No hay mejor manera de
ocupar el tiempo que coger una agenda de semana vista y comenzar a
llenarla de ocupaciones. No importa lo trascendentes o productivas
que sean las tareas, lo importante es rellenar los espacios diarios
en blanco para estar ocupados. Tampoco es relevante el hecho de tener
ocupaciones previamente pensadas, ya que nuestro pavor a no tener
nada que hacer genera el milagro de rellenar la agenda de pequeños
actos que nos llevarán a disfrutar de una enajenada semana del todo
entretenida. La razón no debemos buscarla en la locura humana, sino
en el profundo sentido mismo de la vida que no es otro que el de
conquistar el espacio vacío.
De hecho la Vida, que se
viste de materia, solo representa menos de un insignificante 0,1% del
Universo. En otras palabras, el Universo está vacío en un 99,9%,
según cree la comunidad científica. Tanto es así que si pudiéramos
extraer el vacío existente en la materia de nuestros cuerpos, la
totalidad de la humanidad tendría el tamaño material de un terrón
de azúcar. Para hacernos una idea, si fuéramos capaces de ampliar
un átomo a escala humana para colocarlo en un campo de fútbol de
primera división, el núcleo del átomo se hallaría en el centro
del estadio y tendría el tamaño de un guisante, y sus primeros
electrones estarían ubicados en las últimas gradas con un tamaño
semejante al de una cabeza de alfiler. Y entre medio, el vacío.
Sí, el sentido de la
Vida es llenar el vacío, que es diferente al sentido que nosotros
como seres cognitivos buscamos darle a nuestras vidas personales. Por
lo que con independencia de si las tareas que llenan nuestra agenda
dan sentido a nuestra vida individual, cubriendo o no las necesidades
de autorealización existencial, ya están cumpliendo el sentido de
la Vida misma: conquistar el vacío. ¡Cuánto nos horroriza no tener
nada que hacer!. De ahí la necesidad de la naturaleza humana de
estar ocupados continuamente, pues es la naturaleza de la materia
misma. Aunque otra cosa bien diferente es la patología de vivir con
una mente proyectada las 24 horas del día en el futuro inminente de
nuestra realidad más inmediata, propio de una sociedad poco
saludable (aunque este es tema para otra reflexión). Así como es
interesante observar que el acto compulsivo e irrefrenable de “hacer”
genera, por un lado, un flujo de creación, reinvención e
innovación en continuo cambio y transformación; y por otra parte
tiene un efecto de expansión de la Vida respecto al espacio vacío.
Aunque esta parece ser una batalla perdida, pues aunque la Vida se
esfuerce en ser creativa con el propósito de expandirse con un claro
espíritu de conquista, el vacío del Universo continua agrandándose
con la expansión continua del Universo mismo.
Así pues, la
transcendencia del ser humano no radica en llenar el vacío, sino de
tener un objetivo definido para llenar ese vacío, que es lo que
define nuestro propósito de Vida. ¡Cuántas veces rellenamos la
agenda de ocupaciones a una semana o mes vista sin un objetivo
concreto, o sin que dicho objetivo nos aporte ningún saldo positivo
al balance de nuestras vidas, más que el de tener entretenida
nuestra existencia a merced del paso del tiempo que no perdona!.
Pero lo relevante de la
situación es que, si nos paramos un momento a observar y reflexionar
sobre la naturaleza del acto de llenar el vacío, nos percataremos
que cada vez que llenamos dicho vacío en nuestras vidas estamos
creando una realidad nueva, y que la calidad de dicha nueva realidad
viene determinada por el enfoque y la intencionalidad de nuestra
conciencia. No en balde los físicos afirman que la energía del
Universo sigue a nuestra conciencia, y no al revés (máxima
respaldada, a su vez, por neurólogos y genetistas); pues nosotros,
al ser una manifestación de la Vida cocreamos la realidad
existente. Otro tema es que, a nivel individual, cedamos la potestad
de crear nuestras realidades cotidianas a terceras personas externas
a nosotros mismos, dejándoles que determinen la configuración de
nuestra propia realidad.
Sin ánimo de alargar más
esta pequeña reflexión, solo cabe decir con voz alta y clara que
sí, que continuemos llenando de ocupaciones las agendas personales,
pues es nuestra naturaleza llenar el vacío, pero que seamos
inteligentes (pues la Vida es inteligente) y hagámoslo con la
intencionalidad consciente de un propósito vital beneficioso para
nosotros mismos y los que nos rodean.
Artículos relacionados:
-Solo desde el vacío generamos nuevos mundos
-La vida no tiene sentido si no se la das tú
-La historia de nuestra vida viene determinada por la velocidad
..Y para quienes deseen seguir recreándose en la lectura reflexiva, les aconsejo el apartado de la letra "V" del glosario del Vademécum del ser humano
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