Los
estereotipos a menudo tienen popularmente una concepción negativa
(pudiendo desembocar en prejuicios), considerándose como creencias
que limitan (siempre a los ojos de terceros), pero al fin y al cabo
no son más que la imagen que transmite una persona en un contexto
de referencia social determinado. Otra cosa es un prototipo, que se
refiere a un diseño de algo en pruebas, y que muchas personas
confunden con estereotipo, ¡tantas veces mal utilizado en televisión
sobre todo en programas que explotan mediáticamente las relaciones
sentimentales de parejas!.
Un
estereotipo es, por tanto, un concepto colectivo que se concibe
dentro de un contexto social común, definiendo los rasgos de
conducta que comparten ciertas personas en relación a una
determinada categoría social. Así pues, los estereotipos son la
manifestación externa por reafirmar una identidad personal en un
contexto social singular, lo que no quiere decir que representen la
verdadera identidad de la persona a título individual, sino que es
una actitud adoptada para formar parte de un espacio de seguridad
frente a la diversidad del resto del mundo. En este sentido, los
medios de comunicación y las campañas de marketing juegan un papel
relevante a la hora de promover unos estereotipos concebidos como
socialmente adecuados, poniendo su énfasis en los modelos
estereotipados de éxito social. Solo hay que observar cuál es el
patrón de estereotipo de un cuerpo físico aceptable con el que
estamos bombardeados las 24horas del día en anuncios publicitarios,
programas de entretenimiento o series televisivas.
Es
evidente que existe una relación directa entre estereotipo y la
necesidad de ser aceptado en un contexto social determinado, relación
de conducta imprescindible en una sociedad feudal, gremial o
neoindustrial. Pero en plena cuarta revolución industrial, donde la
evolución de la humanidad se basa en la gestión del conocimiento a
través del desarrollo tanto de las Inteligencias Múltiples de una
persona, como de la Inteligencia Colectiva global como resultado de
la suma de talentos individuales, los estereotipos mal entendidos
pueden representar una limitación social. Pues en materia de
conocimiento, la diferencia enriquece y permite innovar.
Cuando
una persona reafirma su identidad en bienes tangibles e intangibles
que pertenecen al mundo exterior, se encuentra enmarcado dentro de un
estereotipo social, lo cual presenta un estado efímero en sí mismo
al encontrarse la sociedad en continuo cambio y transformación. Así
pues, si frente al movimiento impermanente de la sociedad la persona
pierde esos bienes externos en los que reafirma su identidad, dicha
persona se verá abocada a un cambio de estereotipo social. Y al
estar vinculada la identidad (propia del mundo interior de la
persona) con el estereotipo (propio del mundo exterior de la
persona), dicha persona se verá inmersa en un proceso de
transformación íntimo y alquímico equiparable al proceso de mudar
la piel.
El
enfoque positivo de la situación es que, al igual que ciertos
reptiles, la muda de piel (proceso de cambio de un estereotipo social
por otro), nos permite crecer y sanar emocionalmente. Y, además,
percatarnos que la identidad individual no reside en nuestra
identificación patológica con el mundo exterior, pues solo hemos
mudado la piel social, sino en la reconexión y reafirmación con la
esencia de nuestro Yo verdadero que nos permite saber quiénes somos
más allá de los estereotipos sociales, pues la verdadera identidad
personal es un valor inmutable en nuestra propia naturaleza
individual. (En este punto, recomiendo la lectura del artículo “La
Fórmula de la Autoridad Interior” de la serie de nomenclaturas
“Las Fórmulas de la Vida” en materia de Desarrollo Competencial
)
A
todas luces, si alguna novedad ha traído la sociedad de Mercado a la
Historia del hombre, a diferencia del resto de épocas de la
humanidad, es la confirmación de la capacidad que tenemos las
personas en mudar la piel para seguir creciendo en una continua
reinvención social de nosotros mismos. En otras palabras: el ser
humano, en su necesidad de adaptación al medio social cambiante, es
capaz de cambiar la piel estereotipada. Aunque esto no nos debe
sorprender, ya que a nivel físico ya modificamos todas las células
de nuestra piel más superficial (tegumento) cada 20-30 días, o sea
que el cambio lo llevamos incluido de serie ya en el genoma como especie.