El estrés, ese estado de
cansancio mental provocado por la exigencia de un rendimiento muy superior al
normal, que puede provocar diversos trastornos físicos y mentales,
lamentablemente es más común de lo deseable en una sociedad altamente competitiva
y donde los recursos se encuentran mal redistribuidos. El problema se haya,
como todos sabemos, cuando el estrés hace estragos en la salud de una persona, al
sentirse ésta sobrepasada y sin control por la tensión vital que experimenta en
sus propias carnes.
Sin entrar en cuáles son los perjuicios
del estrés y los beneficios de su gestión, por todos conocidos aunque sea
intuitivamente, el motivo de este breve artículo es mostrar, de manera
sintetizada y práctica, los factores clave de toda gestión del estrés que puede
aplicarse tanto a nivel personal como de estructura orgánica. Veamos:
GE=(I.T.)AI/P
La Gestión del Estrés (GE) es
igual al producto de la Impermanencia (I) por la Templanza (T) elevado a la
Autoridad Interna (AI), dividido por el valor del Pragmatismo (P).
1.-Impermanencia (I)
En primer lugar tenemos que tener
claro que sufrimos de estrés cuando deseamos controlar algo que se nos escapa
de las manos, ya sea por recuperar un pasado ya inexistente (que puede llevarnos
a la depresión), ya sea por alcanzar un futuro inexistente (provocándonos una
angustia grave que puede colapsar en brotes de ansiedad). Y que ese control de
las cosas o situaciones es, per sé,
contrario a la propia ley natural, ya que no existe nada en la vida que sea
siempre igual de manera permanente, pues todo está en continuo cambio y
transformación tanto en la naturaleza natural como artificial que conocemos (lo
contrario no es de este mundo). Un principio de alterabilidad continúa de todo aquello
que nos rodea al que denominamos impermanencia, por lo que –de igual manera que
no podemos separar la noche del día-, no es nada inteligente el no aceptar la
impermanencia de la vida.
Armonizarnos con el flujo en
continuo cambio y transformación de la vida, que nos produce paz interior,
comporta una actitud de Aceptación con lo que hay y es en cada momento, desapegándonos
de pasados inexistentes, y permitiéndonos Fluir con los Cambios hacia el futuro
que nos encaminemos (conscientes que fluir no es igual que caminar sin rumbo ni
dirección, sino adaptarse a las diferentes situaciones que nos depare el
trayecto del viaje hacia nuestro destino prefijado).
2.-Templanza (T)
No obstante no es posible la
actitud de Fluir con los Cambios sin un estado de Templanza, que nos permite
ver los diferentes Ritmos de las situaciones de la vida, para saber de manera
inteligente cuando debemos parar, proseguir o modificar el rumbo de nuestro
viaje personal. Pues de igual manera que la vida está en continuo cambio y
transformación en su impermanencia, esta a su vez tiene un Ritmo de flujo y
reflujo (un principio de movimiento alternante existente en todas las cosas y
situaciones de la vida). Un Ritmo de tipo pendular que podemos observar tanto
en el oleaje del mar, como en los ciclos de la economía, como en las relaciones
de pareja, en los movimientos planetarios o en nuestra propia evolución
personal. Por lo que la actitud de Templanza nos permite tomar las decisiones
más correctas dependiendo de las circunstancias de nuestro entorno –como un
caballero templario o un samurái que mantiene la Templanza en medio de una
batalla antes de iniciar un movimiento-, sabiendo que toda acción tiene una
reacción y por ende una consecuencia directa en nuestra vida más inmediata
(Principio de Causalidad).
Por otro lado, no hay Templanza
sin una actitud de Presencia, que significa estar alerta en el aquí y el ahora
(lo contrario a permanecer anclados en el pasado o estar proyectados hacia el
futuro), pues el Ritmo pendular de la vida sucede en un único tiempo: el
presente. Si no estamos en Presencia con nosotros mismos y nuestro entorno,
¿cómo vamos a Fluir con los Cambios de manera inteligente ante un movimiento de
la vida impermanente y rítmico?
3.-Autoridad Interna (AI)
Asimismo, no hay gestión de la
Impermanencia ni de la Templanza sin Autoridad Interna, que no es otra actitud
activa que la de no ceder nuestro poder personal a terceros. La Autoridad
Interna implica mostrarnos tal y como somos con nosotros mismos y ante el
mundo, con el objetivo de seguir nuestro propio camino, no el de otros. ¡Es tan
fácil perderse por caminos ajenos por cuestiones de responsabilidad mal
entendida o del qué dirá el entorno social!, cuando lo cierto es que nadie
puede vivir la vida por otro. Por otra parte, uno de los factores claves del por
qué se fracasa es, justamente, perseguir éxitos ajenos.
La Autoridad Interna nos
posibilita el definir, iniciar y perseguir nuestro viaje personal prefijado,
sabedores que –conforme al principio de impermanencia-, nuestros gustos y
prioridades en la vida van cambiando a lo largo de nuestra existencia, por lo
que aquello que ayer considerábamos importante hoy ya no lo es, y viceversa.
Una impermanencia en nuestra evolución personal que redefine a lo largo de
nuestra historia vital el destino a alcanzar.
Por otra parte, también hay que
apuntar que una característica principal de la Autoridad Interna es un estado
emocional saludable, es decir, disponer de una autoestima reforzada. Por lo que
no hay Autoridad Interna sin una buena autogestión emocional (materia para otro
artículo). En este punto, nos remitiremos a la fórmula de la Autoridad Interna de la serie de artículos de "Las Fórmulas de la Vida".
4.-Pragmatismo (P)
Y por último, para gestionar
adecuadamente el estrés, debemos tener una actitud basada en el Pragmatismo,
que no es más que la elección activa inteligente en cada uno de los pasos de
nuestro viaje personal. Una actitud que se basa en el principio de Polaridad de
todo aquello que existe en la naturaleza conocida: acción-inacción,
derecha-izquierda, positivo-negativo, bueno-malo, miedo-valentía, éxito-fracaso,
alegría-tristeza, causa-efecto, etc. Solo siendo Pragmáticos ante el continuo
cruce de caminos que nos reta el principio de Polaridad a la hora de tomar cualquier
decisión en nuestra vida (ya sea personal, social o profesional), podremos
reforzar nuestra Autroridad Interna -capaz de controlar el estrés- desde el
estado de Presencia que nos otorga la Templanza y el estado de Aceptación que
nos viene dado de la gestión inteligente de la Impermanencia.
Esperando que esta fórmula
sintetizada sirva para dar paz mental, estabilidad emocional y salud física a
quienes padecen los estragos de una inadecuada gestión de las circunstancias personales
de su vida, solo cabe acabar subrayando que toda Gestión del Estrés requiere de
una actitud activa por parte de la persona, conscientes que no hay cambio e
integración de un nuevo hábito saludable sin práctica, ni práctica sin
disciplina. Solo el movimiento –en este caso consciente e inteligente-, genera
movimiento, cambio y transformación a una mejor, renovada y nueva versión de
nosotros mismos. Fiat lux!