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Jano, dios romano de las puertas, los inicios y los finales |
¿Es posible que una
circunferencia englobe a otra circunferencia y que a su vez esté en el interior
de esta última? ¿O que una caja esté dentro de otra caja y ésta a su vez encierre a la primera? La respuesta, aunque parezca de locos, es que
sí. De hecho, es una dinámica tan común que todo nuestro universo funciona de
esta manera, a la que los humanos lo hemos etiquetado como dinámica toroidal. Tanto
es así que el universo, a nivel macro y micro, es una fábrica de toroides. Aún
más: el toroide no es más que la propia respiración del universo.
Si el universo juega con este
complejo sistema energético-geométrico con el que crea realidades múltiples, a
la hora de determinar el concepto de verdad de una circunstancia o situación, ¿cuál
es la verdad? ¿Aquella que engloba otra verdad? ¿Aquella que se haya dentro de
la verdad global? ¿O aquella que engloba otra verdad y que a su vez está
incluida dentro de esta verdad?
La respuesta es obvia bajo el
teorema toroidal: las tres opciones son verdad, pero su percepción subjetiva
como tal dependerá del lugar de referencia del observador que realiza el juicio
de valores de la circunstancia o situación en concreto.
Visto lo expuesto, queda claro
que la verdad es un enjuiciamiento subjetivo y por tanto relativo. Es por ello
que los hombres sabios siempre nos recuerdan que la verdad se encuentra en el
punto medio de dos concepciones de una misma realidad. No obstante, el resto de
mortales, mucho menos sabios, concebimos la verdad según el volumen de adeptos que
conseguimos a la descripción subjetiva de una realidad acontecida –que acaba
desvirtuándose de su origen de tanto recrearla- (cuántos más seguidores de tu
verdad tienes, más verdad es tu verdad, aunque no sea cierta); y a la capacidad pulmonar en vociferarla y
hacer ruido social con ella –en algunos casos, por necesidad patológica de
retroalimentarse con emociones tóxicas en personas con estados desequilibrados-
(cuánto más gritas, más verdad es tu verdad, aunque sea un saco de sinrazones).
Mientras que ya en el plano plenamente jurídico, la verdad, como trofeo a
conseguir, acaba reduciéndose a la capacidad y maniobrabilidad de recursos
económico-legales de los implicados, como en toda batalla.
No obstante, con independencia de
quién gane la contienda social en este teatro que es la vida sobre el derecho
al título de la verdad de un acontecimiento, la verdad en el reino de los
hombres se asemeja al dios romano Jano de las dos caras mirando hacia ambos
lados de su perfil, ya que Jano es el dios de los comienzos y de los finales. Y
es que, en definitiva, la verdad, cuando se presenta en el mundo de los
mortales, siempre es un punto y aparte donde algo viejo concluye y algo nuevo
se inicia. Una muerte y un nacimiento simbólico de una singularidad en la
dinámica toroidal sin fin de nuestra vida.
Así pues, ignoremos la verdad
social, quedémonos con nuestra verdad personal, y vivamos la vida como podamos.
(Esta reflexión requiere complementarse con la propia de la Realidad Objetiva)
Nota: Para artículos de reflexión sobre filosofía contemporánea del autor se puede acceder online a la recopilación del glosario de términos del Vademécum del ser humano
(Esta reflexión requiere complementarse con la propia de la Realidad Objetiva)
Nota: Para artículos de reflexión sobre filosofía contemporánea del autor se puede acceder online a la recopilación del glosario de términos del Vademécum del ser humano