.-Representar la información a través de abstracciones como los modelos y las simulaciones,
4.-Automatizar soluciones haciendo uso del pensamiento algorítmico (estableciendo una serie de pasos ordenados para llegar a la solución),
5.-Identificar, analizar e implementar posibles soluciones con el objetivo de lograr la combinación más efectiva y eficiente de pasos y recursos.
y, 6.-Generalizar y transferir este proceso de resolución de problemas para ser capaz de resolver una gran variedad de familias de problemas.

Resumiendo, el Pensamiento Computacional es el proceso que permite formular problemas de forma que sus soluciones pueden ser representadas como secuencias de instrucciones y algoritmos, pudiendo aplicar -como norma general en la Era de las TIC's- herramientas y técnicas de la informática para comprender y razonar sobre los sistemas y procesos tanto naturales como artificiales que afectan a la vida del ser humano.

Tras esta breve presentación de la materia, veamos a continuación los factores claves, de manea sencilla y sintética, que conforman la fórmula del Pensamiento Computacional:

PC=[PCr.(D+RP+A)]Algt

El Pensamiento Computacional (PC) es igual al producto del Pensamiento Crítico (PCr) por la suma de factores de la Descomposición (D), el Reconocimiento de Patrones (RP) y la Abstracción (A), multiplicado por el factor del Agoritmo (Algt).

1.-Pensamiento Crítico (Pcr):

El Pensamiento Crítico es el alma del Pensamiento Computacional, pues es aquella habilidad cognitiva del ser humano que nos permite tener un razonamiento lógico-crítico, cuyo proceso nos permite analizar, evaluar o entender la manera en la que se organizan los conocimientos que pretenden interpretar y representar el mundo.

El Pensamiento Crítico comporta siete grandes estándares intelectuales universales:

    I.-Claridad: Modo en que se expresa la propuesta.
    II.-Exactitud: Grado en que la estructura empleada tiene coherencia con el material a emprender.
    III.-Precisión: La construcción o propuesta debe ser ajustada a los conocimientos.
    IV.-Pertenencia o relevancia: Entorno en el que se trata el tema.
    V.-Profundidad: Cuando el nivel de análisis, investigación y explicación se encuentra lo suficientemente cuidado.
    VI.-Amplitud: Extensión del planteamiento.
    VII.-Lógica: Argumentación acorde a las normas.

Estos estándares universales del Pensamiento Crítico hacen de éste, en esencia, los cimientos cognitivos sobre el que se construye el resto de estructura del Pensamiento Computacional.

2.-Descomposición (D), Reconocimiento de Patrones (RP) y Abstracción (A):

El factor de la Descomposición es la primera fase, sobre la base de un Pensamiento Crítico, en la que se dividen las cuatro grandes etapas del proceso de resolución de un problema. Consiste en el procedimiento por el cual un problema de mayor complejidad se desarticula en pequeñas series más manejables.

El factor del Reconocimiento de Patrones (RP) es la segunda fase, sobre la base de un Pensamiento Crítico, en la que se dividen las cuatro grandes etapas del proceso de resolución de un problema. Consiste, tras la desarticulación del problema complejo, en enfrentar las pequeñas series de manera individual para que puedan ser resueltas de forma similar a problemas frecuentados anteriormente.

Y el factor de la Abastracción (A), por su parte, es la tercera fase, sobre la base de un Pensamiento Crítico, en la que se dividen las cuatro grandes etapas del proceso de resolución de un problema. Y consiste en la omisión de la información irrelevante al problema propuesto.

3.-Algoritmo (Algt):

Pero lo que hace al Pensamiento Computacional diferente a otros modelos de procesos cognitivos de resolución de problemas, es justamente su presentación algorítmica en un mundo globalmente informatizado (por no decir computacionado). No obstante, más allá del uso del lenguaje informático, cabe subrayar que un Algoritmo es una forma ordenada y sistemática para descomponer y resolver un problema (en nuestra vida diaria lo hacemos continuamente), erigiéndose por naturaleza de manera lógica en la cuarta y última fase de la que se componen las cuatro grandes etapas del proceso de resolución de un problema sobre base de Pensamiento Crítico.

Las características de los Algoritmos son seis:
1.-Finito: Tiene un inicio y un fin,
2.-Concreto: En todos y cada uno de sus pasos ordenados y sistematizados,
3.-Legible: Está bien estructurado, con un lenguaje (no tiene por que ser informático) claro y bien organizado,
4.-Eficiente: Siempre busca la mayor rentabilidad economizando el proceso,
5.-Ambiguo: Debe estar libre de errores,
y, 6.-Definido: Siempre ofrece la misma solución a un problema concreto de un contexto predeterminado.

