Uno
de los factores del fracaso profesional, y por extensión personal,
es justamente que no perseguimos éxitos propios, sino modelos de
éxitos ajenos. Y la razón del porqué no luchamos por nuestros
propios modelos de éxito no es otra que el hecho que desconocemos
cuál es nuestra vocación, qué nos gusta realmente hacer hasta el
punto de desear emprender una acción que nos lleve a desarrollar una
actividad concreta. Un conocimiento que va íntimamente ligado con
conocernos a nosotros mismos para saber quiénes somos realmente, más
allá de condicionantes sociales, y qué nos gusta hacer para
sentirnos autorrealizados.
Si
bien la gestión de la vocación no es objeto de este artículo, el
cual solo se centra en su formulación, lo que sí podemos avanzar
para aquellas personas que desconocen cuál es su vocación es que el
primer paso para poder encontrarla -y, por tanto, reconocerse a si
mismos-, es desfocalizarse de la realidad más inmediata en la que
uno está imbuido. En este punto, aconsejo la lectura del artículo
“Si quieres ver, desfocalízate de tu realidad” publicado en mi blog personal “Bitácora de un
Buscador” y recopilado en la sección “v” del glosario de
términos de mi obra abierta “Vademécum del Ser Humano”.
Pero
con independencia de si hemos encontrado o no nuestra vocación
personal a estas alturas de la vida, veamos a continuación de manera
sencilla y práctica, los componentes claves de su formulación:
V=DAx(H/A)xC
La
Vocación es igual al Deseo de Acción (DA) por el producto de las
Habilidades (H) dividido por las Aptitudes (A) y multiplicado por el
Compromiso (C ).
1.-Deseo
de Acción (DA)
Ciertamente,
la Vocación es un “Deseo” de emprender una “Acción”, pero
no un deseo exógeno, sino endógeno e íntimo. No es casualidad, por
tanto, que etimológicamente Vocación provenga del vocablo latín
vocare, que significa llamar. Así pues, la Vocación es una
llamada que sentimos en nuestro interior, y por tanto conlleva una
carga emocional muy importante. Es por ello que uno de los factores
claves de la manifestación del Deseo de Acción es:
I.-que
nos “Guste” lo que hacemos; una experiencia propia de nuestro
mundo emocional.
Teniendo
en cuenta que esta actitud de gustarnos lo que hacemos va íntimamente
ligada con el segundo factor clave de la manifestación del Deseo de
Acción:
II.-que
tengamos “Interés” en lo que hacemos, que es una experiencia más
propia de nuestro mundo intelectual.
En
otras palabras, una de las características esenciales del Deseo de
Acción en la Vocación es la alineación ente gustos e intereses, o
dicho de manera diferente: entre corazón y mente. No existe Vocación
cuando lo que sentimos y pensamos van en sentido contrario el uno del
otro. Y en este punto cabe remarcar que la alineación viene
promovida por nuestro mundo emocional, por aquello que sentimos y
desde donde se produce la “llamada interior”: el corazón. Pues
la mente no puede forzar al corazón a sentir algo que no siente (al
menos de manera perdurable en el tiempo), mientras que el corazón sí
que puede reestructurar los pensamientos de la mente para hacerlos
coherentes con lo que siente (debido a la naturaleza volátil de las
estructuras de pensamiento).
Una
alineación entre cor y psique que genera, de manera
idiosincrática, un efecto motriz que retroalimenta el Deseo de
Acción:
I.-La
Motivación, en este caso por autorrealizarse, mediante el desarrollo
de las necesidades internas (gustos e interés) en la
búsqueda de una visión trascendente de la vida (por muy pragmática
que sea la Vocación).
2.-Habilidades (H)
El segundo componente de la
fórmula, directamente relacionado con el Deseo de Acción, que
define y caracteriza la Vocación son las Habilidades individuales
que se manifiestan en la persona que siente la llamada vocacional.
Las Habilidades personales, en este sentido, son el instrumento que
permite materializar la acción deseada. Estas Habilidades se definen
por 3 factores clave:
I.-Son de carácter innato.
Es decir, forman parte de la
personalidad -o estructura psico-física-espiritual- del individuo
desde su nacimiento, por lo que son habilidades personales e íntimas
(con independencia que las haya reconocido o no a lo largo de su
vida). Podríamos definirlas como los dones personales con los que
nace cada persona: el don de la creatividad, el don de la
organización, el don de conectar ideas y personas, etc. Teniendo en
cuenta que cada Habilidad personal está formada por un conjunto de
vectores innatos interrelacionados entre sí, que le confieren su
singularidad. Por ejemplo, el don de la creatividad gastronómica
puede estar configurada en una persona por una suma de habilidades
que forman su todo: habilidad creativa, de la memoria de sabores, de
la agudeza olfativa, de la combinación y síntesis de elementos
contrapuestos, de la perfecta ejecución motriz en plato, del sentido
estético a la vista, del saber deleitar a terceros, etc.
