No podemos sustraernos de
la realidad más inmediata que nos rodea, y aún menos como catalán
que soy profundamente preocupado por la situación histórica vivida
ayer día 1 de octubre en Catalunya, cuya prensa internacional
recoge en las portadas de los principales rotativos (para vergüenza
de nuestra imagen exterior como país), por lo que me siento
impulsado a hacer la siguiente reflexión pedagógica (especialmente para quienes
hablan de Democracia sin saber qué es) sobre la vulneración de los
principios fundamentales del Estado de Derecho por parte del Gobierno
de Catalunya:
1.-Vulneración del
primer principio fundamental del Estado de Derecho de todo país
democrático: el Principio de Legalidad. Puesto que no solo el
supuesto referéndum no contaba con junta electoral ni censo electoral
(pudiendo una misma persona votar varias veces en diferentes colegios
electorales, a imagen y semejanza de un país bananero), entre otros
muchos agravios, sino que a día de hoy todavía yo, como ciudadano
de pleno derecho, aún estoy esperando la convocatoria personal vía
carta electoral a la supuesta realización del referéndum.
2.-Vulneración del
segundo principio fundamental del Estado de Derecho de todo país
democrático: el Principio de Limitación. Puesto que la
Limitación garantiza la inexistencia de poderes absolutos o totales,
y está circunscrita a la reglas marcadas dentro de la ley para la
seguridad de los derechos de todos los ciudadanos. Y ayer, así como en
los días anteriores, el Gobierno de la Generalitat de Catalunya
ejerció su acción política como un poder absoluto al cambiar
continuamente las reglas de participación válida del referéndum:
Papeletas impresas desde casa, votar sin sobres, poder votar allí
donde se quisiera (incluso en medio de la calle), urnas opacas, etc.
3.-Vulneración del
tercer principio fundamental del Estado de Derecho de todo país
democrático: el Principio de Motivación. Puesto
que el Estado de Derecho prohíbe absolutamente la arbitrariedad
legal, debiéndola motivar basándose en normas preestablecidas para
asegurar la legalidad y la legitimidad de la acción legislativa. Y
el referéndum catalán se ha basado en una ley propia que rompe su
vinculación legal con las normas preestablecidas (Constitución
Española) e incumple la legalidad internacional en dicha materia
(Véase: La Ética de la legitimidad democrática del Gobierno catalán no es correcta ni aplicable).
4.-Vulneración
del cuarto principio fundamental del Estado de Derecho de todo país
democrático: el Principio de Responsabilidad. Puesto
que éste marca explícitamente la no violación de la Constitución
ni la afección negativa de los derechos de lo ciudadanos. Y a mi
personalmente, al igual que a tres millones y medio más de
ciudadanos catalanes con derecho a voto (frente a los poco más de 2
millones que han votado en el referéndum) se nos ha vulnerado el
derecho a unas elecciones con plenas garantías democráticas.
5.-Vulneración
del quinto principio fundamental del Estado de Derecho de todo país
democrático: el Principio de Seguridad Jurídica. Puesto
que éste es la razón de ser misma de un Estado de Derecho, por el
que el conjunto de ciudadanos nos sabemos protegidos en nuestros
derechos, siendo el hilo conductor del resto de principios
democráticos como derecho fundamental de las personas. Y este no es
el caso ante un referéndum ilegal, donde el Gobierno realiza un
recuento de votos sin ninguna garantía jurídica y a cuyos
resultados (90% del sí a la independencia en una participación del
34% del electorado catalán, y con el “100´88” escrutado según
datos oficiales de la Generalitat) le otorga la validez política
para iniciar el proceso de Declaración Unipersonal de Independencia
con respecto al resto de España. Sin mencionar que las leyes
aprobadas en el Parlament de Catalunya el pasado 6 y 7 de septiembre de desconexión que amparan
el referéndum se saltaron los preceptos jurídicos mínimos de una
cámara legislativa democrática.
Y 6.-Vulneración
del sexto principio fundamental del Estado de Derecho de todo país
democrático: el Principio de División de Poderes.
Puesto que éste nace como acción contraria a toda posible tentación
de monopolio o concentración de poderes por parte del poder político
(a diferencia de las dictaduras), entendiendo que cualquier forma de
concentración del poder es la negación del Estado de Derecho, el
cual significa asimismo poder fraccionado, controlado, responsable y
esencialmente limitado. Un principio que se rompió en el día de ayer
al desobedecer la policía autonómica catalana los requerimientos
judiciales (concretamente del Tribunal Superior de Justicia de
Catalunya) y ejercer de policía política del Gobierno de la
Generalitat de Catalunya, aún a expensas de enfrentarse al resto de
fuerzas de seguridad del Estado.
Por
todo ello, no solo el Gobierno de la Generalitat de Catalunya (PDCAT
y ERC), al amparo de sus socios parlamentarios antisistema (CUP),
llevó de manera irresponsable al pueblo catalán fuera del marco de
un Estado de Derecho democrático, sino que realizó de facto un
golpe de estado.
