Nuestro cerebro está
siendo desmontado y vuelto a montar todos los días (…) En una semana a partir
de hoy , nuestro cerebro estará compuesto de proteínas totalmente diferentes de
lo que es hoy, nos dicen los biólogos moleculares de nuestro siglo. Y lo mismo pasa con nuestro Universo, que se
desmonta y vuelve a montar todos los días, como sabemos con lo poco que conocemos
de su funcionamiento.
Ahora, además, nuevas
investigaciones nos revelan que las galaxias que forman el Universo conocido
están unidas entre sí por un filamento de gas, creando una imagen macrocósmica
similar a la conexión de neuronas que tenemos en nuestro cerebro. Como si las
galaxias fueran las neuronas de un cerebro superior, y nuestros planetas y
estrellas, asimismo, los elementos protéicos de esas neuronas cósmicas.
Si esto fuera así, ¿dónde
quedan nuestros pensamientos? ¿Y nuestros sueños? Y, por si fuera poco, uno no
puede dejarse de preguntar ¿en qué estadio de la existencia se haya el ser
humano? Lo que parece evidente, es que la respuesta apunta hacia a una escala
muy pequeña. Aunque comparados con la escala de existencia de un microscópico ácaro
(una subclase de arácnido), cuya alguna clase de ellos viven incluso en nuestro
cuero cabelludo, debemos parecerles dioses. Al igual que sucede con una
hormiga, que seguramente puede llegar a presentirnos sin poder concebirnos en
nuestra totalidad por la diferencia de escalas de tamaños. ¿Quién no se ha
parado a ver una hilera de hormigas, incluso de interceder en su recorrido, sin
que puedan saber de nuestra presencia?
Quizás la naturaleza de
nuestra existencia como seres humanos (una más en el vasto universo
desconocido), con todas nuestras luchas de luces y sombras, no esté más que
predeterminada por nuestra aportación en la función protéica de las neuronas
del cerebro cósmico. Cuya escala no podemos más que intuir, al igual que le
pasa a la hormiga con nosotros. Y de cuya finitud no podemos llegar ni a
imaginar en un Universo que parece ser infinito en el espacio cuatridimensional
(anchura, longitud, profundidad y tiempo).
Sea como fuera, lo que queda
subyacente es que todo lo que existe en el Universo tiene una funcionalidad,
como engranajes perfectos de un gran reloj biológico, en que cada pieza tiene
su lugar, posición y función. En este sentido, a escala humana, profundamente
humana, tan sólo cabe entender cuál es la función exacta de nuestra existencia
en la vida a título personal. O, dicho en otras palabras, ¿qué hemos venido a
hacer en este mundo? Parece pues que alcanzar dicha búsqueda nos hará sentir
realizados en nuestra humilde existencia.
Así pues, solo cabe
desear una feliz Bitácora personal, viajeros buscadores.