II.-Se desarrollan con facilidad
y gracia.
Es decir, las Habilidades
personales se distinguen del resto de habilidades aprehendidas porque
la persona las manifiesta de manera natural, desarrollándolas con
cierta facilidad en su ejecución, en contraposición al nivel de
dificultad que las mismas representan para la mayoría del resto de
las personas.
y, III.-Tienen su medio propio.
Es
decir, toda habilidad necesita de un medio óptimo para
desarrollarse, dependiendo de la singularidad de cada persona. Por
ejemplo, la habilidad de la creatividad puede encontrar su medio
natural de desarrollo o bien en la pintura, o en la escritura, o en
la música, o en la gastronomía, o en el mundo de los negocios, etc.
Es por ello que algunas personas intuyen o conocen su Habilidad
personal pero, al no haber encontrado su medio correspondiente -como
si de un hábitat natural se tratase-, no lo desarrollan. Pues al
final, habilidad y medio son dos caras de una misma moneda, lo que
permite una ejecución de las habilidades innatas de manera fácil y
graciosa. Resumiendo en palabras de Einstein, “Todos
somos unos genios,
pero si
juzgas un pez por su habilidad de escalar un árbol vivirá su vida
creyendo que es estúpido”.
3.-Aptitudes(A)
Por otro
lado, el movimiento intrínseco que conlleva el Deseo de Acción
manifestado en las Habilidades viene determinado por las Aptitudes de
la persona, tercer factor clave en la fórmula de la Vocación. Pues
la Aptitud está estrechamente relacionada, no solo con la
inteligencia natural de cada persona, sino principalmente con sus
Habilidades tanto innatas como adquiridas fruto de un proceso de
aprendizaje. Así pues, podemos afirmar que si bien toda persona nace
con unas Habilidades personales innatas, estas se desplegarán en el
marco de una Vocación propia gracias a la Aptitud por querer
desarrollar las Habilidades primogénitas. Es decir, poco recorrido
tendrá una persona con la habilidad creativa de la pintura si no
aprende, entre otros factores determinantes para el buen desarrollo
de su Vocación, la técnica del dibujo o de los colores (por no
mencionar otros factores complementarios y necesarios en un mundo
complejo como el actual, como puedan ser por ejemplo las técnicas de
marketing comercial).
Es por
ello que las Aptitudes cuentan con tres elementos claves:
I.-Aprendizaje,
que permite desarrollar, mejorar y evolucionar las Habilidades
innatas a lo largo de la vida vocacional en la búsqueda de la
autorrealización personal.
II.-Voluntad,
que es la actitud activa de la intencionalidad personal por aprender.
y,
III.-Curiosidad, que es la fuerza motriz de la voluntad por aprender,
en la búsqueda personal por alcanzar nuevos horizontes existenciales
en el desarrollo de las Habilidades innatas a lo largo del transcurso
de la vida.
4.-Compromiso
(C )
Pero
junto a los otros componentes claves de la formulación, el cuarto
factor esencial que caracteriza la Vocación es, justamente, el
Compromiso. Un factor que distingue a la Vocación de otras
dimensiones humanas más propias de los deseos caducos y de los
caprichos pasajeros, motivados éstos por influencias
socio-culturales estereotipadas externas a la propia persona. Así
pues, el Compromiso vocacional (que no olvidemos es una “llamada
interior”) se manifiesta en un doble sentido:
I.-De
manera Interna: Sostenibilidad de la acción vocacional en el tiempo,
derivado de una entrega comprometida e implicada con uno mismo en el
Deseo de Acción personal del desarrollo de las Habilidades innatas.
(Si la Vocación no es sostenible temporalmente a lo largo de los
años, no es Vocación).
y,
II.-De manera Externa: Compromiso social, ya que la Vocación siempre
conlleva un sentimiento personal inherente de aportar algo
socialmente a los demás (ya sea de manera discreta o notoria, a
corto, medio o largo plazo). Pues al final la Vocación no es más
que un proceso vital por trascenderse a uno mismo. No en vano
Aristóteles definía la Vocación como “allí donde se cruzan tus
talentos y las necesidades del mundo”.
Y
una vez vista de manera sintetizada la nomenclatura que nos ocupa en
este artículo, invito a todas aquellas personas que se encuentran
dentro o fuera del camino por reconocer su Vocación, a que tomen
como suya esta fórmula para descubrir en sus vidas estos factores
claves expuestos en un apasionante viaje hacia el conocimiento de
nosotros mismos. No solo porque en la Vocación personal reside
nuestra fuerza y potencial como seres humanos individuales, sino
porque en ella nos aguarda la llave tanto para la felicidad personal
como para la construcción de un mundo socialmente cada día mejor.
Fiat Lux!
Nota
de Autor: Recomiendo las lecturas de las fórmulas de la
Motivación, de la Creatividad, de la Gestión del Conocimiento y del
Engagement de mi obra especializada en Desarrollo Competencial: “Las Fórmulas de la Vida”