La naturaleza de la Vida
es como Es, y no de otra manera. Así como si dejo caer de mi mano una copa de
cristal al suelo se rompe ahora, y no ayer o mañana, lo mismo sucede con la
Felicidad que solo tiene un solo tiempo de manifestación: el Presente.
Pero el tiempo
presente es fugaz, como todos sabemos, porque deja de ser presente a cada
milésima de segundo. No obstante, si nos focalizamos en ese presente actual y
en continuo flujo y transformación, nos daremos cuenta que podemos experimentar
ese “continuo presente” que se manifiesta en el entrelazado del ahora, ahora,
ahora, ahora, ahora, ahora… Y así pues, veremos que no sólo podemos
experimentarlo, sino que incluso –aunque sea inicialmente por breves espacios
de tiempo-, podemos instalarnos en ese “presente continuo”, que no es otro que
el espacio natural de tiempo donde viven y disfrutan los niños, así como el
resto de seres vivos del planeta.
Esa actitud de
focalizarnos en ese “presente continuo” es lo que se denomina estar en
Presencia. Así pues, la puerta de acceso a la Felicidad, que tan solo se
manifiesta en el espacio-tiempo del presente, es estar en Presencia.
Para estar en
Presencia se debe permanecer en una actitud despierta de observación de
nosotros mismos con el mundo más inmediato con el que nos interrelacionamos, redirigiendo
nuestra observación a la intensidad del momento presente que experimentamos,
permitiéndonos así anclar –a la vez que fluir- entre medio de ese río de vida
que llamamos “presente continuo”. Esa capacidad de observación, que implica no
solo observar nuestros actos, sino también nuestros pensamientos y
sentimientos, es lo que llamamos Conciencia.
Presencia es
Conciencia, como Conciencia es Presencia. Las dos partes de una misma llave que
abre la puerta de la Felicidad.
Presencia y Conciencia
son dos partes indivisibles de una misma naturaleza. Al igual que no podemos
extraer la cara de la cruz de una moneda, asimismo sucede con la Presencia y la
Conciencia.
Llegados a este punto,
ya podemos definir qué es la Felicidad:
“La Felicidad es un
estado de Conciencia”
Y como estado de
Conciencia, que se manifiesta en la actitud de la Presencia, debe trabajarse
cada día. Por lo que la Felicidad es un verdadero camino hacia nuestra sabiduría
personal, gracias a ese trabajo constante por alcanzar, mantener y persistir en
su estado de conciencia natural a lo largo de nuestra vida.
Pero aún más, como ya
sabemos Presencia y Conciencia solo se manifiestan, al igual que la Felicidad,
en un solo tiempo: el Presente. Un espacio de tiempo que choca de lleno con la
propia naturaleza de la mente, esa máquina cuyo lenguaje son los pensamientos y
que desea controlar sin tregua ni cesión nuestras vidas, ya que solo se
manifiesta alternativamente en dos espacios de tiempo diferentes: pasado y
futuro. Así pues, ¿a qué naturaleza pertenecen la Conciencia y la Presencia? La
respuesta es bien conocida desde la antigüedad: a la naturaleza del Corazón, allí
donde radica nuestro “Yo Verdadero” frente al “Yo de los otros” que controla
nuestra mente. Es por ello que quien debe regir nuestras vidas es el Maestro
del Corazón, pues es el único que puede abrirnos la puerta hacia la felicidad.
El proceso, visto
desde otro ángulo, es muy sencillo: Para ser felices debemos ser nosotr@s mism@s
y ante el mundo tal y como somos de verdad. Pero, para vivir tal y como somos,
primero debemos saber quiénes somos, es decir, debemos reencontrarnos (ya que
seguramente hemos vivido despistados durante muchos años). Y solo hay una
puerta que nos permite reencontrarnos con nosotr@s mism@s: el Corazón, allí
donde habita nuestro Yo Verdadero. Pero para abrir la puerta del Maestro del Corazón
tan sólo existe una llave, la cual está formada por dos partes indivisibles:
Presencia y Conciencia.
Un ejercicio muy
sencillo para reeducarnos en el arte de anclarnos en el aquí y el ahora, en el
presente continuo, y aprender a liberarnos del ritmo siempre frenético y estresante
de la mente cuya naturaleza solo le permite saltar continuamente de pasado a
futuro y viceversa, es focalizar nuestra atención en la respiración. Un
ejercicio sencillo, pero profundamente sanador y transformador, que lo podemos
hacer allí dónde nos encontremos: en la cola de un supermercado, esperando a
que salgan nuestros hijos del colegio, lavando los platos, en el metro, el tren
o el autobús, sentad@ en tu habitación, etc. Un ejercicio tan sencillo como el
hecho de centrarte en tu respiración. Focaliza tu atención en el acto de respirar,
observando cómo el aire fresco entra por la nariz o por la boca y sale
posteriormente ya caliente por la nariz o por la boca, tras haber hinchado y
deshinchado pulmones y abdomen. Céntrate en tu respiración sin necesidad de seguir
ninguna técnica preconcebida. Este sencillo ejercicio te devuelve a tu aquí y
ahora, ya que no se puede pensar y estar centrado en la respiración a la vez.
Tanto es así que, si haciendo el ejercicio te invade algún tipo de pensamiento,
esta es la justa señal que te indica que has perdido la atención en tu
respiración. Inspira y expira. Inspira y expira. La práctica continua del
ejercicio te ayudará a reeducar progresivamente tu capacidad para volver a
conectarte con el Presente y, por tanto, reaprender a disfrutar del momento del
instante y a poder fluir de manera natural con el flujo propio de la vida.
Inspira, expira. Inspira, expira. Presencia es Conciencia, y Conciencia es
volver a conectarte con tu Yo Verdadero que te abre la puerta hacia tu propia
Felicidad. Inspira, expira…
Así pues, ahora
podemos ver con claridad la imposibilidad de ser felices si estamos o bien
anclados en un pasado o proyectados sobre un futuro inexistente, o bien
desconectados de nosotr@s mism@s a través de múltiples distracciones como pueda
ser la televisión, el ordenador, los móviles o incluso la interminable lista de
“responsabilidades” sociales que, como padres, abuel@s, o trabajadores, por
poner algún ejemplo, nos autoimponemos, dejando de ser nosotros mismos, para ser los otros (es decir, alienándonos en los demás). Puesto que todo lo que sea vivir desde
la no Presencia, es vivir desde la no Conciencia, y por tanto nos aleja de la
Felicidad.
Amig@s, si queremos
disfrutar de una vida feliz, sustituyamos al Maestro de la Mente por el Maestro
del Corazón para poder vivir con Presencia a la luz de nuestra Conciencia!
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