Si hoy naciera el mito de Sant
Jordi, este no sería un caballero, sino un movimiento ciudadano que tendría
como misión defenderse frente al dragón que se engorda expoliando al pueblo
llano. Siendo el dragón la representación alegórica de nuestra clase política
que en vez de salvaguardar el estado de bienestar social, se nutre, engorda y
aprovecha de él para supervivencia de sus privilegios, al amparo de un patrón
extranjero al que llaman Mercado.
Y al igual que el dragón, para
mantenimiento de su estatus quo, y de sus anchas y deformes ya cinturas
engrasadas, no solo requiere del expolio de la ciudadanía, sino incluso que en
su hambre de poder y riqueza se nos comen crudos, tal cual pinchos morunos a su
plena disposición, deleitándose en lamer el hueso ya desnudo propio de la
miseria de quien no tiene ya nada para vivir.
Cuando el dragón ya no encuentra
casa que arrasar, ni salario de supervivencia que pueda recaudar, no queda otra
que exprimir hasta el último jugo de la hambruna generalizada para satisfacer los
caldos recalentados, que llenan las soperas de porcelana cara de las mesas de aquellos
que juegan a ser diputados (marionetas de un puñado de ricos).
Y el Estado del Bienestar Social,
como última doncella con título de princesa de la soberanía popular, camina
impotente y rendida a sacrificarse frente al dragón, con la promesa vana de
ganar tiempo frente a ésta bestia omnipotente que todo lo engulle bajo la ética
maldita de la alargada sombra del neocapitalismo.
Hasta que el cielo por cansancio escucha
las oraciones del pueblo que clama, y cuando las fuerzas de los héroes anónimos
llegan a sus límites, sobre el horizonte aparece la dibujada silueta de un grupo
de caballeros de la Orden de Sant Jordi que -camuflados bajo las insignias de
un movimiento social-, se enfrentan al dragón con la intención ya no de regenerarlo,
sino de abatirlo, para que de su muerte rebrote la vida.
Por lo que de la sangre del
dragón, ensartado con la lanza de la democracia real de un pueblo soberano,
oprimido y harto indignado, no nacen rosas, sino la fuerza renovada de la Libertad
por implantar un nuevo sistema económico-social que garantice, por derecho
natural, una vida digna para todo ser humano.
Festividad de Sant
Jordi, 23 de abril de 2015