Que una persona cuando se queda
en paro entra dentro de un universo desconocido y lleno de incertidumbres, ya
lo sabíamos (y más en una crisis sistémica). Pero quién nos iba a decir que una
persona, cuando está en desempleo, se transforma en un ser cuántico al manifestar
una naturaleza diversa de multiplicidad de estados -como persona y ciudadano- característico
del triple principio fundamental de toda materia cuántica. Veamos…
Primer principio:
¿Puede una persona estar en paro
y trabajar a la vez? No necesitamos echar mano de la paradoja del Gato de
Schrödinger para responder categóricamente que sí. Pero aunque las dos
respuestas sean válidas a la vez, está claro que también depende del observador
y de su mundo de referencias (He aquí el relativismo social). Es decir, para
aquellos que observan al parado desde el exterior de su mundo más íntimo e
individual, ésta persona se encuentra en un estado de “no trabajar” bajo el
prisma de sus coordenadas vitales de referencia. Pero para el mundo de
referencias del propio desempleado, la persona está inmersa en un estado de “activo
trabajo” en la búsqueda continua de un nuevo empleo desde la realidad interna
de su mundo particular.
Segundo principio:
Siguiendo la línea argumental del
primer principio, podemos afirmar asimismo que la persona desempleada tiene una
naturaleza dual, de modo que su comportamiento global presenta dos aspectos
complementarios: parado y trabajador; que dependiendo de la situación, de los
observadores y de sus coordenadas de referencia personales, predominará uno u
otro aspecto. (Con los respectivos juicios y/o prejuicios de valor social
añadidos).
Tercer principio:
Y por último, cabe señalar que el
movimiento inherente al estado “activo de trabajo” en la búsqueda de un empleo
(junto al perfil profesional de la persona), genera una cierta deslocalización
del desempleado. En otras palabras, y reinterpretando el Principio de
Incertidumbre de Heisemberg: que la naturaleza dual de parado-trabajador hace
que la persona desempleada carezca de una trayectoria absolutamente determinada,
lo que genera una clara incerteza sobre el futuro que le puede deparar a la
persona.
Como vemos, si alguna
manifestación de la física cuántica buscábamos en un mundo sobreatómico a
escala humana, cuya materia se comporte de manera dual, incierta y con
posibilidades simultáneas, no hace falta indagar más porque lo tenemos frente a
nuestras narices y por millones: los parados. Un comportamiento cuántico humano
que, prolongado en el tiempo seguro que provoca trastornos mentales, y en dosis
excesivas contiene un alto riesgo de colapso social. Aunque esto ya no es
materia de física, sino de política.
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