¿Quién ha dicho que no podemos crear una sociedad más equilibrada y
sostenible?
¿Quién ha dicho que no podemos alcanzar una sociedad del bienestar que vele
por el desarrollo de una vida digna?
¿Quién ha dicho que no podemos acabar con los desahucios y la hambruna?
¿Quién ha dicho que no tenemos los recursos para hacerlo?
¿Y, sobre todo, quién ha dicho que necesitamos más dinero para construir
una sociedad mejor?
Si algo sobra en España es, justamente, el hambre de millares de personas
que viven ya bajo el umbral de la pobreza y el pan infravalorado de millones de
hectáreas rurales desérticas. A cualquier niño que se le plantee el anunciado de
dicho problema nos resolverá rápidamente la ecuación: -Juntemos el hambre con
el pan, -nos diría, y acto seguido continuaría jugando con sus cosas. Así de
simple.
Pues sí, así de simple. A veces, para poder crear relaciones entre
elementos dispares que den soluciones a problemas complejos hay que mirar con
mirada simple, porque es justamente la mirada compleja la que no nos deja ver las ramas de los árboles entre tanto bosque o, lo que es lo mismo, entre
tanto cemento de las grandes y endogámicas urbes.
Bien, ya tenemos hecha la relación. Pero, ¿cómo hacemos que las hectáreas
rurales desérticas cubran la necesidad de las personas que viven bajo el umbral
de la pobreza?. La respuesta la encontramos parafraseando al poeta persa Rumi: “La tierra se convierte en oro
en manos del sabio”. Una máxima con la que trabajan en España, entre otras
entidades existentes en el mundo, los amigos Bárbara y Quique de Domoterra,
cuyo objetivo principal es el de realizar cursos para promover la cultura de
las casas de adobe y divulgar su método de autoconstrucción. En otras palabras,
construyen casas domo a partir de la misma tierra del suelo del lugar en el que
se va a edificar, por lo que el coste de la edificación resulta muy barato.
Tanto, que una vivienda domo de 40
m2 , que incluye sala de estar, una habitación, cocina y
baño, tiene un coste de materiales de construcción (sin acabados) que no llega
a los 3.000 euros. Sí, sí, como lo lees. Para los interesados, los curiosos e
incluso los incrédulos, aquí tenéis un par de links para rascar: http://www.domoterra.es/sistema-constructivo-3.html y http://www.calearth.es/superadobe/ .
De saber cómo transformar la tierra en oro en las desérticas hectáreas
rurales mediante la construcción de domos, esas viviendas económicas y
respetuosas con el medioambiente, a convertirlo en un proyecto de beneficio y
bienestar social solo hay un paso: la Neoaldea (como uno entre otros tantos ejemplos a
poder llevar a cabo).
Pero antes de exponer el proceso para su construcción, definamos lo que
denominamos como Neoaldea: Dígase de un espacio de vida en comunidad basado en
la adquisición de viviendas ecológicas y económicas, que permite el desarrollo
social de economías sostenibles, bajo los principios del humanismo, la equidad
social y el respeto por el medio ambiente. O, dicho en otras palabras,
imaginémonos la Neoladea como una comunidad en contacto con la naturaleza donde
cualquier familia tiene acceso prácticamente gratis a su hogar, y en la que
gran parte de la alimentación es producida por la propia comunidad para su autoconsumo.
O, ¿a caso no hay familias que viven de su huerto particular en los balcones y
terrazas de la ciudad?
Así pues, puestos los cimientos de la definición de Neoaldea, veamos cómo
podemos llevarla a cabo (reduciendo los pasos a su mínima expresión):
1.-Un grupo de amigos, una entidad de interés social con personalidad
jurídica propia, o incluso una propia administración local (a partir de ahora, promotor),
presenta en un municipio rural un proyecto de Neoaldea con el objetivo
principal de dinamizar el medio rural y revalorizar el exceso de suelo rústico
abandonado existente.
2.-El municipio rural cede una hectárea rústica para el desarrollo de la Neoaldea en calidad de
concesión prorrogable.
3.-El equipo promotor diseña el proyecto de Neoaldea sobre plano cartográfico,
teniendo en cuenta cuatro elementos clave: Los domo-vivienda independientes, los
domos de uso colectivo y zonas comunes (como elemento cohesionador y
dinamizador de la comunidad), las zonas agrícolas (para consumo sostenible) y
los elementos energéticos (para búsqueda de autosuficiencia y sostenibilidad
medioambiental).
4.-A continuación el proyecto se autoconstruye, bajo la fórmula de una Escuela
Taller y un régimen interno de cooperativismo social, por los propios futuros
habitantes de la Neoaldea
que han sido seleccionados porcentualmente entre familias desahuciadas,
indignados sociales y personas que buscan modelos de vida alternativa a las
ciudades.
5.-Y por último, se obtiene como resultado una comunidad rural con alto
valor social, vinculada a un pueblo ya existente, abriendo la puerta a la
retroalimentación mutua.
Haciendo un esfuerzo de síntesis para no convertir el artículo en un
proyecto en sí mismo, destacaré tan solo dos aspectos fundamentales del
proyecto: el logístico y el financiero. Respecto al logístico, y siempre bajo
el principio del voluntariado social, el equipo necesario ideal para
desarrollar la Neoaldea
requiere de seis profesionales: un técnico especializado en construcción de
domo-viviendas, un arquitecto, un ingeniero agrónomo, un ingeniero en energías
renovables, un abogado especializado en el mundo rural y un consultor en marketing
y relaciones públicas. Mientras que a nivel financiero, siempre bajo el
principio de coste cero, la política de adquisición de materiales y servicios para
la Neoaldea
debe realizarse mediante fórmulas de mecenazgo, esponsorización e intercambio, resaltando
el marcado carácter social del proyecto.
Como vemos, por poder, podemos; otra cosa es que haya voluntad política
para dejar que se haga. Por ejemplo, existen tres grandes obstáculos para el
desarrollo del proyecto, que con voluntad legislativa y sin interferencias de
intereses se pueden solventar en 24 horas: los metros cuadrados máximos
construidos por hectárea rústica (que limita el número de domo-viviendas), la
concesión de la cédula de habitabilidad (por tratarse de una edificación no
homologada en España), y la cuestión de la titularidad de la propiedad conjunta
o individual de los domos-viviendas (vinculado a la imposibilidad de subdividir una
hectárea, entre otros factores presumiblemente solventables). Llegados a este
punto, todo hay que decirlo, resulta mucho más fácil construir una Neoaldea en
cualquier otro país emergente del mundo que en una España constreñida y restringida
por múltiples normativas coactivas. Como me dijo hace poco una amiga:
-Vámonos a Chile a construir una Neoaldea que
allí no ponen trabas.
Quién sabe, a lo mejor en breve escribo este blog desde algún bellísimo lugar
de nuestro siempre querido continente iberoamericano, porque ya se sabe que, en
un mundo interconectado, se puede vivir en un entorno rural sin perder la
identidad global de cada cual.
Amig@, poder, siempre se puede. Todo es cuestión de una pizca de voluntad
sazonada con imaginación y de volver a mirar el mundo con la mirada simple de
un niño. Solo así alcanzaremos la sabiduría necesaria para convertir la tierra
en oro. Todo lo demás no son más que mindangas de personas que se creen
importantes en un mundo de injusticias sociales.