El presente artículo no
es tanto el desarrollo filosófico de un tema concreto, siguiendo mi
línea habitual, como la reflexión conceptual de aquellos términos
que llevan definiendo la última década de crisis social y económica
del país. Una agrupación de términos -de los que seguro me olvido
algunos-, ordenados alfabéticamente, a los que les he buscado una
definición humanista, así como su antónimo en términos sociales,
bajo mi prisma personal, como no puede ser de otra manera, pues no
hay pensador que pueda substraerse de su yo pensante. La (brevísima)
Antología de antónimos de la Crisis finaliza con una nota de autor
a modo de prescripción terapeuta-filosófica.
Ahorrar: Gestionar la bombona de
oxígeno.
Antónimo: Gastar en aires exentos de
supervivencialidad.
Ajuste: Ceñir el cinturón.
Antónimo: Despilfarrar en tallas.
Angustia: El corazón en un
puño.
Antónimo: #libertadcorazón
Austeridad: Aguantarse las
ganas.
Antónimo: Consumir con ganas.
Cambio: Traslación obligada de
un estadio o ubicación.
Antónimo: Movimiento voluntario.
Carencia: La huella del vacío.
Antónimo: Relleno de la huella.
Catástrofe: La pérdida de
identidad.
Antónimo: Autorealización en el
espacio del confort.
Cierre: El punto y aparte de una
etapa.
Antónimo: Punto y seguido de una
etapa.
Colapso: La centripitación de
un microuniverso.
Antónimo: Centrifugación de un
microuniverso.
Crisis: La falta de
oportunidades.
Antónimo: Oportunidad en el cambio.
Déficit: La supremacía de las
facturas sobre los ingresos.
Antónimo: Superávit del esfuerzo
personal.
Deflación: La obesidad de la
oferta en un mercado de anoréxicos forzosos.
Antónimo: Salubridad de la dieta
consumista.
Depresión: Ausencia de
autoestima.
Antónimo: Ánimo en la confianza de
alcanzar metas personales.
Desesperación: El agujero negro
donde el alma no encuentra eco.
Antónimo: Crisálida donde la
esperanza genera la metamorfosis de los sueños.
Desigualdad: La trastienda tras
el escaparate de las estadística de las rentas.
Antónimo: Equidad de oportunidades.
Devaluación: Proceso de pérdida
de activos personales de un trabajador sin trabajo.
Antónimo: Reconocimiento del valor
social de un trabajador.
Deuda: La vergüenza escondida
del pobre.
Antónimo: Satisfacción de una cartera
solvente.
Eliminación: Castigo de los
nuevos sin nombre.
Antónimo: Reconocimiento de la
existencia social del individuos.
Fracaso: Estigmatización social.
Antónimo: Aprendizaje de la
experiencia de un error, oportunidad mediante.
Fractura: División dolorosa de
una unidad.
Antónimo: Fortaleza de la unión.
Incertidumbre: El mercado
laboral.
Antónimo: Solidez del Estado de
Bienestar Social.
Inestabilidad: El coste de la
impermanencia.
Antónimo: Haber de los gerentes
públicos diligentes.
Miedo: La pérdida de referentes
conocidos de seguridad.
Antónimo: Templanza en la
incertidumbre.
Parado: Una hormiga sin antenas.
Antónimo: Satisfacción de saberse
útil socialmente.
Paro: El banquillo impuesto del
trabajador.
Antónimo: Creación de identidad y
autorealización social de la persona.
Pobreza: La cara oculta de la
productividad.
Antónimo: Dignificación del ser
humano.
Recesión: Desandar lo andado.
Antónimo: Proseguir el camino.
Recortes: Tijeretazo
a los más débiles.
Antónimo: Protección de los
desequilibrios sociales.
Reducción: Quitar lastres.
Antónimo: Aumentar la potencia.
Reinventarse: Cambio de piel por
caducidad.
Antónimo: Lifting personal por placer.
Restricción: Aplicar el colador
chino.
Antónimo: Capacidad de entrada en su
grado máximo de obertura.
Riesgo: Línea roja trazada por
los intereses del Mercado.
Antónimo: Línea verde trazada por los
intereses del Mercado.
Tristeza: Impotencia que incuba
una posible rabia potencial.
Antónimo: Alegría de la capacidad
personal.
Vergüenza: La barrera de
reinserción social de los pobres.
Antónimo: Confianza de sentirse
capacitado sin barreras limitantes.
Tras estos 24 términos
que configuran la presente Antología de antónimos de la Crisis, me
veo obligado moralmente a finalizar con una breve nota
terapeuta-filosófica, con el objetivo de hacer un poco de higiene
mental de tanta terminología negativa, principalmente para todos
aquellos conciudadanos que están sufriendo en la intimidad de sus
hogares las consecuencias de una cruda crisis que dura ya una década
interminable. Para todos ellos, tres reflexiones filosóficas:
1.-Nada nunca es siempre
igual. Todo está en continuo cambio y transformación. Es el
Principio de Impermanencia de la Vida. Por lo que hoy es de una
manera, mañana puede cambiar. Ya lo decía Heráclito.
2.-En momentos de
dificultades, nada mejor que aplicar la Cláusula de Reserva de los
Estoicos. La cual nos dice que como todo está sometido al Principio
de Impermanencia, debemos aceptar que hay aspectos de la vida que se
escapan a nuestro control y voluntad, lo cual nos libera de cargas de
culpabilidad que atacan nuestra autoestima. La aceptación no es
sumisión, sino desapego de aquello que ya no tenemos, y solo desde
la aceptación de donde nos encontramos podemos proseguir el camino
bajo la máxima de “A Dios/Suerte rogando, y con el mazo dando”.
Ya lo decía Epicteto.
y, 3.-No hay mejor manera
de llevar el Principio de Impermanencia y la Cláusula de Reserva a
nivel personal, en cualquier travesía de desierto de la vida, que
obligándonos a trabajar la Sonrisa a cada nuevo día. Pues la
Sonrisa, como poderoso instrumento de higiene mental y emocional,
retroalimenta la Autoestima, el Pensamiento Positivo, la Motivación,
y la Actitud. Y éstas son habilidades personales básicas para
superar cualquier revés en la vida. Ya lo decía el Filósofo
Efímero, como tantos otros pensadores antes, que solo Viven aquellos
que luchan por las ganas de Vivir.
Nihil novum sub sole.
Nota: Este y otros artículos de reflexión se pueden encontrar recopilados en el glosario de términos del Vademécum del ser humano