La gestión del fracaso es clave
para la supervivencia tanto personal como social y profesional de cualquier
persona en estos tiempos de entornos globalizados altamente cambiantes como los
que nos toca vivir, sabedores que el fracaso no es más que una experiencia de
aprendizaje en nuestra historia personal como individuos y colectiva como
sociedad, y que forma parte de las leyes naturales de la propia vida. No
obstante, poco sabemos sobre gestión del fracaso, en gran medida a causa de que
el fracaso es un concepto proscrito en sociedades como la nuestra donde el
éxito social determina el valor de las personas (tanto tienes, tanto vales), lo
cual resulta muy poco inteligente a la luz que éxito y fracaso, como dos caras
de una misma moneda, son dos polos de una misma naturaleza indivisible.
Tratado socio-piscológico, filosófico
y empresarial del fracaso aparte, este artículo tiene como objetivo mostrar, de
manera sintetizada y práctica, los factores clave de toda gestión del fracaso
que puede aplicarse tanto a nivel personal como de estructura orgánica. Veamos:
GF=[(A2 x R)/T] S
La Gestión del Fracaso (GF) es
igual a la Aceptación al cuadrado (A2) por el producto de la Reinvención (R) dividido
por el Tiempo (T), elevado al valor de Soñar (S).
1.-Aceptación (al cuadrado)
En primer lugar, no hay capacidad
de gestionar ningún fracaso si no aceptamos la realidad existente. Es decir, requiere
del hecho de aceptar lo que vivimos a día de hoy en el presente, dejando de
estar anclados psicológicamente en una zona de confort de lo que fue y fuimos
en un pasado reciente. Es por ello que la aceptación implica un proceso de
desapego con un pasado añorado pero actualmente inexistente (yo tenía, yo era, …)
Pero esta aceptación no solo
abarca el ámbito de mi realidad más inmediata, sino que a su vez comporta una
aceptación personal e íntima de quién es uno mismo realmente, tras la
desaparición de todos aquellos bienes tangibles e intangibles (status, trabajo,
vehículo, casa, etc) que conformaban una identidad social accidental que daba
sentido de ser a mi vida particular. He aquí que la aceptación de uno mismo tal
y como es, y no conforme a lo que hacía (ser vs hacer), es un camino de
maduración personal de autoreconocimiento y de reconexión con nuestra esencia
única como individuos. (Un proceso al que denomino “El puente colgante del
fracaso” cuyo proceso explico detalladamente en mi libro “El Poder Transformador
del Fracaso. Ed. Silva, 2011”)
2.-Reinventarse
Tras aceptar dónde estamos y
quiénes somos (más allá de nuestro antiguo rol profesional), ya estamos en
predisposición de podernos reinventar. Un proceso que implica cuatro factores
clave: determinar un nuevo Objetivo de hacia dónde queremos ir y deseamos ser, tener
la voluntad de llevarlo a la Acción, con una actitud Persistente en alcanzar
nuestra meta, y con un espíritu abierto de aventura que nos permita la Flexibilidad
suficiente para podernos adaptar a nuevos medios y hábitats aun por conocer.
(Un proceso que describo más ampliamente en mi libro “Cómo reinventarse en
tiempos de cambio (y sin dinero). Ed. Supérate, 2014”)
3.-Tiempo
No obstante, tanto el proceso para
aceptar dónde estamos y quiénes somos, como el proceso de descubrir cuáles son
los nuevos horizontes a los que queremos dirigirnos para poder reinventarnos e
iniciar ipso facto el viaje personal
que nos conduzca a una nueva, renovada y mejor versión de nosotros mismos, requieren
del factor tiempo. Un factor desvalorado en sociedades como las nuestras donde
impera la cultura del microondas: todo lo queremos en minuto y medio. Pero en
contra de lo que se puede pensar, el factor tiempo (t=e/v) es de una
importancia muy relevante, ya que conlleva implícitamente el parámetro del
espacio que determina nuestro lugar y ubicación actual y futura en un flujo
constante de nuestra vida –nada nunca es siempre igual, pues todo está en continuo
cambio y transformación-, y el parámetro velocidad que no solo implica
movimiento sino que a su vez conlleva el vector de la dirección (hacia el
futuro) en la que nos dirigimos.
4.-Soñar
Pero todos estos factores de la fórmula
de gestión del fracaso serían yermos en efectividad sin un life motive que haga la función de fuerza motriz. Y esta no es más
que nuestros sueños personales. Pues es justamente la capacidad de soñar la que
nos posibilita transgredir la realidad conocida, elemento esencial a la hora de
vislumbrar y crear una nueva realidad alternativa que nos permita reinventarnos
de acuerdo a nuestro actual yo (lo contrario es copiar y perseguir éxitos de
terceros, causa principal del fracaso). En este punto hay que saber diferenciar
entre pensar y soñar, pues solo cuando uno sigue un sueño la motivación por
alcanzarlo es sostenible en el tiempo, sabedores que la mente materializa (en
un mundo de las formas), pero que es el corazón (lo que nos motiva realmente)
quien lo crea en nuestras vidas.
Dicho lo expuesto -aunque ganas
no faltan de extenderme más para poder desarrollar mucho mejor la fórmula
presentada-, espero que el presente ejercicio de sintetizar el proceso de
gestión del fracaso alumbre el camino de aquellos que lo requieran, en una
motivada voluntad de normalizar la experiencia de aprendizaje que es el fracaso
en nuestra sociedad. Fiat lux!