Mucho se habla de la
necesidad, en estos tiempos de recesión económica de rabiosa actualidad, de
reinventarnos profesionalmente para adaptarnos a los nuevos tiempos de cambio. Y
yo el primero, como profesor en gestión del fracaso, reinvención e innovación
(Ver artículo relacionado: Reinvéntate,tienes derecho a ser diferente de cómo eres). Pero para que una persona
pueda reinventarse profesionalmente, con el objetivo de mejorar su vida y la de
su familia, es condición sine qua non
que exista un entorno que facilite la oportunidad y los medios para posibilitar
esa transición entre una vieja identidad –seguramente ya inexistente- y una
futura y nueva identidad profesional actualizada.
Esta premisa, que a todas
luces nos parece ya no lógica, sino obvia, la hemos pasado por alto como
sociedad dentro del contexto actual, hasta el punto de llegar a exigir a
personas inmersas en una situación de supervivencia personal a que se esfuercen
por reinventarse profesionalmente como vía de salida a su dramática situación. Algo
tan absurdo como puedan ser las prescripciones médicas a un enfermo que no
tiene acceso ni al tratamiento ni a los medicamentos necesarios para su cura.
Así pues, las personas que lo han perdido todo, y que su única preocupación a
día de hoy es cómo pagar la luz, el agua, el gas, la hipoteca o el alquiler de
la casa, o cómo dar de comer o vestir a sus hijos, no necesitan clases de reinvención
profesional, sino un kit humanitario de supervivencia personal.
Y, ¿cómo hemos podido
confundir acciones tan claras y con tanta propiedad como son reinventarse y
sobrevivir?, podemos preguntarnos. La respuesta es bien sencilla: porque
nuestra mente ha necesitado su propio tiempo para ser consciente de la realidad
de la nueva situación social, al igual que sucede en el proceso natural de
adaptación por el que pasa una persona que debe adaptarse al cambio de
intensidad de luz de estancias diferentes. En otras palabras, nuestra mente
estaba tan acostumbrada a un tipo de realidad de abundancia que, aún habiendo
desaparecido esta, mirábamos a nuestro alrededor lleno de pobreza sin ver, ya
que solo podíamos proyectar impresa en nuestra memoria colectiva la imagen subyacente
de la agradable realidad pasada a la que nos habíamos acostumbrado a vivir. (Ver
artículo relacionado: Si quieres ver, desfocalízatede tu realidad). Un proceso de adaptación de visión consciente de una
realidad a otra que ha requerido del largo período de seis años de crisis (y
suma y sigue), para la práctica totalidad de la sociedad española. Pero como
dijo el sabio, más vale tarde que nunca.
Frente a esta nueva y
actualizada visión de la realidad, y a la hora de plantear acciones urgentes y
realistas para que las más de 6 millones de personas -2 millones de las cuales
son familias con todos sus miembros en paro-, puedan reinventarse
profesionalmente para resucitar su propia economía doméstica y, por extensión, dinamizar
la economía real del país, debemos partir de la siguiente doble premisa:
1.- Toda persona tiene
capacidad de reinventarse profesionalmente si se le facilita la oportunidad y
los medios.
Y, 2.- Toda persona tiene
capacidad de reinventarse profesionalmente si es una persona libre, y está
claro que una persona no es libre si se encuentra en una situación de
supervivencia personal, es decir, sin dinero para poder vivir.
Así pues, podemos decir
que tanto el medio es condición sine
qua non para el óptimo desarrollo de cualquier persona (Ver artículo
relacionado: Modelo de Vivero Profesionalpara la reinserción social de las personas), como el dinero es condición sine qua non para garantizar la libertad
que sustenta el derecho fundamental a una vida digna de toda persona dentro de
las sociedades de mercado occidentales (Ver artículo relacionado: Igualdad de bienestar para todos losciudadanos). En el primer caso ya lo decía el apóstol Mateo en la parábola
del sembrador “que ninguna semilla puede crecer si se siembra sobre piedra”,
mientras que en el segundo caso nos lo recordaba recientemente el economista y
humanista José Luís Sampedro al afirmar que “cuando alguien entra en un mercado
a comprar sin llevar dinero, no podrá adquirir nada, por lo que sin dinero no
hay libertad, lo que evidencia que la libertad de elegir la da el dinero”.
En otras palabras, si en
la actual situación de emergencia social solo se aplican políticas de
austeridad que castigan duramente aún más la expoliada clase media y baja de
nuestra sociedad, y no se ejecutan políticas activas de crecimiento económico que
enriquezcan el medio como caldo de oportunidades en el que las personas puedan
desarrollarse, y asimismo revitalice el flujo de liquidez para que las personas
puedan vivir en dicho medio, nos encontramos ante un sistema no ya que tutela a
ciudadanos, sino de un sistema que crea una nueva generación de esclavos
modernos. ¿La diferencia?: Los ciudadanos tienen oportunidades, derechos y
obligaciones, mientras que los esclavos solo tienen obligaciones. Los primeros
gozan de un estatus de bienestar social, frente a los segundos que perdieron,
en algún punto de su camino, dicho privilegio. (Ver artículo relacionado: El mercado liberal y la democracia nodirecta deshumanizan).
Llegados a este punto no
toca hablar, en el artículo de hoy, de técnicas de crecimiento personal o de
teorías de gestión empresarial innovadoras, sino de política, con todas y cada
una de sus letras. Ya que la política nos afecta a todos como instrumento de
gestión pública del bien común. Pero aún más, la política no es más que una manifestación
externa del mundo interior de esas personas llamadas políticos que la ejercen.
Así pues, ante aquellos políticos cuyas medidas degradan la dignidad del ser
humano mientras miran con asombrosa indiferencia e insensibilidad (e interés) hacia
otro lado, el lado del Capital, debemos preguntarnos qué tipo de mundo interior
tienen y si queremos ya no solo que nos representen, sino que incluso continúen
dirigiendo impunemente nuestras vidas como lo están haciendo a día de hoy a
golpe de decretazo.
En un estado de drama y emergencia
social como el actual solo cabe tomar medidas urgentes, decididas y eficaces
para solventar la situación, y para ello es necesario que los ciudadanos, desde
la Rebelión de una Resistencia Humanista pacífica, pero consciente y activa
(Ver artículo relacionado: Desde laResistencia Humanista alcémonos contra esa seguridad jurídica que desahucia),
recuperemos lo que por derecho natural es nuestro: el gobierno de la Democracia
(Ver artículo relacionado: Es hora querecuperemos lo que es nuestro: la Democracia). Así pues, ¡digamos no! Que
así no queremos las cosas. Que basta ya que sus señorías, desde la comodidad de
sus poltronas, nos sigan pidiendo que multipliquemos los panes y los peces en
un escenario donde ya no hay ni panes ni peces para multiplicar. Digamos no
desde la firme creencia de que hay otra manera de hacer política y otras vías
posibles de salir de la crisis, en cuyo epicentro situemos el derecho sagrado de
las personas a una vida digna, pues las personas no están al servicio del
Capital sino este al servicio del bienestar de las personas. Y porque nosotros,
los muchos, somos realmente el país, y no ellos, los pocos, quienes actualmente
lo dirigen.
Si no cubrimos las
necesidades básicas de las personas, para sacarlas de su actual umbral de
supervivencia personal, no pretendamos que puedan reinventarse
profesionalmente, pero sí esperemos a que en cualquier momento puedan estallar
socialmente.
España, a 29 de abril de 2013
Estado de emergencia nacional