martes, 27 de agosto de 2013

La empresa es Sostenible, Nutritiva y Comunitaria, o no es empresa.

Hace poco más de cien años, es decir solo dos o tres generaciones atrás en nuestras propias familias, en plena revolución industrial habían empresarios españoles del sector textil que consideraban que sus trabajadores solo necesitaban pan y cebolla para trabajar, y que por supuesto estaban exentos de cualquier derecho laboral. Una concepción de la empresa, y por extensión de la idea empresarial de ser competitivo y de ganar dinero que, a todas luces, nos parece una aberración propia del esclavismo a la luz de la conciencia contemporánea.

Poco más de cien años después hemos avanzado, sin lugar a dudas, en derechos y obligaciones laborales dentro del marco de lo que llamamos los Estados de Bienestar Social en busca de un mundo que lucha contra los desequilibrios sociales. Un concepto de sociedad que, sea dicho de paso, se encuentra actualmente duramente bombardeado por las imposiciones restrictivas de los dictámenes de lo que hoy denominamos Mercado Financiero y que afectan al conjunto del sistema de prestaciones sociales. Pero con independencia de esta situación puntual de rabiosa actualidad –que debe combatirse por dignidad humana-, la humanidad ha dado un salto evolutivo irreversible en nuestra conciencia colectiva de justicia, equidad y responsabilidad social positiva que no solo incide en nuestras relaciones interpersonales, sino también en nuestra relación como especie con el conjunto del planeta. Una nueva y renovada conciencia colectiva que, como en cada fase evolutiva del hombre, nos obliga a replantearnos el concepto de lo que entendemos por empresa y, por extensión, lo que entendemos por economía y, por tanto, lo que concebimos como sociedad moderna.

A estas alturas de la película, en un mundo global e interactivo a tiempo real, y en el que el hombre continúa buscando la excelencia de su propia existencia como individuo y especie, no podemos concebir una empresa si ésta no es Sostenible, Nutritiva y Comunitaria. En caso contrario, como nos pasa al volver la mirada atrás en el pasado reciente de las fábricas textiles de principios del siglo XX, las denominaremos de otra manera, pero no podremos catalogarlas como organizaciones empresariales en nuestro concepto moderno empresarial. La empresa del siglo XXI es Sostenible, Nutritiva y Comunitaria, o no es.

Una empresa es Sostenible cuando su política productiva no se basa en el obsolutismo programado, es decir, en fabricar intencionadamente productos de corta durabilidad para fomentar la cultura del consumo continuo, lo que afecta de manera directa y exponencial en el agotamiento de los recursos naturales del planeta y en la sobresaturación del actual sistema económico artificial de la oferta y la demanda, sin hablar de la estafa social que ello implica.
(Sostenibilidad vs. Obsolutismo Programado)

Una empresa es Nutritiva cuando su proceso productivo no genera residuos, sino que sus elementos desechables –véase sólidos, líquidos o gaseosos- son reutilizados de manera orgánica por su ecosistema más inmediato, ya sea en un entorno humano o en un entorno puramente medioambiental. Si nos fijamos, la Naturaleza no genera residuos, sino tan solo nutrientes, que sirven para retroalimentar ecosistemas varios. No hay ser animal, vegetal o mineral en la Tierra que genere residuos más que el ser humano, lo que afecta negativamente y de manera directa en la salubridad de nuestro propio planeta y en el conjunto de su diversidad, entre los que nos encontramos nosotros mismos como una especie más.
(Nutrientes vs. Residuos)

Una empresa es Comunitaria cuando su política empresarial se basa en una Economía del Bien Común, frente a una Economía del Bien Individual. La Economía del Bien Común se fundamenta en los principios de la ética humana, que no solo abarca positivamente la gestión empresarial en su conjunto, sino que también incide de manera directa en la equidad y la justicia social. En contra de la Economía del Bien Individual, propia de las empresas textiles de principios del siglo XX –por seguir con el ejemplo-, que solo buscaban el beneficio personal del empresario en detrimento de crear desigualdades sociales y medioambientales.
(Economía del Bien Común vs. Economía del Bien Individual)

La empresa del siglo XXI es Sostenible, Nutritiva y Comunitaria, o no es. Y no es ninguna utopía, pues actualmente ya existen en el mundo diversas empresas estructuradas bajo esta renovada y actualizada conciencia socioeconómica. Cualquier estructura productiva empresarial, gracias al poder creativo y al nivel de conocimiento actual del ser humano, puede volverse a crear desde cero con mejores y mayores resultados acordes al nuevo concepto de empresas modernas. Ello bien lo saben los ingenieros y empresarios pioneros en esta nueva conciencia de gestión socioeconómica, a la que solo cabe que se sumen las voluntades legislativas de aquellas personas que se dedican a la política y que dicen ser representantes del pueblo y gestores del bien común.

Como decía Ghandi, -y a modo de resumir el cuento de nuestra propia historia como especie-, el mundo es suficientemente grande para cubrir las necesidades de todos, pero demasiado pequeño para la avaricia de unos pocos. En nuestras manos está actualizar dicha frase del célebre pacifista por otra más acorde a la nueva humanidad: En un mundo abundante y rico en recursos y medios para todos, no tiene cabida el individualismo y la falta de generosidad de unos pocos.