Personalmente, si algo me satisface del Pensamiento Computacional por encima de cualquier otra consideración sobre el mismo, es que a través de esta nueva herramienta pedagógica del Siglo XXI útil para la docencia de cualquier disciplina (ya sean de ciencias o de humanidades), vamos a poder universalizar el Pensamiento Crítico en las nuevas sociedades. Sabedores que el Pensamiento Crítico es una habilidad que no solo permite al ser humano resolver problemas de una manera más eficiente, sino que nos hace más analíticos y curiosos frente a nuevos temas de interés, potenciando de esta manera capacidades como la creatividad, la intuición, la razón y la lógica, entre otras virtudes propias de personas que -herederas de un legado de desarrollo social- se deben a la evolución de sus tiempos. Fiat lux!



N.A.: Este artículo forma parte de la serie de “Las Fórmulas de la Vida” que tienen como objetivo conceptualizar las unidades nucleares de conocimiento independientes sobre las que se construye la materia del Desarrollo Competencial, para de este modo -como si se tratasen de piezas de lego- poder configurar a medida la estructura didáctica para cualquier caso teórico o práctico del Management.



miércoles, 2 de noviembre de 2016

Halloween o el fenómeno de cómo cambiar la sociedad en tan solo una generación

Maquillaje de Catrina by Teresa Mas de Roda
En la noche de ayer de 31 de octubre, en un año más de suma y sigue y con tendencia progresiva, el espíritu festivo de Halloween dejó patente que ha entrado en nuestras vidas sociales para quedarse por mucho tiempo (para estupefacción de los niños de ayer que hoy tenemos hijos en edad escolar). Hay quienes consideran este fenómeno social como una vanalización de lo sacro, por no hablar de una injerencia de lo pagano en la civilización cristiana. Pero lo cierto es que el fenómeno de Halloween es un claro ejemplo contemporáneo de cómo el ser humano construye su universo de creencias sobre los cimientos de ruinas de creencias predecesoras. Así pues, de igual manera que sabemos hoy en día -gracias a la Historia y la Arqueología-, que el cristianismo es el resultado de un sincretismo religioso construido a partir del legado mitológico de antiguas civilizaciones como la egipcia o la babilónica principalmente, la celebración de Halloween es a su vez un sincretismo originado por la cristianización de las fiestas de cosecha de finales de verano de origen celta (el Samhain) que los inmigrantes irlandeses católicos introdujeron en Estados Unidos a finales del siglo IX, y que los norteamericanos no tardaron en marketizar ya en pleno siglo XX con un arma de popularización masiva nunca conocida con anterioridad por la humanidad como es la televisión y el cine.

Si algo podemos resaltar del fenómeno sociológico de la festividad de Halloween son dos rasgos que personalmente considero de interesante reflexión:

1.-Por un lado, la velocidad con la que Halloween ha convertido el culto sacro de la Noche de los Santos al culto laico-festivo de la Noche de las Brujas (y los Espíritus) a nivel global en el llamado primer mundo, en tan solo cuatro décadas desde que Halloween saltara a la gran pantalla de la mano de productoras cinematográficas made in USA. Un repentino cambio social de creencias y costumbres sin parangón en la historia del hombre (la Iglesia tardó nueve siglos en universalizar la cristianización de la festividad celta), derivado de la fuerza de transformación social que posee el cuarto poder: los medios de comunicación.

Unos medios de comunicación que, a su vez, se ven retroalimentados por dos factores sociales definitorios de los siglos XX y XXI: la Era de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC's) en un mundo global donde la información se transmite en tiempo real, y la Era del Mercado donde la tendencia económica de la oferta y la demanda -reforzada por la publicidad que usa las TIC'S como canal de influencia comercial- define y marca los ritmos de desarrollo de las propias sociedades.

2.-Y, por otro lado, el claro perfil hedonista de nuestras sociedades occidentalizadas donde las motivaciones existenciales de las personas -directamente influenciadas por los intereses capitalistas del Mercado mediante los TIC's- solo tienen validez en la búsqueda del placer y la aversión al dolor. Una filosofía tan antigua como el hombre -ya proclamada por Epicuro en el siglo IV a.C.- que busca el placer y la felicidad como fin natural de la vida (aunque, siendo exactos, Epicuro no defendía la persecución de todo tipo de placer, sino solo de aquellos que fueran de acuerdo con la inteligencia y la moderación. Nada que ver con nuestros tiempos).

Una sociedad hedonista cuya consecuencia sociológica es la superficialidad en su modus vivendi, por lo que cualquier tendencia que anhele convertirse en una costumbre social de nueva implantación debe cumplir el requisito indispensable de no tener la pretensión de querer traspasar la fina patina superficial de la experiencia social del placer inmediato y fugaz. En otras palabras, para tener éxito social no se pueden pedir peras al olmo.

Así pues, Halloween es más que una festividad. Es un claro exponente de experimento social que pone de relevancia nuestra alta capacidad de absorción a la influencia de los medios de comunicación que, marcados por los principios partidistas del Mercado, no solo cambian nuestros usos y costumbres, sino también nuestros valores y creencias a la velocidad de un rayo. Y que, además, dicha capacidad de transformación social se beneficia de nuestra superficialidad como individuos cegados por la exaltación del placer (al precio que sea). Esto sí que da miedo!

En un punto indefinido del Mediterráneo, a 1 de Noviembre de 2016