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Mi retrato. Imagen de Teresa Mas de Roda. |
Ya lo decía Platón,
cuando se refería a los arquetipos universales en su famosa teoría
de la caverna, que solo lo que no existe puede representar lo que
existe. Un axioma que nos aboca a una triple reflexión: Uno, todo lo
existente emerge de un substrato originario común sin definición
previa en su composición para nuestro mundo de las formas; dos,
dicho substrato originario común aun sin definición formal se
manifiesta en el mundo de los hombres mediante la organización
preestablecida por arquetipos universales perceptibles; y tres, como
el substrato originario común de lo inexistente es infinito respecto
a la escala de la dimensión existente, las posibilidades de nuevas
formas aun por descubrir y manifestar en nuestra realidad finita son
asimismo infinitas.
La máxima objeto de
análisis contrasta de frente con una sociedad contemporánea donde
lo percibido como existente viene determinado por los medios de
difusión de estados de pensamiento colectivo, como son los mass
media en sus diversos formatos y canales de comunicación, que
prefiguran y condicionan la estructura de la realidad y, por
extensión, la estructura mental del ser humano corriente. Un
contexto que parte de la premisa de que solo lo que existe puede
representar lo existente y por existir, en una clara apología al
empobrecimiento del potencial humano, así como a su interesado
control. Una mirada de la vida sociabilizada desde el interior de la
cueva platónica, donde las personas solo consumen aquellos paquetes
de sombras de ideas y conceptos que se les indica consumir para su
espíritu existencial acomodado.
Paradógicamente, la
creatividad como motor de la evolución humana, se fundamenta en el
precepto de transgredir la realidad conocida para manifestar en el
mundo de las formas algo inexistente hasta la fecha. Un destello de
posibilidad para que el substrato originario común aun sin
definición formal pueda representarse en nuestra existencia, pero
aun así discriminado positiva o negativamente por el sistema de
organización social productivo de una economía competitiva de libre
mercado. O dicho en otras palabras, es el Mercado (dirigido por un
grupo limitado de hombres, no hay que olvidarlo) quién valida qué
es de lo que no existe lo que puede representar lo que existe. Un
determinismo que condiciona hasta los pilares básicos de nuestro
sistema educativo en las nuevas generaciones, comprimiendo por
ejemplo la filosofía a un simple y tutelado proceso lógico-reflexivo
y de pensamiento crítico tan solo destinado al desarrollo
técnico-científico, pues éste es el eje vertebrador de la
innovación como valor diferencial de competitividad en un contexto
consumista. Siendo el consumismo el medio de dispensación
generalista, por parte del Mercado, de paquetes de pensamiento de
consumo prediseñados para percibir y aceptar exclusivamente la
realidad existente, haciendo de las personas como consumidores al
igual que le sucede al agua embotellada que cree tener forma limitada
dentro de la geometría bien definida de su botella.
Pero limitaciones
manipuladas a parte sobre la capacidad de generar lo existente desde
lo no-existente, propio de la naturaleza de la especie humana en sus
juegos de poder a lo largo de la Historia, el hombre no puede
sustraerse de los arquetipos universales que configuran el substrato
originario común aun sin definición formal, los cuales van más
allá de la lógica creativa de procesos productivos, productos o
servicios innovadores en materia de desarrollo material. Ya que estos
arquetipos universales se extrapolan asimismo y principalmente sobre
el amplio espectro del mundo de las ideas, los conceptos y los
valores aculturales (y por tanto, atemporales) que constituyen parte
del adn humano del hombre como especie racional.
En este sentido, el
hombres es hombre en cuanto humano por su relación trascendental con
el mundo apriorístico de las ideas, los conceptos y los valores
universales. Una condición humana, por determinismo natural, que el
Mercado en su esforzado empeño puede llegar a distorsionar para
beneficio propio, pero nunca eliminar. Otra cosa es que en su deriva
tecnológica el Mercado, como sistema en continua reorganización
social, consiga en un horizonte no muy lejano robotizar al hombre en
una decidida y normalizada política intrusiva de “eficiencia
biológica” (manipulación genética), en tal caso quizás ya no
podremos referirnos al hombre en calidad de humano. Puesto que no
puede haber humanidad sin nuestra relación trascendental con los
arquetipos universales apriorísticos que nos convierten en humanos.
El nuevo hombre (post)tecnológico continuará avanzando
materialmente desde la innovación, sí, pero desde los parámetros
referenciales de lo existente como nueva especie no trascendental. Lo
que comportará que los valores que rigen al conjunto de las
sociedades ya no serán emanados por arquetipos universales
apriorísticos (fuente del humanismo), sino de valores a medida
creados por y para el hombre de su tiempo -desde la gestión del
poder, seguramente económico-, en los que primará presumiblemente
los valores de la productividad y la eficiencia de recursos, así
como el control de masas en sus diversos niveles de estratos
sociales, con una férrea afección directa hacia los sistemas
educativos, sanitarios, culturales, políticos y económicos en un
entorno globalizado.
Con la esperanza personal
que el hombre no pierda su humanidad, y que en un posible escenario
de transmutación de su propia naturaleza -por parte de un Mercado
fogatizador- el ser humano como sociedad encuentre la fuerza
necesaria de resistencia en los arquetipos universales apriorísticos
que rigen los principios rectores del Humanismo (Justicia,
Solidaridad, Equidad, Respeto, Dignidad, etc), como filósofo efímero
continuaré empecinado en sumergirme en lo existente desde lo
no-existente en un enérgico clamor reivindicativo de la dimensión
trascendental de nuestra especie humana, profundamente humana.
Cogito, ergo sum!
Nota: Este y otros artículos de reflexión se pueden encontrar recopilados en el glosario de términos del Vademécum del ser humano