Hace un par de días,
una vez más, realizamos un caso práctico de cómo montar una
empresa sin necesidad de capital en ocasión de la última clase del
curso de empresariales para grado ADE/DFC de la Universidad Camilo
José Cela en Madrid. Un ejercicio práctico, a modo de colofón de
la clase “Reinventarse como dinámica de éxito”, donde rompimos
esquemas preestablecidos, ampliamos los horizontes visuales de
nuestras conciencias, y conectamos con la inteligencia y la capacidad
creativa innata que poseemos todas las personas. O, dicho en otras
palabras, realizamos un ejercicio en el que volvimos a creer en el
ser humano como ser creador de nuevas realidades.
Desde los albores de
la humanidad, el ser humano, a diferencia del resto de especies del
planeta, hemos creado realidades inexistentes en el medio natural de
manera continuada, desde un cubo, un telescopio, un coche, un
sombrero, un satélite o un microondas, por poner algunos ejemplos,
hasta configurar el mundo cotidiano en el que vivimos. Pero para
crear algo de la nada, primero lo soñamos y, acto y seguido, si ese
sueño nos ilusiona y motiva lo suficiente para persistir en el
tiempo, lo acabamos materializando en nuestra realidad más inmediata
mediante el uso de nuestra inteligencia. Esta impetuosa necesidad por
crear cosas nuevas, que redefinen continuamente nuestra realidad
como individuos y como especie, nos revelan dos cualidades innatas de
todo ser humano: que somos seres emprendedores y creativos por
naturaleza.
Pero para crear,
como hemos visto, primero hay que soñar. Y soñar significa
imaginarte una nueva realidad que trasciende la lógica conocida. ¿En
qué lógica cabe que un artefacto construido con toneladas de pesado
metal pueda volar o flotar, como es el caso de los actuales aviones y
barcos? Así pues, el ser humano primero sueña y, posteriormente,
pone la inteligencia al servicio de ese sueño. En otras palabras, es
el corazón quien sueña el que debe alinear a la mente que piensa, y
no a la inversa; pues la mente sin sueño no traspasa los muros de la
realidad conocida, al igual que le sucede al ratón enjaulado que
corre sin parar ni avanzar sobre su rueda autogiratoria.
En este punto,
debemos reeducarnos en la diferencia entre
soñar y pensar, así como en la necesidad de educarnos en ampliar
nuestra capacidad de trascender la corta visión de lo conocido que
limita nuestra capacidad de soñar. Y justamente esta integración y
aplicación en nuestras vidas diarias de nuestro enorme potencial que
es el soñar es lo que permite reinventarnos como personas a escala
individual, y como sociedad a escala colectiva, siendo conscientes
que cuando nos reinventamos estamos definiendo el tipo de vida que
vamos a vivir. Así pues, ¿cómo quieres vivir?, ¿en qué te vas a
reinventar?, sabiendo que nadie va a vivir tu vida por ti y que,
además, al definir tu propia vida también estás definiendo el
mundo en el que vas a vivir y legar como herencia a las generaciones
que te precedan.
Y tras soñar, solo
falta dar el paso más sencillo: aplicar nuestra inteligencia. Todos
somos lo suficientemente inteligentes para gestionar nuestra materia
gris que nos permita alcanzar nuestros sueños. Y aún más ante el
privilegio de vivir en una época de la humanidad marcada por la
abundancia y por un mundo globalizado, donde la gestión de
conocimientos, recursos y servicios no conoce fronteras de mercado
(espacio), ni de distancias (tiempo).
Una premisa
extensible a cualquier faceta de la vida,
como pueda ser la de crear un proyecto empresarial que nos ayude a
reinventar nuestra vida. El secreto para materializar un sueño
empresarial sin capital previo radica en el buen uso de nuestra
inteligencia sobre la gestión de los recursos que nos ofrece un
mundo abundante y globalizado. En otras palabras, en pleno siglo
XXI, una persona puede desarrollar un negocio desde su casa sin
necesidad de sobrecargarse de ninguna de las estructuras propias que
constituyen la cadena de valor de una empresa, con independencia que
su idea de negocio se base en placas solares, mobiliario de diseño,
colecciones de moda o agencia de viajes con valor añadido. El
secreto lo encontramos en cambiar el paradigma de gestión
empresarial propio del siglo IXX por un nuevo, actualizado y moderno
sistema de gestión empresarial mucho más económico y ligero del s.
XXI. Un sistema de gestión basado en cuatro grandes pilares:
1.-Gestión
de Personal:
-Colaboración transversal
en equipo vs competencia piramidal del equipo.
-Proveedores
intelectuales por variable según beneficio comercial vs concepto de
plantilla de RRHH fija con independencia del beneficio comercial.
-Implantación de
metodología de trabajo a distancia y tiempo real vs concentración
física del activo humano.
2.-Gestión de Producción:
-Externalización
de carga productiva vs estructura fabril propia.
-Gestión
comercial y de deuda por demanda vs gestión comercial y de deuda de
producto/servicio por stock.
3.-Gestión
Comercial:
-Punto
de venta virtual, ligero, flexible y de acceso al mercado global vs
punto de venta físico, con altas cargas estructurales y de acceso a
un limitado mercado local.
-Promoción
online y en tiempo real, basado en marketing digital y globalizado vs
promoción offline y en tiempo no real, basado en marketing
tradicional y de ámbito local.
4.-Gestión
Win to Win:
-Win to Win entre el
activo humano que constituye la empresa.
-Win to Win entre Empresa
y Proveedores de Producción/Servicio
-Win to Win entre
vida laboral y vida social de los emprendedores
-Y, Win to Win entre
proyecto empresarial y sociedad
El nuevo paradigma
de gestión empresarial del siglo XXI se fundamenta en gestionar los
recursos que un mundo abundante y globalizado nos pone a nuestro
alcance, donde solo tenemos que gestionarlos de manera inteligente
como quien junta las piezas de un puzzle.
Así pues, pongámonos a soñar y comencemos a buscar los elementos
necesarios para hacer realidad nuestro sueño!, pues tú, como ser
humano, tienes la emprendedoría, la creatividad y la inteligencia
suficiente para crear tu propia realidad.
¡Disfruta de la aventura!
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