La
vulneración de dichos principios rectores es contraria a todo Estado
de Derecho Democrático, incluso si dicha decisión de vulneración
tiene origen en la decisión del pueblo (o parte de él -aunque
griten y se movilicen mucho-, como es el caso que nos ocupa en
Catalunya). Por lo que no todas las decisiones del pueblo son
necesariamente legítimas, ni ajustadas al Derecho, puesto que el
pueblo está sometido a la Constitución y al Derecho Internacional
que define qué es la Democracia y qué no lo es. Y la propia
Democracia, mediante las constituciones democráticas como la
nuestra, ya establece los procesos legítimos para modificar su
propio sistema de ordenamiento jurídico como Estado de Derecho
respetando siempre los derechos y valores fundamentales de las
personas.
Balance de la acción
policial: Derecho versus Desobediencia
Por
otra parte, ante la actuación de los cuerpos y fuerzas de seguridad
del Estado en el día de ayer en Catalunya con el objetivo de impedir
la celebración de un referéndum ilegal por requerimiento del poder
judicial catalán dentro de un Estado de Derecho, cabe apuntar que el
Derecho mismo y los sistemas legales democráticos se sustentan en la
imposición de una sanción más que en la utilización de la propia
violencia. No obstante, en última instancia los Estados de Derecho
democráticos recurren a ejercer la fuerza, como en el caso del día
de ayer, cuando un ciudadano se niega al cumplimiento del Derecho,
siendo la persona la que conscientemente determina con su propia
conducta las consecuencias, conforme al ordenamiento jurídico.
(Véase hemeroteca de disturbios y acciones policiales recientes en la Europa democrática de 2017: Alemania-Cumbre del G20 en Hamburgo-julio 2017,
Francia-Huelga General en París-septiembre 2017, Italia-Reunión del G7 en Turín-septiembre 2017, Bélgica-Disturbios tras los atentados de Bruselas-abril 2017, Holanda-Protestas a favor del Gobierno turco en Rotterdam,-marzo 2017, etc.)
No
obstante, cabe remarcar que tristes son las imágenes del uso de la
fuerza vistas en el día de ayer, las cuales han dado la vuelta al
mundo de manera viral (focalizando solamente la acción coercitiva
del Estado mediante nuestros cuerpos y fuerzas de seguridad, y no
tanto en el fraude electoral), las cuales se hubiesen evitado si las
personas que voluntariamente (por irresponsabilidad o inconsciencia)
participaron del golpe de estado encubierto en un falso civismo no
hubieran retado al Estado de Derecho, así como también se habrían
evitado si la policía autonómica catalana no hubiese hecho dejadez
de sus obligaciones al incumplir (por mandato político) el cierre de
los colegios electorales ilegales antes de las 6 de la mañana del
domingo día 1 (orden que tenían desde el viernes anterior) para
provocar de esta manera la foto buscada del despliegue del resto de
los cuerpos de seguridad del Estado en Catalunya, en cumplimiento del
requerimiento judicial para defensa de los derechos democráticos del
resto de ciudadanos entre los que me cuento. La violencia siempre es deplorable, así es,
pero no menos deplorable es la acción victimista a posteriori de
quienes sufren las consecuencias coercitivas de una acción
consciente ilegal, ya que el derecho social de libertad democrática
nada tiene que ver con un derecho de libertinaje social fuera del
marco democrático.
No
puedo concluir sin dejar constancia que la irresponsable acción del
Gobierno de la Generalitat de Catalunya al vulnerar el Estado de
Derecho en su intención golpista, con independencia de que no va a
llegar a buen puerto para frustración de los secesionistas por falta
de reconocimiento internacional (la UE ya se ha pronunciado hoy mismo en que el referéndum no tiene ninguna validez legal), ya ha creado
una situación de grave fractura social entre los catalanes. Los que
vivimos en Catalunya bien lo sabemos, a tan solo un día después del
referéndum ilegal. Por lo que solo espero que nuestros políticos
sean capaces de estar a la altura de las circunstancias para
restablecer la convivencia social. Pues una cosa es la Democracia
legal, que se reinstaurará previsiblemente en breve (con o sin
aplicación del art.155, pero sobretodo con diálogo, con mucho diálogo, por favor), y otra muy diferente es la Democracia real
en la convivencia diaria personal y profesional entre personas de un
pueblo fracturado. En otras palabras, definirte como español ya se
cobra amistades y te puede costar el puesto de trabajo, aunque lo
cierto es que esto hace tiempo que ya está sucediendo de manera más
o menos explícita en ciertos ámbitos laborales -principalmente públicos- de corte
nacionalista catalán.
Acabo
con una referencia de Ortega y Gasset de plena vigencia: “El hombre
masa es el hombre previamente vaciado de su propia historia, sin
entrañas del pasado, y por ello dócil a las disciplinas llamadas
internacionales. Más que un hombre, es un caparazón de hombre”.
Más educación histórica y política, por favor. Aquellos que
denominan al referéndum independentista como un acto de democracia,
no saben lo que es la Democracia. Más hombres ilustrados y menos
hombre masa. Pues el hombre masa, dócil por su analfabeto
democrático, tiende a correr hacia el precipicio de su propia
autodestrucción arrastrando toda sociedad a su paso. Ilustremos a
nuestros jóvenes para que no sean analfabetos democráticos, por el
bien del futuro generacional del conjunto de la sociedad española y
catalana.
...Y
mientras tanto, que la Justicia prosiga en sus diligencias por
depurar responsabilidades de tanto irresponsabe social.
Jesús
A. Mármol
Español-Catalán,
a día 2-O de 2017
Nota: Este y otros artículos de reflexión se pueden encontrar recopilados en el glosario de términos del Vademécum del ser humano