El hombre moderno no sabe vivir en sociedad, porque vive desde el Ego y el
Ego es la supremacía de la individualidad.
Y todo el mundo sabe que la individualidad no busca alcanzar ningún pacto
social en beneficio de la comunidad, fórmula rousseauniana que define la
sociedad, sino que busca alcanzar su propio y exclusivo beneficio por encima y
a costa del conjunto de los demás.
Toda sociedad que se configura des de la suma de sus individualidades, sin
mayor ideal de transcendencia personal por parte de sus conciudadanos que la
exaltación de su Ego, no puede más que desarrollarse de manera amorfa y
desigual, engendrando insolidaridades humanas e injusticias sociales.
Y en dichas sociedades amorfas y desiguales, el medio natural del Ego para
poder realizarse en su máximo esplendor no es otro que el Poder (cada cual a su
escala). Un espacio donde el Ego se retroalimenta y a la vez, en un íntimo proceso
simbiótico, retroalimenta al mismo Poder para hacerlo cada vez más grande y más
fuerte en beneficio y supervivencia propio.
El hombre moderno no sabe vivir en sociedad, porque vive desde el Poder del
Ego y el Poder del Ego es la supremacía de la injusticia social. Un
desequilibrio social que ha convertido la sociedad en un mercado, donde los
ratios de competitividad y rentabilidad económica marcan los índices de éxito
del Ego en la exaltación de su individualidad.
El hombre moderno, sin darse cuenta, dejó de vivir en una sociedad para
coexistir en un mercado (con falso y barato envoltorio social, como marcan los
cánones del marketing de ventas).
Pero aún hay tiempo.
Porque siempre hay
tiempo de reiniciar las historias de nuevo.
Si se quiere y hay
consenso, claro! …Y valentía para reinventarse de nuevo.
Aún hay tiempo para que el hombre moderno reaprenda a vivir en sociedad.
Aún hay tiempo para que el hombre moderno sea capaz de desarrollar su
individualidad desde un ideal personal de transcendencia colectivo, donde el
fin es el bienestar social de todos, que no es más que velar los unos por los
otros.
Aún hay tiempo para redimirse y cuidar de nuevo por la pareja de ancianos
que se acaba de desahuciar, dejándolos en la calle y sin casa.
Aún hay tiempo para redimirse y cuidar de nuevo por la familia que no tiene
ni para dar de comer a sus hijos.
Aún hay tiempo para redimirse y cuidar de nuevo del enfermo en estado
crítico al que se le ha retirado la medicación por criterios económicos.
Aún hay tiempo para redimirse y cuidar de nuevo del jovensénior parado que
marchita su esperanza al pasar los días y no encontrar trabajo.
Aún hay tiempo para redimirse y cuidar de nuevo de tantas y tantas
injusticias sociales, que todas, absolutamente todas, son historias reales de familias
con nombres y apellidos que acaban convirtiéndose en espectáculo y
entretenimiento televisivo.
Aún hay tiempo para redimirse y cuidar de nuevo. Porque eso es lo que debe
ser y se debe hacer en una sociedad común: cuidarse los unos de los otros.
Porque si no, ¿qué sentido tiene formar parte de una comunidad en la que no
velan por ti?
El hombre moderno sabrá vivir en sociedad, cuando viva por y para el
bienestar social de todos y cada una de las personas que forman su comunidad.
El hombre moderno sabrá vivir en sociedad, cuando sepa transcenderse a sí
mism@.
...(Y no hay trascendencia de sí mism@ sin una dimensión espiritual de la
existencia)