Quizás la clase media
no sea más que un eufemismo de la clase obrera de toda la vida.
Quizás la clase media
no llegó a existir nunca,
mas solo fuera una
etiqueta arrogante de los pobres,
que los ricos
consintieron alimentar,
para que con nuestra
hambre de consumo alimentásemos sus carteras.
Quizás la clase media
no sea más que un eufemismo del pobre con estudios.
Quizás la clase media
dejó de interesar
(y aún más, comenzamos
a molestar),
cuando crecimos y nos
reproducimos en demasía,
y enarbolando la
bandera de los derechos fundamentales del ser humano,
y embriagados por la
cómoda vida de los estados del bienestar social,
e hipnotizados por el
credo de que todos somos iguales en democracia,
nos atrevimos a exigir
a los ricos la redistribución equitativa de sus rentas .
Quizás la clase media
no sea más que un eufemismo de un índice de productividad del Mercado.
Quizás la clase media sólo
se podía quedar a medias,
para regresar por
inercia gravitatoria,
tras el espejismo de
una o dos generaciones,
al origen de su bajo
estrato social,
arrastrado de nuevo a
la pobreza por el peso de por vida de la deuda familiar,
(la gran estafa del
prestamista que ahora te da un poco para después quitártelo todo)
donde los ricos se
hacen más ricos comprando hambrunas a precio de saldo.
Quizás la clase media
no sea más que un eufemismo de los ciudadanos de tercera.
Quizás la clase media
no es más que un desahucio social anunciado,
por exceso de
productividad de una economía global,
donde se devalúan a
las personas para proteger al Capital,
rescindiendo trabajo,
subsidios, prestaciones, e incluso derechos fundamentales a corto plazo como la
vivienda, la salud, la educación o la alimentación, e incluso derechos a futuro
como puedan ser el reposo final de ese lujo de antaño al que llamaban
jubilación.
Quizás la clase media
sea un eufemismo en el diccionario del poderoso caballero Don Dinero.
Quizás sea un
eufemismo,
pero los supervivientes de la clase media no lo
somos,
y en nuestra real
existencia nos volvemos a levantar
para hacer magia de la
miseria,
hallar belleza en las
imperfecciones de la carencia,
y construir un nuevo
mundo donde la abundancia se reparte entre todos.
Quizás sea un
eufemismo la clase media,
hasta que los
supervivientes reclamemos nuestra propia identidad,
y ya no haya
eufemismos, ni medias clases,
sino hombres y mujeres
en pleno uso de derecho por nacimiento de nuestra Libertad.