Quizás sea hora, a modo de pedagogía global, que creemos el Índice SNC donde se incluyan las empresas Sostenibles, Nutritivas y Comunitarias, para diferenciarlas de las que no lo son y así devolver el poder de decisión del mercado al consumidor consciente del siglo XXI, pues nuestra es la capacidad colectiva de crear un mundo cada día mejor.


miércoles, 14 de agosto de 2013

Formamos parte de un Todo cohesionado por la energía del Amor

El tiempo, y con él la vida que discurre dentro, es como una secuencia fractal donde dentro de uno hay otro. Así como dentro de nuestra medida de tiempo se encuentra el tiempo de la mariposa cuya vida tan sólo dura un día, nuestro tiempo como seres humanos a su vez se encuentra dentro de la medida de tiempo de las montañas cuya vida transcurre a lo largo de millones de siglos. Y así de manera infinita a nivel macro y microcósmico, situándose la realidad temporal de nuestras efímeras existencias en algún punto de la eterna secuencia fractal del Tiempo donde se manifiesta el flujo continuo y cambiante de la Vida.

Es por ello que la percepción de la Vida en cualquier organismo del Universo depende de la referencia de medida de tiempo con la que se mida. Así pues, aunque nuestra limitada percepción temporal como humanos no nos permita observar la pulsación vital de un ser -ya sea animal, vegetal o mineral-, por encontrarse en otro punto diferente al nuestro en el continuo fractal del Tiempo, no significa que no tenga vida propia sino tan solo que no podemos percibirla. En este sentido, al igual que un parásito que vive en alguna parte de nuestro organismo no puede percibir nuestra vida como personas completas e individuales; en nuestro caso, como seres que formamos parte del planeta nos cuesta percibir la vida de la Tierra como un organismo vivo, completo e individual.

Esta visión consciente de la Vida manifestada ricamente en el Universo a escalas temporales diversas, dentro de una secuencia fractal infinita, nos debe hacer entender no solo que somos un Todo interconectado, y que por tanto debemos ser responsables en nuestras interacciones con el resto de la Creación, sino que también nos debe alentar a ser respetuosos con cualquier otra forma de vida diferente a la nuestra, aunque no la entendamos. Puesto que la vasta gama de escalas diferentes de ritmos del Tiempo, manifestadas dentro de su continuo fractal, no son más que las pulsaciones de la Vida que componen la gran sinfonía orgánica que llamamos Universo.

En otras palabras: el Universo es un ser orgánico y vivo, creador de todas las formas conocidas y por conocer, y por tanto como Ser Creador que es tiene conciencia propia, una conciencia superior e infinita de la que formamos parte como seres de su creación. Un Ser Creador al que podemos llamarle de muchas formas, cada cual a su nivel de entendimiento y de tradición cultural, pero que nos permite intuir una vez más en el punto evolutivo de nuestra humilde especie, ya sea por vía espiritual o por vía científica, que Todo es Uno y que Uno es Todo. Sabedores que la energía unificadora por excelencia del Universo que permite la cohesión e interconexión entre todas las partes del Todo no es otra que la que lo humanos conocemos como energía del Amor, la cual tenemos la capacidad innata como especie de manifestarla a través del respeto, la solidaridad y la caridad con nuestros semejantes y el resto de la Creación.

Es por ello que en estos tiempos convulsos y de transición, donde las diferencias sociales en el plano humano se agravan entre personas indignadas y personas indignas, personas excluidas de cualquier derecho a una vida digna y personas acaparadoras de todos los derechos y privilegios sociales, no hay mayor remedio que el despertar, la cohesión, fortalecimiento y multiplicación de conciencias individuales basadas en el Amor, cuya energía une e integra, frente a las conciencias individuales basadas en el egoísmo, cuyas energías dividen y excluyen.


A los despiertos y activistas comprometidos en la conciencia del Amor daros ánimos, pues la fuerza de la Vida del Universo conspira a vuestro favor!. Puesto que el ser humano evoluciona de manera progresiva e inexorable hacia la Luz, un espacio donde la oscuridad no tiene cabida.
 

sábado, 3 de agosto de 2013

Descárgate gratis mi última novela "La Era de los Hijos de Metatrón"

Esta novela, que se inició con una experiencia personal en medio de una meditación en diciembre de 2011, en pleno pirineo catalán, y que culminó su desarrollo ya bien entrado enero del 2012, es el recuerdo de la historia del ser humano y de su evolución como especie a lo largo de siglos de existencia. Una historia con licencias de autor, para ayudar a dar cuerpo literario a la obra y pedagogía al hilo argumental, sazonada con otras tantas experiencias de diversa naturaleza, entre ellas las regresiones no inducidas a vidas pasadas, que nos adentran en el misterio del Universo y del propio hombre. Una novela que, de la mano de seis personajes de perfil cotidiano y de amplio espectro social, nos desvelan los conocimientos de la Flor de la Vida, el Merkaba y el Cubo de Metatrón, en una dimensión donde Todo está interconectado y en un tiempo en el que iniciamos una nueva era evolutiva para la humanidad: La Era de los Hijos de Metatrón.
¡Y se hizo la Luz!

Jesús A. Mármol
Ed. Bubok, 2013